El fin de las explotaciones mineras dejó en el Bierzo y Laciana un reguero de espacios cerrados, lugares donde había vida, había actividad y había futuro. Ahora, algunos de esos lugares, vuelven a resurgir en busca de ese futuro, eso sí, diferente, basado en el turismo, un recurso cada vez más importante ya que son muchos los que quieren conocer el pasado, aquello que hizo grande a un territorio y cuyo patrimonio industrial es ahora la punta de lanza de la actividad económica.
Al menos eso es lo que busca el Valle de Laciana, cuyo pasado minero renace para volver a dar vida al lugar que, quizá, de otra manera no lo tendría, más allá de un sector ganadero que sigue siendo fuerte pero que también tiene dificultades.
En este contexto se enmarca uno de los proyectos más interesantes, el de la Mina en Vivo, que toma forma en las antiguas instalaciones de la Escuela Laboral de Laciana, de la Fundación Santa Bárbara, y a tan solo unos metros de otra de las iniciativas que pretenden reactivar la economía de la zona, la rehabilitación del Pozo María, futuro Archivo Histórico de las Familias Mineras.
La Escuela Laboral de Laciana, perteneciente a la Fundación Santa Bárbara, entidad de la Junta de Castilla y León, fue un punto de referencia en cuanto a la formación de mineros, pero en el año 2013 decidió cerrar sus puertas ya que el sector estaba sumido en una profunda crisis y su cierre era inminente.
“Nosotros con nuestros alumnos avanzábamos en la galería y hacíamos todos los trabajos. Casi toda la actividad formativa del centro se realizaba ahí”, explica el director de la Fundación Santa Bárbara, Manuel Álvarez.
A los trabajos en la galería se sumaban otro tipo de formaciones, como las relacionadas con la mecánica, “siempre pensando en las necesidades de la mina de carbón”, añade.
Se trata de unas instalaciones modernas, con una galería de dos pisos y un imponente edificio, de 1.000 metros cuadrados, que quedaron cerradas durante prácticamente once años. “Sin actividad, sufrió un proceso de erosión importante porque estamos en una zona de montaña y la naturaleza, al final, reclama su sitio”, dice Álvarez, quien desde el principio pensó que ese espacio debía servir para algo más. Fue en 2015 cuando se empezó a pensar en un proyecto que sirviera para recuperar el lugar.
“Empezamos a darle vueltas a la cabeza para ver qué hacíamos con estas instalaciones y todo fue tomando forma. Según vamos avanzado, cada vez vemos que tiene más sentido para esta zona tener algo que atraiga a la gente, que permita que vengan hasta aquí familias a pasar el fin de semana y vean cómo era una mina de verdad”, asegura el director de la Fundación, quien recuerda que esa visita se puede combinar con la del Pozo María y con otros atractivos del valle, como el voladero del urogallo o la observación del oso cantábrico.

Las obras
Tras algunos años de preparación, la Fundación Santa Bárbara consiguió los 3,3 millones de euros necesarios para la Mina en Vivo. El 70 por ciento del dinero llega desde los Fondos de Transición Justa, mientras que el 30 por ciento está financiado directamente por la Junta de Castilla y León.
Casi la mitad de ese dinero se invertirá en la construcción de una túnel de emergencia de 360 metros, de los cuales la mitad ya están ejecutados.
“Necesitamos construir una galería que nos comunique la mina con el exterior, por si tenemos un problema, que los visitantes puedan salir en unas condiciones de seguridad y comodidad grandes”, dice Álvarez. “Aquí solo había un talud donde en su día hacíamos prácticas con los militares de la UME y se ha hecho todo nuevo. Esto se va a llevar, aproximadamente, el 50 por ciento del presupuesto global que tenemos”, insiste. A la entrada de la misma se ha colocado una imagen de Santa Bárbara, patrona de los mineros, como método de “protección”.
El resto de la intervención servirá para rehabilitar los espacios disponibles, “que están en muy buen estado”. Se trata de la propia mina, donde se formaba a los operarios, que cuenta con dos niveles de profundidad, aunque los turistas solo accederán a la inferior. “Tenemos una comunicación con la de arriba pero esa parte no va a ser visitable porque no reúne las condiciones de seguridad que nosotros entendemos que debe de tener para poder hacer una visita donde acudan familias con niños o personas con movilidad reducida”, avanza. Y es que la seguridad será prioritaria. Habrá un robusto sistema contra incendios o medidores de gases, entre otras cosas.
El edificio de la zona superior, con 1.000 metros cuadrados de superficie, albergará el centro de recepción de visitantes, los vestuarios donde se vestirán los turistas con todas las protecciones, una cafetería y salas para diferentes usos.
La visita
Los que decidan acercarse hasta este rincón de Laciana disfrutarán de una experiencia inolvidable que comenzará a la entrada de las instalaciones, donde se subirán a un pequeño tren que les transportará hasta la galería, y que actualmente está en licitación.
“En la entrada del centro tenemos la planta de hormigón. Ahí vamos a hacer un pequeño cargadero de personal que van a hacer un recorrido de aproximadamente unos 800 metros con un tren. Ese tren los va a introducir dentro de la mina”, explica Álvarez.
A partir de ahí los turistas tendrán que caminar, acompañados por los guías, quienes les explicarán los diferentes tajos y trabajos que se hacían dentro de esa galería.
“El reto es la musealización”, añade el director, quien cree que puede ser interesante contar con las máquinas que se usaban en cada tajo o “que haya una pantalla que reproduzca un vídeo de cómo trabajaba, cómo se extrajo el carbón, cómo se procesó…algo muy visual”, espera.
Se trata de entender cómo eran los pozos de Laciana, “porque estamos en una zona donde las minas son peculiares, son minas de montaña, totalmente diferentes a una de valle, que son más habituales. Aquí hay una serie de peculiaridades diferenciadoras que creemos que es interesante que se conozcan”, afirma.
El recorrido tiene algo más de dos kilómetros, y en él se verán, por ejemplo, el almacenamiento de explosivos, la parte de voladura, el arranque manual del carbón y otro tipo de trabajos.
“Que entiendan cómo funcionaba de verdad, porque muchas veces nos pensamos que era un señor que entraba allí con un pico, y nada más lejos de la realidad. La mina, al final, estaba bastante tecnificada, se usaba mucha maquinaria, había unas instalaciones exteriores para procesar y cargar ese carbón, poder meterlo en camiones y llevarlo a donde era necesario para su consumo”, detalla.
Pero el proyecto va mucho más allá, porque la idea es poder combinar el recorrido en este espacio con la visita al Pozo María y su Archivo Histórico de las Familias Mineras.
“El Pozo María es una instalación fantástica exterior, con un castillete en un estado muy bueno. Es una visita muy interesante porque permite conocer unas instalaciones exteriores, donde los mineros hacían la vida previa de entrada en la mina y la vida posterior al terminar la jornada. Ahí se podrán ver los vestuarios, las salas que utilizaban…pero claro, el proyecto, si no se pudiera visitar una mina real, quedaría cojo y ahí es donde entramos nosotros, y por eso dos dos proyectos complementarios. Tiene todo el sentido del mundo que se conciba como un centro minero único con dos sedes”, asevera Álvarez.
En definitiva, todo un conjunto patrimonial industrial reconvertido para devolver la vida al Valle de Laciana y que, entre los vecinos, se ve con muy buenos ojos. “Yo creo que la aceptación de la población local es muy buena, se están involucrando mucho. Están entusiasmados”.
Si todo va bien, las obras finalizarán en el último semestre de 2026 y a principios de 2027 podrían empezar a recibir a los primeros visitantes.