San Adrián celebra un bautizo 47 años después y sin iglesia

Lidia Oviedo fue bautizada en el palco de la fiesta , con el vestido heredado de su madre y con su hermana actuando de 'monaguilla'

Mar Iglesias
18/07/2016
 Actualizado a 18/09/2019
El bautismo de Lidia se convirtió en un festejo para el pequeño pueblo berciano de San Adrián. | Mar Iglesias
El bautismo de Lidia se convirtió en un festejo para el pequeño pueblo berciano de San Adrián. | Mar Iglesias
Con el vestido heredado de su madre y de la hermana de ésta, Lidia Oviedo hacía historia, sin saberlo, en el pequeño pueblo de Ponferrada, San Adrián de Valdueza.

La pequeña era bautizada en una celebración que no se realizaba desde 1969, cuando Mercedes Cuesta, hija de Nicolás y Obdulia, recibía el agua sacramental en su cabeza. Ese mismo año,en el que se data el último bautizo, San Adrián vivía también su despedida final, la de la vecina Micaela Cuesta, que moría a los 75 años. Un año antes, se oficiaba el último matrimonio, el de Andrés Estébanez y Josefa Pérez. A partir de entonces, los archivos eclesiásticos están vacíos.
Fue en esos años cuando el pueblo estaba diezmado en población, y en la década de los setenta marcó el cero.

El abandono dejó en ruinas todas las viviendas empedradas de un enclave especial de montaña, balcón hacia la Aquiana y empinado rincón en medio de Valdueza. La iglesia no fue menos y hoy no es más que piedras desordenadas que buscan restauración.

Frente a esa dejadez de décadas, los hijos de San Adrián quisieron volver a mirarle a los ojos y hacer que sus puertas se abrieran de nuevo.En 1997 comienzan a recuperar viviendas "y ya tenemos unas 30 restauradas", dice una de las vecinas, Rosa Rodríguez. Lo hacen con un esfuerzo ingente, que tiene que ver con la geografía donde se ubica el pueblo, a unos 15 kilómetros de Ponferrada, pero con una subida sin asfaltar difícil de acometer "no son los materiales los que resultan costosos. Son los portes de todo lo que tengas que subir aquí", explica Rodríguez. Fue ella la que llevó por primera vez a los padres de la pequeña Lidia a su pueblo. Ella, de Dehesas y él, de Puente de Domingo Flórez, Beatriz Fernández y David Oviedo, conocieron San Adrián y quisieron que fuera allí, mirando a las montañas, donde su hija fuera bautizada. Tal fue el enamoramiento de la madre que su padre compró una de las viviendas para restaurarla. No sabían entonces que no había iglesia donde hacerlo ni que sería la primera niña casi más de medio siglo después en elegir como escenario ese recoleto pueblo berciano, pero Beatriz lo había soñado y quiso hacerlo realidad. El párroco, Miguel Ángel Pérez, no puso reparos en sacar la improvisada pila bautismal al palco de las fiestas para oficiar  allí el atípico bautizo, con la hermanda de Lidia, Clara, como 'monaguilla'.

Pérez espera que, en un futuro, la iglesia del pueblo vuelva a la vida "pero primero tienen que ser los vecinos los que vuelvan y reparen las casas", advierte. Lo han hecho en esta última década, incluso se han unido para reparar la antigua escuela, hoy casa del pueblo.

El presidente de la asociación vecinal, Santos Mateos reconoce los esfuerzos de los vecinos en ir mejorando el pueblo "que está muy limpio, porque lo desbrozamos y ahora Diputación nos hará la carretera", dice agradecido.

San Adrián tiene un acceso de pista de tierra que le separa de la carretera principal que va a Villanueva de Valdueza 3,5 kilómetros.

Un trazado sinuoso y complicado que hace que el pueblo esté habitado solo fines de semana y veranos y que haya contado con luz eléctrica desde hace pocos años.

El bautizo de la pequeña Lidia es un estímulo de futuro para el pueblo, que quiere seguir avanzando en esa recuperación "vamos a recuperar también la iglesia como sea", dice Rosa Rodríguez, marcando un nuevo reto para San Adrián, donde heredó la casa de sus padres y quiso formar parte de esa segunda generación de vuelta a casa.
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