"Nadie sabe cómo ni por qué de la noche a la mañana se presentaron unos empleados de la Junta de Castilla y León y arrancaron los letreros que desde tiempo inmemorial estaban a la orilla de la carretera, señalando Serrilla". Así comenzaba una carta al director enviada a los medios en 2009 por Antonio de la Riva; que continuaba su carta ironizando: "Los vecinos del pueblo están consternados, ya no saben ni de dónde son ni de dónde vienen, desde siempre su pueblo ha sido Serrilla, ahora ¿de dónde son? ¿qué tienen que poner en el Documento Nacional de Identidad (DNI) cuando lo renueven? Quizá al ser de ninguna parte los eximan de los impuestos".
Pero, más allá de la ironía y ofrecerse para documentar con datos que Serrila existe —antes de que Teruel lo reivindicara para sí— la verdad es que habían desaparecido los carteles. Es más, que siguen sin aparecer.
Cuando atraviesas cualquier pueblo de la provincia, por pequeño que sea, a la entrada tiene su cartel y a la salida otro igual con una franja roja. Serrilla no. No han vuelto a aparecer unos operarios de la Junta, de la noche a la mañana, para reponerlos y levantar el castigo. O lo que sea. Por lo que sales de Matallana y llegas a Vegacervera (o viceversa) sin saber que has atravesado este pueblo.
Lo que sí encontrará el viajero son dos viejas pintadas que hablan del malestar de los vecinos y ponen en la pista de un viejo conflicto; "Esto es Serrilla", dice una con mucha razón, para que se sepa; y la otra muestra un desafiante "Serrilla no se vende".

¿A quién? Años llevan así.