De Tinduf a León para pasar unas 'Vacaciones en paz' y al fresco

Un total de 33 niños y niñas saharauis han llegado este sábado a distintos puntos de la provincia dentro del programa organizado por Asped

19/07/2025
 Actualizado a 19/07/2025
El grupo de niños y niñas saharauis que llegaron esté sábado a León posan sus familias de acogida. | SAÚL ARÉN
El grupo de niños y niñas saharauis que llegaron esté sábado a León posan sus familias de acogida. | SAÚL ARÉN

Dos semanas más tarde de lo previsto, pero ya están aquí. Un total de 33 niños y niñas saharauis de entre diez y doce años llegaron este sábado a León a través de la iniciativa solidaria ‘Vacaciones en paz’ y 20 siguieron camino más tarde hacia la comarca del Bierzo.

Las familias que les acogen esperaban impacientes para recibirles, aunque también algo contrariadas por haber perdido dos semanas del tiempo que pueden pasar con los pequeños y no saber exactamente las causas. “Algo podrán hacer las autoridades españolas, porque nuestros gastos son los mismos pese a que han perdido dos semanas de su estancia aquí”, comenta Antonio mientras aguarda la llegada de Huda y Hamma.

Cabe recordar que el vuelo que les ha traído hasta Asturias estaba previsto inicialmente para el pasado cuatro de julio, pero fue cancelado por el Frente Polisario alegando "incidentes logísticos y administrativos" que se deberían a la demora en la emisión de los pasaportes colectivos que permiten a los menores refugiados del Sáhara Occidental pasar el verano con familias españolas lejos de las duras condiciones del desierto, puesto que allí pueden registrarse temperaturas de hasta 50 grados, lo que hace que la estancia sea especialmente dura para ellos.

De hecho, no eran pocos los menores que tiritaban al bajar del autobús en el aparcamiento de Carrefour para ser abrazados por las familias que les acogerán hasta el próximo tres de septiembre en diferentes localidades de la provincia.

Es el caso de San Justo de la Vega, donde pasarán el verano Huda y Hamma con Antonio y su familia. "Es el tercer año para ella y el segundo para él, que es más inquieto, pero estamos muy contentos. Tenemos que saber entenderles y a veces no es fácil, porque el cambio de vida es brutal para ellos y tienen que ir adaptándose a nuestras costumbres", explica Antonio antes de destacar que la piscina y la bici es lo que más les gusta, aunque reconoce que tienen que estar pendientes para advertirles del peligro que supone circular por zonas en las que puede haber coches. "Y también les gusta mucho el móvil, porque el año pasado incluso me cogían el dedo para poner la huella y poder desbloquearlo y jugar con él", agrega.

Y en la misma línea se pronuncia Daniel, quien recuerda en primer lugar que antes de la pandemia ya habían acogido a un niño que venía por primera vez y que no pudo volver ya por la suspensión de la iniciativa ‘Vacaciones en paz’ durante dos años con motivo de las restricciones a la movilidad. "Cuando se retomó, ya había superado la edad máxima, por lo que sólo pudo venir un año. Y ahora acogemos a una niña que se llama Salma y que ya estuvo el año pasado. Son pequeñas personas muy intensas y tienen una vida muy distinta a la de aquí. Están sin contaminar y eso tiene su parte buena y su parte menos buena, porque tenemos que estar muy encima y explicarles que hay peligros que ellos no ven al ir a la piscina o a la hora de cruzar una calle, porque piensan que pueden hacerlo en cualquier momento y por cualquier sitio. Pero también son niños muy francos, porque les ves la cara y sabes lo que van a hacer. Son muy diferentes a los de aquí, que ya están encarrilados a nuestra forma de vida", agrega Daniel antes de reconocer que el gusto por el uso de la tablet es una de las pocas cosas que une a los pequeños saharauis y españoles, aunque allí tienen muy mala conexión.

La mayoría de los menores que llegan este año repiten y eso facilita mucho las cosas para las familias. "El primer año es muy duro, porque salen de casa con nueve años, pero esperamos que esta vez sea más fácil, porque ya nos conoce y ha empezado a dar clases de español en el colegio. Seguro que al menos ya lo chapurrea", explica Manuel, quien espera a Nura acompañado por su mujer, Beatriz, y por el pequeño de sus tres hijos. "Su madre ya había estado hace muchos años pasando aquí los veranos y se enteró este mismo viernes de que Nura venía. Al principio le costaba mucho el tema de la comida, pero luego se les va adaptando el paladar, porque no lo tenían adaptado a los alimentos frescos, que les parecían algo exótico. Sin embargo, ahora le encanta la fruta", apunta Manuel antes de explicar que la Asociación Saharaui para el Desarrollo (Asped) está valorando la posibilidad de que el año que viene sean las familias de acogida las que vayan a recoger a los menores con el fin de que conozcan su realidad diaria y lograr que vengan más tranquilos y acompañados.

El programa ‘Vacaciones en paz’ comenzó en los años 90 y permite cada año que niños y niñas de los campamentos de refugiados saharauis situados en la provincia argelina de Tinduf pasen los meses de verano en situación de acogida temporal por familias españolas. Sin embargo, el número de menores participantes se ha ido reduciendo de forma progresiva.

Pese a que la cifra de este año es ligeramente superior a la del año pasado, cuando fueron 28, parece que el foco humanitario está puesto a día de hoy en otras latitudes. Basta con tirar de hemeroteca para comprobar que, en los años 90, eran hasta 180 los niños que llegaban a la provincia procedentes de una zona donde hoy los derechos humanos siguen en entredicho, como bien se encarga de alertar con frecuencia Amnistía Internacional.

En todo caso, en el año 2023 sólo vinieron 20 niños y niñas, por lo que parece que se van incorporando nuevas familias de acogida al programa. Todo ello gracias a la asociación y a su intensa labor durante todo el año con la organización de diferentes actividades benéficas como conciertos. Además de pasar un verano diferente, la estancia sirve para que los pequeños pasen todo tipo de revisiones médicas, puesto que suelen tener problemas dentales (que se tratan gracias a la colaboración de DKW) y de malnutrición. Sin embargo, la asociación lamenta que este año no tengan una óptica que colabore a la hora de revisar la vista de los pequeños saharauis. “Cuando se van, la mayoría de las familias les damos ropa y material y sus familias son muy agradecidas, aunque nunca me han pedido nada”, explica Raquel Coronado, portavoz de Asped y madre de acogida de niños saharauis desde hace casi diez años. 

Se sienten "olvidados" por la Diputación

Respecto a la financiación del programa, desde la asociación agradecen la colaboración del Ayuntamiento de León en materia de organización y logística y el apoyo de la Junta, que asume los gastos de transporte con 35.000 euros cada verano. Sin embargo, lamentan que la Diputación les tenga «olvidados» y ya no aporte ningún tipo de ayuda, a pesar de que fue una de las instituciones que más impulsó el programa en sus inicios y que, todavía el año anterior a la pandemia, destinó 8.730 euros a las familias que deciden ser garantes de un verano en paz.

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