Miriam Guardiola: "La generación que debería ser la más liberal es la más controladora"

Entrevista a la abogada especializada en TIC y menores

I. Herrera
03/12/2017
 Actualizado a 14/09/2019
Miriam Guardiola.
Miriam Guardiola.
Los menores de edad son los grandes consumidores de redes sociales y un colectivo muy susceptible de padecer lo que se conoce como e-violencia o violencia 3.0. La edad de acceso del menor a internet, recientemente rebajada a los 13 años; los vacíos normativos en un mundo que avanza a velocidad vertiginosa, o la falta de regulación de la prueba digital son algunos de los asuntos que Miriam Guardiola, abogada especializada en familia, penal, violencia, TIC y menores que este jueves ofrecía una charla en el Colegio de Abogados de León, pone encima de la mesa manifestando una gran preocupación.

–¿Qué es eso de la violencia 3.0?
–La violencia 3.0 o e-violencia es un nuevo concepto, una nueva forma de violencia de género a través de las nuevas tecnologías. Dentro de la tipología de violencia de género, malos tratos en general, hay nuevos delitos que han surgido tras la reforma del Código Penal como el sexting, es decir, la cesión o divulgación de imágenes de contenido íntimo, erótico, pornográfico sin consentimiento de la víctima. O la sextorsión, cuando la pareja o expareja extorsiona o chantajea a la víctima con la difusión de imágenes de contenido íntimo si no accede a sus pretensiones. Otro tipo es el stalking, el acoso reiterado e insistente del agresor a la víctima, este delito el legislador no lo ha contemplado específicamente para que se cometa mediante las nuevas tecnologías, pero en la práctica, en el 80 o 90% de los casos que nos estamos encontrando de acoso, llamadas insistentes, mensajes masivos... es a través del móvil. Está además lo que nosotros creemos que es la semilla de la violencia de género en adultos, nos estamos encontrando con parejas muy jovencitas, de 14-15 años, que se controlan a través de internet, a través de redes sociales, a través del móvil, que es la semilla de la violencia de género en adultos.

–Probar la violencia de género ya es de por sí complicado, ¿cuando se ejerce a través de nuevas tecnologías se complica aún más?
–Es cierto que no existe una normativa específica que regule la prueba digital, supongo que porque el legislador presupone que la regulación que existe es suficiente. Yo creo que no lo es. Pero las nuevas tecnologías son un arma de doble filo. Por un lado, es verdad que es muy difícil recabar la información y aportarla a un procedimiento penal, pero es verdad que nos estamos encontrando determinados hechos que, precisamente, podemos perseguirlos o podemos recabar el origen de la autoría porque dejan rastro a través de internet. Incluso aunque se eliminen o se borren los datos los peritos informáticos y las fuerzas y cuerpos de seguridad puede recabar tanto de la IP como el origen de los mensajes. Lo veíamos en el caso del juicio de La Manada, en este caso el video que estaba grabado, aunque luego se eliminó, se pudo recuperar y ha sido una prueba fundamental para inculpar a los acusados. Entonces, es importante también la prueba digital como un nuevo medio que permita a las víctimas de violencia de género, si no eliminan o borran los datos, tenerlo como un medio de prueba para denunciar.

–Preocupa esta e-violencia sobre todo en menores, ¿no es así?
Sí. Nos preocupa muchísimo porque cada vez nos estamos encontrando con menores que acceden a internet y a redes sociales a edades más tempranas. Yo he sido muy crítica con la edad en que las personas pueden prestar su consentimiento para transferir datos de carácter personal. Hasta hace escasas semanas estaba en 14 años, que yo entendía que podía ser congruente porque la responsabilidad penal del menor empieza a los 14 años, pero cuando el legislador español ha ido a adaptar Ley Orgánica de la Protección de Datos al reglamento europeo que entra en vigor el 25 de mayo del año que viene y que establece en su artículo 8 que el menor, a partir de los 16 años puede prestar por él solo su consentimiento, lo ha bajado en España a 14. En mi opinión desprotege al menor y es incongruente, porque el menor de 13 años no es responsable penalmente de los actos que pueda estar estableciendo. Esto es una crítica que yo hago al legislador. Y otra crítica es que de nada sirve establecer un límite de edad si en la práctica, lo que nos estamos encontrando, es que los prestadores de servicios no establecen ningún tipo de filtro que garantice la edad del menor ni la autenticidad de la edad del menor.Hay que tener en cuenta que los grandes gigantes como Google, Facebook... son los más interesados en que los menores accedan a edades cada vez más tempranas, porque son los grandes consumidores de redes sociales, y los datos de carácter personal son el petróleo del siglo XXI.

–¿Pueden hacer algo los padres?
–Sí que se podría ejercitar algún tipo de acción legal y de responsabilidad contra el prestador del servicio. El problema que nos encontramos es que la mayoría de prestadores de servicios (Facebook, Google, Instagram...) tienen su sede en EEUU, y cuando aceptamos las condiciones de términos y usos, lo que estamos haciendo es aceptar la legislación de los tribunales extranjeros. Entonces, lo que yo aconsejo con carácter preventivo es utilizar aplicaciones que llaman de control parental, que permiten al padre gestionar las páginas a las que acceder el menor. El problema es que hay algunas aplicaciones que van más allá, que permiten, por ejemplo, geolocalizar al menor o ver las conversaciones que recibe y envía, y que entrarían en conflicto con el derecho a la intimidad, no se puede conculcar el derecho a la intimidad del menor.

–¿Cuál sería la recomendación que haría a unos padres que puedan tener la sospecha de que sus hijos están siendo víctimas de ciberdelitos?
En primer lugar que, cuando se les permita acceder a dispositivos telemáticos, que se les informe tanto de los derechos como de las obligaciones, de la responsabilidad penal que genera a partir de los 14 años y de la responsabilidad civil de los padres si realizan cualquier tipo de comportamiento delictivo a través de internet. En segundo lugar yo siempre recomiendo a los padres que estén muy atentos a si el menor presenta algún tipo de alteración en el sueño, si baja el rendimiento escolar, déficit de atención, desórdenes alimenticios… Porque pueden ser indicios de que, si están pasando muchas horas en el ordenador o en el móvil, es posible o bien que tengan algún problema de adicción o algún problema relacionado con ciberdelitos. Si detectan algún tipo de anomalía en el menor, lo primero que recomiendo es que intenten recabar toda la información, que no eliminen los medios de prueba y acudan a un profesional en la materia, o bien si ven que hay indicios de algún tipo de agresión o delito de carácter grave, acudir a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado para poner en marcha las investigaciones pertinentes.

–¿Ha cambiado el comportamiento de los menores o el principal problema de las nuevas tecnologías es la difusión?
–Es cierto que la sobreexposición en redes sociales, la omnipresencia de las nuevas tecnologías, la facilidad y la rapidez con la que evolucionan los medios tecnológicos, propician que se facilite cada vez más el control excesivo de una de las partes a la otra en la pareja. Y es cierto que la generación que debería ser la más liberal es la más controladora. Nosotros hablamos de la escalera del amor perverso, el amor de la e-violencia o violencia 3.0 que empiezan controlando un móvil o redes sociales y terminan controlando tu vida. Es una nueva forma de control, una nueva forma de violencia de género. Nos hemos encontrado con menores de 12, 13, 14 años que, desde las 8 de la mañana, normalmente el chico (también puede ser la chica), controla a la otra parte de pareja pidiendo foto para saber lo que lleva puesto y darle el ok, haciéndole retirar unaimagen de facebook porque no le gusta o preguntando que hace en linea a las 12 de la noche. Estos son comportamientos controladores que nos están indicando que estamos ante la semilla o ante el germen de lo que puede ser la violencia de género en adultos. Digamos que es una agresión on line, en el mundo virtual, pero que luego se traslada también al mundo off line.
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