Las reliquias de San Froilán

Por Máximo Cayón Diéguez

Máximo Cayón Diéguez
01/10/2023
 Actualizado a 01/10/2023
Imagen del santo. | SAÚL ARÉN
Imagen del santo. | SAÚL ARÉN

Cada 11 de agosto, la diócesis leonesa celebra la Fiesta de la Traslación de las reliquias de San Froilán desde el monasterio cisterciense de Moreruela a nuestra ciudad. 

Corría el año 1173. Fernando II reinaba en León. Y era obispo legionense, Juan Albertino. Entonces, el Cardenal Jacinto, nacido en el seno de la noble familia romana de los Orsini, se encontraba entre nosotros en concepto de Legado Apostólico del Papa Alejandro III, quien le había encargado la resolución del pleito suscitado entre la citada comunidad de los llamados ‘monjes blancos’ y la Iglesia de León, en relación con la posesión de las mencionadas reliquias. El purpurado, poco después Sumo Pontífice con el nombre de Celestino III (1191-1198), determinó que éstas se repartieran por igual entre ambas instituciones. 

«Desde entonces empiezan los restos de San Froilán a ser sacados en procesión en todas las calamidades públicas y sequías y pestes, en apuros y en ahogos de la ciudad y de la Diócesis». [J. González: San Froilán de León, 1946, p. 90].

En el año 900 estaba vacante la mitra legionense. Se ignora si a causa de fallecimiento o por renuncia voluntaria del obispo Vicente. Y el pueblo hizo patente su voluntad en favor del ermitaño de Valdorria. El rey Alfonso III, el Magno, se hizo eco de la aclamación popular. Así, el 5 de junio del mencionado año 900, festividad de Pentecostés, Froilán fue consagrado obispo de León por el rito mozárabe. El monarca, progenitor de los primeros reyes leoneses, García I, Ordoño II y Fruela II, hizo posible también que por aquellas calendas San Genadio y San Atilano ocuparan las sillas episcopales de Astorga y Zamora, respectivamente. La brevedad presidió el pontificado del asceta de Valdecésar, que falleció el 5 de octubre del año 905. 

Desde entonces, el Cabildo de la S. I. Catedral de León ha promovido el culto al Santo Patrono diocesano a través de los siglos. Sobre todo a partir de la decimosexta centuria. Lo acredita un acta catedralicia de 1561, que recoge el acuerdo tomado en los siguientes términos: «mandaron que el día de San Froilán desde aquí adelante se celebre a cinco días del mes de octubre, el cual día mandaron que fuese de guardar, junto con el señor obispo o su provisor…». [Taurino Burón Castro: ‘El cabildo de la Catedral, impulsor del culto de San Froilán’, Studium Legionense, 2006, nº 47, p. 282].

Su inclusión definitiva en el Martirologio Romano se produjo en 1716. Era obispo de Roma, Clemente XI. En razón de ello hubo en esta capital del Viejo Reino grandes fiestas, durante los días tres, cuatro y cinco de octubre de aquel año, donde no faltaron misas solemnes, la salida de las reliquias del Santo por las calles de la ciudad, luminarias y un certamen literario. [J. González, op. cit. p. 90]. 

A punto de finalizar oficialmente las importantes obras de restauración de la S.I. Catedral, iniciadas en 1859, y próxima ya la reapertura al culto de nuestro primer templo, que llevó consigo un brillante programa de actos celebrados los días 27, 28 y 29 de mayo de 1901, el tres de enero de dicho año se llevó a efecto un detenido examen, antes de su traslado desde la capilla de Santiago hasta el Altar Mayor de la Catedral, de «las Sagradas Reliquias que, de muy antiguo, en ella se custodian y veneran», depositadas provisionalmente en la referida capilla debido a dichas obras.

Esta decisión había sido un acuerdo del Cabildo Catedralicio del día 29 de octubre del año anterior, que contaba con la previa autorización del prelado leonés, a la sazón Francisco Gómez-Salazar y Lucio Villegas. Los capitulares invitaron a tomar parte en el señalado proceso, «por sus conocimientos especiales en Paleología e Historia, al Licenciado en Filosofía y Letras y Bachiller en Sagrada Teología, D. Juan Eloy Díaz-Jimenez, Director del Instituto, Académico correspondiente de la Real de la Historia y Vice-Presidente de la Comisión de Monumentos de esta Provincia». 

Díaz-Jiménez, en palabras de José Eguiagaray Pallarés «alto, delgado y de ceremonioso contoneo al andar», dio cuenta de todo ello en un documentado opúsculo titulado ‘Reliquias de la Iglesia de León’, editado en la imprenta de Maximino A. Miñón en el citado 1901, cuyo texto nos ha servido de apoyo para hilvanar estos renglones. Curiosamente, esta publicación podía adquirirse entonces en las dependencias de la sacristía catedralicia al precio de cincuenta céntimos de peseta. 

Abierta la urna o arqueta donde se guardaban los restos del Santo Patrono de la Diócesis, en su interior se halló un acta escrita en vitela, redactada al abrirse la urna en 1858, con motivo de la visita que hizo a León el 28 y 29 de julio de aquel año, la reina Isabel II, llamada ‘La Benéfica’. 

Preservados en un sudario de hilo blanco que medía 2,77 metros en cuadro, atado con dos cabos de hilo de los que pendía un sello de cera, ovalado, receptor de la siguiente inscripción: «Sigilum, Juannis Episcopi legionensis», perteneciente al citado obispo legionense Juan Albertino, el reconocimiento y clasificación de dichos restos se encargó a Lorenzo Mallo, licenciado en Medicina y Cirugía, médico del Hospital de San Antonio Abad, que llevó a cabo idéntica labor con las reliquias de San Pelayo y San Alvito

El Dr. Mallo hizo una escrupulosa clasificación de dichas reliquias. Y en la relación que efectuó al caso, destacan el cráneo, el maxilar superior, el maxilar inferior, un fémur de la pierna izquierda, una tibia, un peroné de la pierna derecha, un húmero del brazo derecho, un radio, un cúbito del brazo derecho, un radio del brazo izquierdo, cuatro vértebras cervicales, dos dorsales, dos clavículas, cuatro costillas, el sacro, el omóplato del lado izquierdo y varios huesos sueltos. 

Actualmente, los restos sagrados de San Froilán reposan en el altar mayor, en un arca fechada en 1635, obra de los plateros Jerónimo de Neira y Juan de Candanedo. La famosa ‘Arqueta de San Froilán’, primorosa pieza de Enrique de Arfe del año 1519, se exhibe en el museo catedralicio-diocesano desde 1998. 

El 15 de noviembre de 1858, siendo obispo de León Joaquín Barbajero y Villar, Luis Solís, otrora abad de Moreruela, hizo entrega a Antonio González, mayordomo del citado prelado, de un relicario que contiene el fémur derecho de San Froilán, custodiado hoy en el ‘Retablo de las Reliquias’, en el Oratorio adosado a la Sacristía, trazado en 1729 por Joaquín de Churriguera, labrado por Pedro de Valladolid y policromado por Diego de Avendaño, donde destaca, entre otros, un relieve de San Froilán. 

Dicho fémur es la reliquia que se ofrece en nuestros días a la veneración de los fieles cada 5 de octubre, en la eucaristía que celebra el obispo de León con motivo de la festividad de San Froilán.

Máximo Cayón Diéguez es cronista oficial de la ciudad de León.

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