Los países y regiones con tradición celta han recuperado sus celebraciones ancestrales y Laciana es una zona que se engloba en la tradición celta como su vecina Galicia. Por ello festejan el Samhain, que era la celebración que marcaba el final de la estación de la cosecha y el comienzo de la mitad más oscura del año, entre el equinoccio de otoño y el solsticio de invierno. Comenzaba al anochecer alrededor del 31 de octubre y probablemente duraba tres días. Se celebró en todas las comunidades antiguas célticas de Europa, como son Irlanda, Gales, Escocia, así como la Bretaña francesa y el noroeste de España.
La recuperación de esta festividad en la zona de Laciana comenzó en 2019 cuando Ana Amigo, historiadora del arte, y Sara Álvarez, gestora cultural, entraron en el Ayuntamiento en las plazas que ofertan anualmente y presentaron el proyecto Camminus, que se convirtió en su actividad municipal, con todas las aportaciones del propio equipo de gobierno. Desarrollaron muchas actividades relacionadas con la identidad cultural, la memoria, los procesos participativos y la cultura tradicional local, siendo el Festival de Samhain la más conocida hasta la fecha. El Festival de Samhain arrancó en el año 2019 como un encuentro con las vecinas de Rioscuro para comer castañas y compartir tradiciones.
El siguiente año, debido a la pandemia del COVID, se hizo una edición "para llevar", así que prepararon unas bolsas con instrucciones, juegos y calabazas, que la gente disfrutó en sus hogares, y en el año 2021 se retomó como Festival, teniendo, desde entonces, un crecimiento continuo, orgánico, muy responsable y, al mismo tiempo, exitoso.
Siempre se ha llevado a cabo la misma estructura basada en rutas y paseos para disfrutar el patrimonio natural y cultural, actividades basadas en el patrimonio inmaterial, los oficios y las tradiciones, gastronomía popular, música tradicional y baile tradicional, y finalmente nuevos ritmos musicales que beben de la tradición como la electrónica y el pop. Todo ello, con actividades infantiles por la tarde y basándonos en la propia cultura, dejando espacio a que cada generación la disfrute a su manera y la adapte a su realidad. La temática de las ediciones ha ido variando, cada año con un tema troncal (este año la gastronomía tradicional), por lo que cada edición las actividades varían, pero siempre dentro de la misma estructura.
Lo que se pudo disfrutar este año fue el día 31 el Filandón de Lumajo, resaltando que, tras el éxito del año pasado, la Junta Vecinal de Lumajo y la Asociación Muxivén no se lo pensaron y decidieron apostar por mantener esta fiesta que va camino de convertirse en tradición. En colaboración con el proyecto Camminus, consiguieron que tanta gente se animase a subir a este pueblo en las alturas que se montó filandón dentro y fuera y todo ello a pesar de la lluvia.
El sábado 1 de noviembre se realizaron las salidas, una a los tejos milenarios con Luis y otra al Castro de la Muela con Bárbara, aunque hubo algo de lluvia, permitió hacer ambos caminos con tranquilidad y conociendo de primera mano estos lugares a través de la explicación de los guías.
En Rioscuro se celebró una excelente comida para pasar más tarde al taller de elaboración de fisuellos, a cargo de la Asociación Buenverde, que se degustaron con chocolate, y después se llevó a cabo un calecho sobre la matanza, en la que con medio gocho en una mesa se iba explicando los pormenores del despiece del animal, para entender desde dentro cómo se realiza ese despiece, cómo se hace el mondongo y por qué esta práctica sigue siendo un eje de comunidad en todos los lugares de la zona.
Continuando con la programación se llevó a cabo un taller de música tradicional y danza, utilizando para ello instrumentos variados, en especial panderetas, para llevar el ritmo de los danzantes.
En el Centro de Interpretación de los Castros los niños y no tan niños disfrutaron de un taller de manualidades con calabazas y nabos, así como dibujo y otros materiales, que tuvieron un lleno y disfrute completo para los pequeños.
El atardecer de ese día tiñó el cielo de rojo y llegada la noche Ovidio comenzó a asar las castañas y los organizadores a llenar las calles de velas, mientras que en la carpa y alrededores se cocinaba y servía el caldo de berzas lacianiego.
Entrada la noche, tras el taller de danzas, comenzaron las actuaciones de las muchachas de Otramiente, provenientes de Cangas de Narcea, que con su música hicieron bailar a los danzantes.
Finalizada la música del grupo Otramiente, comenzó la actuación del grupo D’Urria, quienes iniciaron su concierto con una versión excelente del arriero de Bembibre para presentar a continuación su último trabajo “De Fuentesila a Primóu”.
Acto seguido, comenzó la parte más moderna del evento con la electrónica de la mano de Topanga Kiddo, dj lacianiega y referencia nacional, rematando con el alter ego más montuno de un forastero del sur: Toru DJ.
Sobre el futuro de la actividad, Sara nos comenta: “Seguiremos apostando por un crecimiento orgánico, siempre en concordancia con el entorno, respetando el pueblo, su paisaje y sus habitantes; aumentando la calidad de las propuestas concretas y manteniendo el vínculo con la tradición y la identidad del Valle de Laciana”.
Deseamos que esos deseos continúen haciéndose realidad en las próximas ediciones.
