Por cada año cumplido un cohete, y van 85

Julio Pérez, de Valderas, cumplió este viernes años y lo ha vuelto a celebrar como lo ha hecho en los últimos 20 años: tirando un cohete por cada año cumplido

T. Giganto
30/06/2018
 Actualizado a 16/09/2019
Julio, en el centro, preparando los cohetes ayer en el Parque de Valderas. | T.G.
Julio, en el centro, preparando los cohetes ayer en el Parque de Valderas. | T.G.
Julio Pérez no es de soplar las velas el día de su cumpleaños. Él es más de quemar pólvora, de celebrar un nuevo año cumplido tirando un cohete por cada primavera sumada, por todo lo alto. Porque después de todo lo vivido, cumplir es el mejor regalo que le puede dar la vida. «Pasé mucho hambre, enviudé en 1970, tuve que irme al extranjero a trabajar... He vivido de todo, pero ahora, a mis 85, soy feliz. No puedo pedir ya más», decía Julio Pérez emocionado.

Lo hacía después de llevar a cabo el ritual que cada año lleva a cabo para celebrar su cumpleaños: tirar tantos cohetes como años cumple. Comenzó a hacerlo hace 20 años tirando 65 cohetes y este viernes los que sonaron en Valderas a media mañana fueron 85. Para encontrar el origen de lo que ya es una tradición en la localidad valderense cada 29 de junio, Julio miraba este viernes al pasado de su vida para relatar todo lo que lleva vivido.

«Pues mira, cuando era joven trabajaba en el campo y lo hacía para un señor de Valderas que era muy rico. Labrador, propietario de huertas, fincas de remolacha, muchos majuelos... Y tenía mucha gente empleada. Entonces, cuando era mi cumpleaños años, el hombre tiraba cohetes», recuerda. A raíz de aquello y de las ganas de cambiar su vida, Julio se prometió a sí mismo: «Si yo algún día tengo dinero como para vivir bien, sin ser millonario, solo para vivir, tiraré cohetes el día de mi cumpleaños». Y pudo hacerlo al cumplir los 65 años, sin fallar desde entonces hasta ahora.

Fue en 1970 cuando enviudó y decidió coger un avión con destino a Holanda para trabajar en los altos hornos. Allí pasó 23 años añorando Valderas, su pueblo, al que volvía siempre que podía. «Mira, en aquellos años cogí el avión más de 90 veces para venir a Valderas», recuerda. Hasta que finalmente voló solo con billete de vuelta a España y entonces comenzó a añorar a toda aquella gente que conoció en Holanda. «Allí me pintó bien dentro de todo lo malo y sin ser millonario conseguí tener para vivir, y además hice muy buenos amigos, una gente muy buena», dice con la voz rota por el peso de los recuerdos.

– Me emociono, ¿sabes? Es que he vivido de todo. Y ahora tengo 3 hijos, 9 nietos y 4 biznietos. Un orgullo. Ahora solo pido tener también un final feliz, dice Julio con una vitalidad que traspasa.
– A seguir así muchos años, Julio, le digo.
– Siempre que se pueda, adelante, responde mientras se ríe y en Valderas resuena aún cada año de Julio vivido, la pólvora de una vida que merece ser celebrada. Y contada.
Archivado en
Lo más leído