¿Quién puede tener tan poco corazón como para abandonar a un perro a su suerte o provocarle tanto dolor que ahora es incapaz de ver a un ser humano sin sentir pánico? Preguntas como esta te vienen a la cabeza en cuanto pones un pie en la Protectora de Animales de León y medio centenar de gargantas ladrando de forma simultánea te recuerdan que hay demasiados perros faltos de un hogar y una familia que les aporte el cariño, la estabilidad y la salud e higiene que cualquiera se merece.
En lo que va de año, a fecha de uno de septiembre, la asociación animalista ha recogido 120 perros en las calles de León y su área metropolitana, lo que se traduce en 15 de media cada mes. La mayoría de ellos llegan tras un abandono, maltrato o atropello, son de razas grandes, sufren algún problema de salud, como infecciones o lesiones físicas y tienen miedo, mucho miedo. Como lo tiene Ramiro, un gran mastín que fue abandonado; Joe, un sabueso que llegó con una enfermedad parasitaria; o Nano, un cruce de rottweiler con setter que ladra de puro miedo ante la llegada de extraños. Todos ellos se encuentran en el patio principal, el de los machos.
Es triste ver a un animal en una jaula, pero también es cierto que los avances legales contra el maltrato animal y las campañas de sensibilización han ido cumpliendo sus objetivos y reduciendo el número de abandonos. Prueba de ello es la ocupación actual de la protectora, con uno o dos perros por cubículo donde hace unos años se encontraban hacinados. «Aquí llegó a haber más de 200 perros», cuenta Sara Luengo, voluntaria de la Protectora desde hace diez años, mientras analiza con la mirada las instalaciones ubicadas junto al Mercado de Ganados en la carretera de Vilecha de Trobajo del Cerecedo.
"Nos hace falta inversión"
«El Ayuntamiento nos cambió parte de los cerramientos, pero hace falta mucha más inversión», reclama mientras nos enseña los espacios donde los perros se encuentran refugiados hasta que llegue alguien que les quiera. «Algunos no están aquí ni 24 horas, pero otros llegan a morir aquí dentro y eso es muy triste», lamenta Sara. Ella misma tiene un par de canes en su casa –también un gato– que son fruto del enamoramiento que nace en muchas personas al pasar tiempo con estos agradecidos animales.
Detrás del patio de los machos, junto al recinto de los gatos que hoy suma seis adultos y cuatro cachorros, hay otro patio, el de las hembras, donde vive también algún macho castrado y la pareja más emblemática de la protectora, Esterodo y Jara, que son dos grandes perros de 10 y 7 años que siguen sin encontrar un hogar. Y es que la mayoría de los leoneses quieren cachorros y no un perro de 64 kilos como Esterodo, «que llegó aquí tras escapar varias veces de su dueño y aparecer en el parque de la Candamia».
Tampoco es fácil encontrar familias de acogida para perros potencialmente peligrosos, que exigen un gran trabajo de conducta antes de su acogida, al igual que ocurre con aquellos animales que llegan con miedo, normalmente por algún tipo de maltrato.
Día Mundial del Perro Adoptado
Este martes se celebra el Día Mundial del Perro Adoptado para promover la adopción responsable, dar visibilidad a los animales abandonados y destacar los beneficios de convivir con ellos y esa es labor también de la Protectora. Pero antes de que el animal esté listo para ir con una familia de acogida, el proceso de cuidado inicial varía mucho de unos a otros, porque no es lo mismo que llegue un perro atropellado, cuya atención más prioritaria es la médica, que otros tipos de canes con problemas de conducta, con los cuales se va trabajando de la mano de adiestradores.
«Siempre necesitamos gente y ahora que tenemos muchos perros que llegan con miedo necesitamos manos para pasar más tiempo con ellos, hacerles sociables y que puedan encontrar una familia», relata Sara. Cuando un perro es adoptado, los 25 voluntarios de la protectora ven cumplida su misión. «Siempre hacemos seguimiento y es muy satisfactorio, sobre todo con casos difíciles que han costado mucho, porque recuerdas por qué haces todo esto.
Adopciones "de yayos"
A pesar de todos los esfuerzos de profesionales y voluntarios, muchos perros no encuentran un hogar, de manera que envejecen y se hacen mayores en estas instalaciones. Y para ellos hay una opción de acogida específica: «Las acogidas que llamamos de yayos, que son perros que pasan ya de una edad y al final queremos que sus últimos años los pasen con una familia, porque nosotros intentamos que estén lo más cómodos posible pero no podemos sustituir lo que supone una familia».
Además, de lunes a sábado a las cinco de la tarde, cualquiera puede a venir a pasear a los perros. Lo que sin duda, agradecerán. Y lo más probable es que alguno te enamore y termine siendo un miembro más de la familia.