Muñoz niega la agresión a su esposa: "No le puse la mano encima jamás"

El acusado reconoce únicamente que en varias ocasiones ha tenido que "inmovilizar" a su mujer para que se calmara y "no destruyera la casa"

11/12/2023
 Actualizado a 11/12/2023
 Pedro Muñoz a su salida de la Audiencia Provincial. | ICAL
Pedro Muñoz a su salida de la Audiencia Provincial. | ICAL

«Yo a mi esposa no le puse nunca la mano encima, jamás». Con estas palabras Pedro Muñoz negó en el juicio contra él que arrancó este lunes en la Audiencia Provincial de León que hubiera agredido en algún momento a la que era su mujer, Raquel Díaz, durante los cuatro años en los que mantuvieron una relación. Sí que reconoció, sin embargo, que en alguna ocasión tuvo que «inmovilizarla para que no destruyera la casa». «Se ponía muy nerviosa y empezaba a dar patadas y yo la retenía para que se calmara», dijo añadiendo que era habitual que ella se enfadara, saliera de casa y que horas después volviera. Afirmó que sabía que Raquel Díaz recibía entonces tratamiento psicológico y psiquiátrico y señaló que su «problema» eran los celos, así como «la bebida». Muñoz remarcó, además, que no sabía que ella dijera entonces que estaba siendo maltratada o que mantenía una «relación tóxica» con él, porque si hubiera sido así, advirtió, «se habría acabado, claro». «Si lo supiera no habríamos estado juntos».

En la sala se escucharon una llamada al 112 de Raquel Díaz y un fragmento de una grabación de febrero de 2020 en la casa de la finca de Toreno –de tres horas de duración en su formato original– en la que se oye a Pedro Muñoz gritarle «te mato, hija de puta. Es lo que quieres, que te mate. ¿Qué es lo que te he hecho? Grita más zorra». Ella llora, grita y le responde «mátame» y él afirma después «Raquel, me estás haciendo mucho daño, quieta», a lo que ella contesta «suéltame», mientras Muñoz le dice «Raquel, no me hagas esto. Vale, cálmate». Antes habían discutido  porque ella llevaba los zapatos «llenos de barro», confesó él, y también porque había cosas rotas en casa. «Ella no estaba en condiciones, apenas articula bien, ha bebido y no está bien», justificó Muñoz que dijo que este, sin embargo, no había sido «uno de los mayores ataques de ira» de Raquel y que cuando la sujetó para calmarla «el único herido fui yo».  Respecto al audio, Muñoz reconoció, no obstante, que se sentía «mal. No me siento orgulloso. Ella tenía necesidad de mucha ayuda y yo le sacaba 20 años, aunque el amor no salva siempre a la persona a la que amas, a veces hace falta mucho más», afirmó asegurando que se arrepentía.

Respecto al día de los hechos, el 27 de mayo de 2020, Pedro Muñoz destacó que lo recuerda bien. «Hay cosas en la vida que no puedes olvidar. Me puedo equivocar en algún matiz, pero no se me olvidará», subrayó. Comieron y dijo que ella subió a la planta de arriba de la casa de Toreno porque tenía trabajo atrasado y él estuvo fuera haciendo cosas de la casa, paseando a los perros y haciendo diferentes llamadas, varias de ellas a su hija, aunque muchas son perdidas, sin llegar a contactar. Una , de apenas unos segundos, se produjo a las 22:28 horas. «A las 22:28 ya le digo yo que estábamos todos estupendamente bien», respondió Muñoz a la fiscal, aunque dijo no recordar el contenido de las conversaciones de esa tarde con ella. 

De Raquel Díaz lo último que supo ese día es que la escuchó llamar a su gata, dijo, y que como al día siguiente tenían que llevar el coche a las ocho de la mañana, la llamó y la buscó antes de irse a dormir y no obtuvo respuesta. «Me empecé a preocupar porque Raquel no tenía el sentido de humor para esconderse detrás de un árbol» y cuando estaba fuera se le cruzó un perro entre las piernas y fue cuando vio a Raquel, «estirada» junto al pozo. «Olía a sangre y uno de los perros estaba lamiéndola», afirmó. Y como no se veía bien, aunque dijo que ella tenía «los ojos como vidriosos, abiertos» y que «los brazos no los movía bien y las piernas tampoco», lo que hizo fue trasladarla de sitio e introducirla en la galería, donde la puso de lado, con un cojín, e «inmediatamente» llamó al 112 desde otra sala porque en esa no había cobertura. Cree que los primeros que llegaron a la escena fueron la persona que cuidaba a los perros y su mujer, la UME y su hija, aunque tuvo dudas respecto al orden exacto. 

«Aún no sé qué ha pasado»

En la llamada al 112, que se reprodujo en el juicio, Muñoz asegura que ha habido un «accidente» que su mujer «no responde» y que se ha caído y está inconsciente. «La única obsesión que yo tenía era que supieran dónde estaba la finca, porque si se perdían era una hora más de espera», recordó. Él dijo, había comprobado que Raquel Díaz tenía pulso, pero no reaccionaba y que aunque «hoy aún no sé qué ha pasado», en ese momento pensó que se había caído o tropezado, y que el pozo o el escalón a su lado habían sido la zona de impacto. Supuso también que quizá había subido al tejado a buscar a la gata porque era algo que ya había hecho otras veces y que entonces había resbalado. «Hoy tampoco me atrevo siquiera a asegurarlo», advirtió. 

Cuando los servicios de emergencias llegaron y se llevaron a Raquel Díaz al Hospital del Bierzo él fue hasta allí, y cuando se decidió derivarla a León él y su hija volvieron a Toreno. Afirmó que apenas un minuto y que iban a por los móviles de Raquel. Insistió, además, en que pidió que la salvaran y que cuando los médicos le dijeron que estaba en práctica muerte cerebral él les dijo que  había que intentar salvarla. «Les pedí que le salvaran la vida, que la operaran. Si no, no lo habrían hecho», remarcó. «De no haber hecho esto, no estaría viva», defendió. La acusación le preguntó también por la ropa que llevaba ella en ese momento y si recordaba si iba calzada o si llevaba algo en los pies, a lo que respondió: «no me lo tome a mal, pero a mi mujer se le podían mirar muchas más cosas que los pies». Tras los hechos afirmó no haber vuelto a Toreno más de cinco o diez minutos y que «todo se quedó como estaba», aunque subrayó que «tampoco nadie me dijo que no tocara nada».

 

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