"No es solo empleo: es construir una vida, relaciones y un futuro"

En Autismo León acompañan a adultos con TEA en proyectos que fortalecen su motivación, relaciones y bienestar, derribando barreras para lograr una inclusión real y duradera

14/07/2025
 Actualizado a 14/07/2025
Programa de Autismo León acompañando a adultos con TEA en su camino hacia la inclusión laboral y personal. | FERNANDO OTERO
Programa de Autismo León acompañando a adultos con TEA en su camino hacia la inclusión laboral y personal. | FERNANDO OTERO

Cuando una persona con autismo encuentra un empleo, no solo consigue un salario. Gana autoestima, relaciones, motivación y futuro. Así lo entienden en Autismo León, donde desde hace siete años desarrollan un programa de Orientación, Formación y Empleo que acompaña a personas adultas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) en sus proyectos vitales, siempre diversos y a menudo sorprendentes.

“El empleo es importante, pero no es lo primero ni lo único. A veces el objetivo inicial es recuperar la ilusión. Desde ahí se empieza a construir un camino”, resume Belén del Palacio, responsable del servicio. Su mirada profesional, profundamente humana, refleja la filosofía de un equipo que huye de etiquetas y estadísticas para centrarse en las personas.

El servicio de empleo de Autismo León atiende actualmente a unas 40 personas. Un dato revelador: diez de ellas son mujeres. “Hasta hace muy poco era impensable”, señala Belén. “Hay un sesgo de género evidente en los diagnósticos. Muchas mujeres adultas están descubriendo ahora que son autistas. En muchos casos lo viven como un alivio”.

Daniel Ródenas, secretario de la junta directiva y familiar de personas con TEA, lo confirma: “Las mujeres han estado invisibilizadas. Se detectan más tarde porque desarrollan estrategias de adaptación social que enmascaran los síntomas. Eso retrasa la intervención y agrava las dificultades en la adolescencia o en la vida adulta”. Añade además un dato revelador: “Por cada cuatro varones diagnosticados hay una mujer. Es evidente que hemos llegado tarde en muchos casos”.

Entre 2024 y 2025, nueve personas han conseguido un empleo con el apoyo del programa. “Cinco de ellas siguen en activo. Es un dato esperanzador, teniendo en cuenta que el paro entre personas con TEA ronda el 70%”, subraya Belén. Pero detrás de cada inserción hay meses o incluso años de trabajo conjunto, talleres, entrevistas, prospección con empresas y un acompañamiento emocional constante.

“No todas las personas que atendemos están listas para trabajar o se lo plantean como una meta inmediata. A veces lo primero es ayudarles a descubrir sus intereses, a encontrar una motivación vital. Desde ahí se puede construir un camino laboral”, detalla.

“Un joven tenía períodos de inactividad en el trabajo. Al final supimos que eran pausas necesarias para autorregularse. Cuando la empresa entendió que eran sus ‘minutos de café’, todo cambió. Ahora sigue trabajando, tiene amigos, sale, va a conciertos... Ha construido una vida”, recuerda emocionada.

Ese es el objetivo real del programa: proyectos de vida, no solo empleos. “Nos importa que tengan intereses, que descubran pasiones. Así nacen los talleres de cine, el documental Divergentes, el curso de inteligencia artificial o el cómic que publicamos en redes”, dice Belén. En cada iniciativa, una posibilidad de conectar, aprender, compartir.

Barreras invisibles y fortalezas ocultas

Uno de los grandes retos sigue siendo el desconocimiento social. “Las empresas no suelen poner barreras explícitas, pero sí hay reticencias por falta de información. Nuestra labor de sensibilización es constante”, apunta Daniel.

Y cuando hay receptividad, los resultados sorprenden. “Las personas con TEA tienen habilidades extraordinarias: atención al detalle, pensamiento lógico, rigor, honestidad... Son perfiles que encajan muy bien en tareas administrativas, tecnología, control de calidad. Pero aún nos falta abrirles la puerta a otros sectores”, afirma Belén.

Pero para que eso ocurra, es necesario derribar mitos y ofrecer oportunidades reales. “La mayor barrera que encontramos en las empresas es el desconocimiento. Cuando saben quiénes somos y lo que podemos aportar, siempre repiten. Pero esa primera llamada, esa prospección, sigue siendo lo más difícil”, concluye.

Ejemplos no faltan: usuarios que trabajan en hoteles, concesionarios, supermercados, en cuidado infantil o incluso en oficinas del SEPE. “Cada trayectoria es distinta. Y cada persona, un mundo”, añade.

Las familias, parte del proceso

Autismo León nació de las familias. Y sigue contando con ellas como pilares del proceso. “Somos una asociación de personas con TEA y sus familias. Eso no ha cambiado”, recuerda Daniel, que convive con el autismo en su entorno más cercano.

“El diagnóstico supone muchas veces un duelo para los familiares. Y es un duelo largo, porque cada etapa vital presenta nuevos desafíos. El más duro, sin duda, es preguntarte qué pasará cuando ya no estemos”, confiesa.

“El mayor miedo que tenemos como padres no es el presente. Es el futuro. ¿Qué pasará cuando no estemos? ¿Quién cuidará de nuestros hijos?”, dice con emoción contenida.

Por eso, proyectos como este no son solo laborales. Son una apuesta por una inclusión real, profunda y duradera, subraya Daniel, quien habla desde su doble experiencia como secretario y padre.

Frente a esa incertidumbre, el servicio ofrece certezas. “Acompañamos, escuchamos, orientamos. También a las familias. Porque ellas forman parte del proyecto de vida de cada persona con TEA”, remarca Belén.

Crecer con ellos, paso a paso

Autismo León es una entidad joven, como muchas de las personas que atiende. Pero con vocación de largo recorrido. “Tenemos en el horizonte el envejecimiento activo. Queremos crecer con ellas y ellos. Adaptarnos a sus etapas y necesidades”, afirma Belén.

Y concluye con una idea que resume el espíritu del servicio: “A veces nos dicen que cuando nos conocen, somos como un huracán. Puede ser. Pero uno que llega para abrir puertas, derribar prejuicios y construir oportunidades reales”.

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