Renovados vínculos de la Cofradía del Pendón de San Isidoro con el Vaticano

Por José María Fernández Chimeno

18/09/2024
 Actualizado a 18/09/2024
La Cofradía del Pendón de San Isidoro visitó El Vaticano el pasado 2023. | L.N.C.
La Cofradía del Pendón de San Isidoro visitó El Vaticano el pasado 2023. | L.N.C.

«La anterior era magnífica. Se construyó en pocas décadas en el siglo IV y estuvo en pie nada menos que 1200 años […] Los autores se refieren a ella como la basílica constantiniana, para recordar que fue construida por orden de este emperador. Constantino confirmó la libertad de culto y legalizó plenamente el cristianismo […] Según la leyenda, el mismo Constantino comenzó los trabajos y retiró con sus propias manos las primeras doce cestas de tierra, una en honor de cada apóstol. Le ayudó el Papa Silvestre I».

“El Vaticano como nunca te lo habían contado” / Javier Martínez Brocal (2018)

En el año del Señor de 1135 la basílica constantiniana seguía en pié. Ese mismo año, un 25 de julio, celebración del Día del Apóstol Santiago, otro emperador, Alfonso VII, coronado en la catedral de León como Imperator totius Hispaniae (Emperador de toda España) por el obispo Arriano ante Guido de Vico, legado del papa Inocencio II, tuvo un sueño visionario en los escarpes de Baeza. Cuando las huestes leonesas desfallecían en el intento de conquistar la plaza fuertemente defendida por los musulmanes, San Isidoro se le apareció diciendo:

«Yo soy Ysidoro, doctor de las Españas, sucesor en gracia y en predicación del bienaventurado Jacobo, esta mano derecha es de esse Apóstol Jacobo, defenssor de España».

(Crónica de España / Lucas de Tuy)

Y de aquel “sueño imperial” nació la Muy Ilustre, Real e Imperial Cofradía del Milagroso Pendón de San Isidoro (también conocido como Pendón de Baeza).

Conquistada Baeza, el emperador se dirigió hacia Almería, que será tomada el 17 de octubre de 1147. Para ello cuentan, además, con el apoyo de la flota genovesa y con cruzados franceses que responden al llamamiento que ha realizado el papa Eugenio III (1145/1153). El Papa nº 167 de la Iglesia católica estaba presente en Francia, en el momento que partía la Segunda Cruzada (1147-1149) y Bernardo -el «doctor melifluo» (abad cisterciense de Claraval)- les exhortaba a seguir hasta conquistar Jerusalén. También asistió al capítulo de la Orden del Temple celebrado en París, y concedió a los templarios el derecho a llevar la Cruz patada roja, sobre su hombro izquierdo. En definitiva, un gran año para la cristiandad, que se saldó con el asedio y toma de Lisboa (el 25 de octubre) por los cruzados ingleses que partían a Tierra Santa.

Se desconoce cuántos de los Hnos. Cofrades isidorianos llegaron a conocer la antigua “basílica constantiniana” en estos siglos, pero tuvieron que ser numerosos los que peregrinaron a Roma, pudiendo comprobar como esta se iba sumiendo en un estado ruinoso; hasta que en el siglo XVI otro «Papa Guerrero», Julio II (1503 a 1513), gran mecenas de las artes, decidió remodelar completamente el edificio que alberga la Cátedra de San Pedro.

Las obras comenzaron en 1506, recurriendo a una pléyade de artistas del Renacimiento. Se produjo un rosario de intervenciones a cargo de Donato d´Angelo Bramante, Rafael Sanzio, Miguel Ángel, Carlo Maderno, Giacono de la Porta y Gian Lorenzo Bernini, que nos legaron una basílica ex novo, acorde con la nueva estética renacentista.

Sin embargo, mientras las obras progresaban a buen ritmo, varios peligros la acechaban. El sultán Solimán el Magnífico accedió al trono en 1520, y pidió al rey Luis II de Hungría que le rindiera tributo. El joven rey húngaro hizo matar a los embajadores como respuesta. Solicitó apoyo al emperador Carlos V, pero este tenía comprometidas sus tropas en Italia en respuesta a las agresiones de Francisco I de Francia, quien había prometido en carta escrita al sultán turco, estando preso en Madrid, tras la “batalla de Pavia” (1525) (de acuerdo a la tradición popular, fue alojado en la torre de los Lujones, en la Plaza de la Villa de Madrid), que abriría un segundo frente en el oeste de Europa para que los otomanos avanzaran por el este. El 27 de septiembre de 1529, las tropas del sultán iniciaron el asedio de Viena, capital del archiducado de Austria, siendo rechazadas por los lansquenetes alemanes y arcabuceros españoles.

Si este peligro estaba a 1100 Km., el Saco de Roma tuvo lugar en el corazón mismo del Vaticano, el 6 de mayo de 1527, en el marco del conflicto entre el Sacro Imperio Romano Germánico y la Liga de Cognac (una alianza entre el Papado, Francia, Milán, Venecia y Florencia), que causó estragos en la Ciudad Eterna, y de la que el Papa Clemente VII escapó por los pelos, atravesando el Passetto -corredor secreto que une el Vaticano con el Castillo de Sant' Angelo-; para, más tarde, ser apresado y obligado por los lansquenetes a pagar un rescate de 400.000 ducados a cambio de su vida. Este episodio tuvo numerosas consecuencias: señaló el fin del Renacimiento romano, dañó el prestigio del Papado y liberó las manos de Carlos V para actuar contra la Reforma luterana en Alemania. Dueño de Europa, el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico acudió con un gran ejército en ayuda de su hermano el archiduque Fernando de Austria (1503-1564), cuando el Sultán quiso intentar de nuevo la conquista de la ciudad en 1532, y no pudo acercarse a ella. Se desconoce si el Pendón de San Isidoro -enseña que tenía fama de milagrosa, al no haber perdido ninguna batalla en las que se ondeó la celeste oriflama- acompañó al emperador Carlos V (como antes con Alfonso VII), pero se cree que sí fue izado el susodicho Pendón por los Tercios de Flandes en alguna que otra de sus contiendas.

Neutralizado el peligro turco, a finales siglo XVI apareció otro mayor que pondría en jaque el futuro de Europa. Si la Reforma protestante (de Martín Lutero y Juan Calvino) había debilitado a la Iglesia, el peligro se acrecentó cuando el 25 de febrero de 1570, el Papa Pío V excomulgó a la Reina Isabel I de Inglaterra con la bula Regnans in Excelsis. No hubo por tanto medias tintas, y San Pio V se expresó en inequívocos términos: «Pero el número de impíos ha crecido tanto que no hay lugar en el mundo que no intenten corromper con sus doctrinas perversas; y entre otros, Isabel, la fingida reina de Inglaterra, sierva del mal, ofrece su mano, como en un santuario, a aquellas personas perniciosas que encuentran allí refugio. Esta mujer que monstruosamente ha usurpado el título de cabeza de la Iglesia de Inglaterra…».

En sintonía con La Reforma Tridentina o Contrarreforma, defendida a ultranza en España por Felipe II, se promueve la Regla del año 1570, al actualizarse los estatutos de la Cofradía del Milagroso Pendón de San Isidoro [ver Revista Pendón de Baeza, Nº 16 (2023)]. Alguno de sus redactores eran nobles leoneses, que acudieron en defensa de la Cristiandad a la “batalla de Lepanto” (1571). Las crónicas nos aseguran que el padre del conde D. Bernardino de Rebolledo (1597/1676), durante la batalla de Lepanto, se encomendó a la Virgen solicitando no perecer en el combate, ruego que fue escuchado y concedida la vida. La réplica del galeón en el que viajó Jerónimo De Rebolledo aún se encuentra expuesta en la iglesia de Nuestra Señora del Mercado.

Es muy probable que tanto él como su padre fueran confrades del Milagroso Pendón de San Isidoro. No obstante…

«La Reconquista lograda, recorren después,
siguiendo la estela gloriosa
del sabio pedagogo de Europa,
caminos de paz, de ciencia y de fe».

Esta estrofa final del Himno de la CPSI, de cuya letra es autor el «docto melifluo» D. Antonio Viñayo (difunto abad de San Isidoro), sirvió de acicate para que una delegación de la Muy Ilustre, Real e Imperial Cofradía del Milagroso Pendón de San Isidoro, con motivo de la celebración de su 875 Aniversario (1147/2023), acudiera en peregrinación a Roma. Siguiendo el “camino de paz, de ciencia y de fe”, veinte Caballeros y Damas leoneses -representando a todos los Hnos. cofrades- se plantaron de hinojos ante la “tumba de San Pedro” para orar.

La basílica actual se dio por concluida el 18 de noviembre de 1626, con estilos renacentista y barroco, y fue consagrada solemnemente por el papa Urbano VIII, aunque todavía quedaban muchos detalles por terminar. Gian Lorenzo Bernini, a instancias de Alejandro VII, proyectó la inmensa plaza de San Pedro y la columnata que la rodea, donde ya estaba colocado el obelisco (1586). Y en este grandioso espacio fue donde el Papa Francisco celebró la Audiencia General de los miércoles, el 27 de septiembre de 2023, en una mañana soleada y calurosa; y donde la Muy Ilustre, Real e Imperial Cofradía del Milagroso Pendón de San Isidoro renovó sus vínculos con el Vaticano.

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