Una nueva vida empieza en León mientras el corazón sigue en Gaza

Ramzi Albayrouti, periodista, y su mujer Needa, ingeniera, llevan nueve meses juntos en la ciudad con sus tres hijos después de huir de la ocupación de su tierra

11/01/2024
 Actualizado a 11/01/2024
Ramzi Albayrouti y Needa. | L.N.C.
Ramzi Albayrouti y Needa. | L.N.C.

“Laaje” significa refugiado en árabe. Una palabra que el periodista Ramzi Albayrouti, reportero del canal de TV ‘Palestina Hoy’ y colaborador en La Nueva Crónica, se vio obligado a colgarse hace algo más de un año cuando llegó a España, aunque desde la primera guerra con Israel, en 1948, cientos de miles de habitantes y sus descendientes viven refugiados dentro de su propio territorio o en otros países de Oriente Próximo como Siria, Líbano y Jordania bajo “el yugo de la ocupación” y ante “la indiferencia de la comunidad internacional”.

“Son 75 años sufriendo un asedio constante”, denuncia. “Nuestro hijo mayor, que tiene 12 años, ya ha pasado por cuatro guerras. ¿Qué infancia es esa”, lamenta su mujer Needa, una ingeniera informática que, antes de seguir los pasos de Ramzi y su pequeña Salma, trabajaba para el Ministerio de Salud de Gaza. “Llegué el 3 de abril de 2023 a Madrid, previa escala en Bucarest (Rumanía), con mis dos hijos mayores -Ahmed y Adam- y ese mismo día ya estaba en León”, explica la joven de 37 años.

Su marido –de 38- y su hija, de cinco años y medio, dejaron atrás Palestina medio año antes a través del paso fronterizo de Rafah hacia Egipto. “Los hombres menores de 40 sólo podemos cruzar al país vecino con un permiso especial o pagando miles de dólares”, señala Ramzi que, afortunadamente, consiguió una autorización para que su hija pudiera ser intervenida en un hospital español de una curvatura de las piernas que ya le estaba causando serios problemas en las rodillas.

No obstante, la difícil realidad de Palestina, en la que cada día es peor que el anterior, unida a un conflicto con otra familia que le estaba complicando demasiado la existencia con sus amenazas fueron los motivos principales de una decisión que ya “no tiene vuelta atrás”. “La situación en la franja de Gaza es terrible”, asegura Needa, que se mueve en una calma relativa. “Estoy tranquila, pero muy preocupada por nuestras familias”, confiesa.

Ramzi aterrizó en Barajas la madrugada del 7 de noviembre de 2022 junto a Salma. “Primero volamos a Casablanca”, explica un hombre que aún recuerda con angustia su salida de Gaza. “No pude viajar con ella desde Rafah en el mismo autobús y después el ejército no le dejaba entrar en el aeropuerto de El Cairo. Tuvo que esperar varias horas sola y en mitad de la noche”, según expone.

Ya en Madrid su obsesión no era otra que cursar la solicitud de asilo para pedir la reagrupación familiar. “Sabía que en la capital la demora era alta, así que me fui a Guadalajara. Primero llamé a la puerta de Cruz Roja, que me habló del año 2024 para una primera entrevista; y después de Accem que, tras ponerse en contacto con las oficinas del resto de España, me derivo a León porque era la ciudad donde más rápido daban cita”, pone de relieve Ramzi para, a renglón seguido, explicar que –tras seis meses de su mano- llegó al Programa de Protección Internacional (PPI) de San Juan de Dios. Un proyecto financiado por el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones que solo en 2023 ha acompañado a 279 personas -196 adultas y 83 menores- de 26 nacionalidades distintas gracias a sus 111 plazas distribuidas entre La Fontana (76) y un total de seis pisos (35).

“Si hubiera esperado, hoy mi familia estaría muerta”, asevera Ramzi que, según apostilla, “todos los días iba a la Comisaría de Policía para tratar de agilizar las cosas”. Tras remover Roma con Santiago para tener a Needa y a sus hijos a su lado, finalmente lo consiguieron con un visado especial expedido por el Consulado de España en Jerusalén alegando la necesidad de estar con Salma dados sus problemas de salud.

 

“Un escenario de constantes bombardeos”

Frente a la pared de hormigón que separa Israel de Palestina (los palestinos lo llaman ‘Il yidaar il fasel’, los israelíes se refieren a él como barrera de seguridad y los activistas lo califican de "muro del apartheid"), los habitantes asumen las constantes invasiones de las fuerzas de la ocupación. Reiteradas ofensivas militares en “un escenario de constantes bombardeos” a los que se una crisis energética con consecuencias humanitarias.

El futuro del pueblo palestino, que está viendo violados sus derechos humanos, es incierto. “Han destruido las casas que tanto nos costó levantar y todos nuestros logros han desaparecido”, señala Needa en relación a un conflicto enquistado que en los tres últimos meses ha dejado 32.000 muertos -10.000 niños y 8.000 mujeres-  y cerca de un 80 por ciento de los edificios de Gaza dañados o destruidos por los ataques de Israel. Derrumbados e inservibles.

Además, según apunta Ramzi, “hay más de 11.000 prisioneros palestinos en las cárceles israelíes, incluidos mujeres y niños que sufren a diario violencia sexual y física”. “Yo, como periodista, he vivido este enfrentamiento infinito en primera línea y me he tenido que acostumbrar al olor de los cadáveres quemados por no hablar de los cuerpos desmembrados que se han quedado grabados en mi retina”, subraya defendiendo su derecho a “resistir y responder” en relación al ataque de Hamás contra Israel el 7 de octubre. “Todos los países llevan años mirando para otro lado y obviando el sufrimiento de nuestro pueblo”, manifiesta.

“Es un genocidio, una limpieza étnica lo que están haciendo. He cubierto muchas guerras, pero ésta traspasa todos los límites de la imaginación”, afirma Ramzi. No en vano, según detalla, “Israel nos ha atacado con 71.000 toneladas de explosivos. Una cantidad seis veces superior a la potencia de la bomba atómica lanzada por Estados Unidos a la ciudad de Hiroshima (Japón) durante la Segunda Guerra Mundial”.

“Nos está empujando a la muerte. Primero del norte al sur de Gaza, en medio de una lluvia de bombas, y después a un Egipto que ha cerrado su frontera y nos ha dejado atrapados en nuestra propia tierra”, expone al hablar de Gaza como “un bosque de cemento” bloqueado “por tierra, mar y aire”. Un enclave de 360 kilómetros cuadrados donde viven 2,3 millones de palestinos. Ello lo convierte en uno de los territorios más densamente poblados del mundo. “Nadie quiere abandonar su país, pero hay situaciones que son más fuertes que nosotros mismos”, concluye agradecido por toda la ayuda recibida hasta la fecha.

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