Utrero, una de las ocho localidades afectada por el cierre de la presa del Porma en el año 1968 que no fue sumergida, pero si expropiada por la construcción del embalse del Porma, ha recobrado un hilo de vida que constantemente va en aumento desde hace unos meses. Este intento de que Utrero vuelva a tener vida se debe a ese recién nacido grupo de amigos del pueblo, que se ha puesto manos a la obra con hacenderas de limpieza de caminos, fuentes o el cementerio.
También con la celebración el pasado fin de semana de la primera romería con comida campestre y música para que Utrero, después de más de medio siglo en completo silencio, se pareciese algo, aunque fuese por un día, a aquel pueblo que ya en los años 50 del siglo pasado tenía salón de baile todos los domingos al que solían acudir muchos jóvenes de toda la comarca.

Hoy no se hablaría de Utrero si no fuese por la pasión y los recuerdos de una mujer que nació y se crió en esta localidad de la Montaña Oriental: Leonor Sierra. Ella ha sabido traspasar todas sus vivencias y memorias a su hijo Luis Testón, quien vive con la ilusión de recuperar un día ese pueblo que aún mantiene una parte de sus viviendas, porque al no ser sumergido quedaron en pie, aunque con el paso de los años algunas se fueron cayendo y otras fueron desmanteladas.
A este respecto, cabe recordar que Confederación autorizó en el año 2003 que todo aquel que quisiera tejas y piedras de las casas se las podía llevar con un permiso. Así, en pocos meses, Utrero sufrió lo más parecido a un saqueo. De las ocho localidades afectadas por la construcción de la presa tan solo quedaron las viviendas de Camposolillo, además de las de Utrero, mientras que las de Vegamián, Campillo, Armada Lodares, Ferreras y Quintanilla fueron sumergidas.
Recuerdos de otros tiempos
Además, la localidad contaba con cantina y pista de baile propiedad de la familia Pereda, que también eran dueños de un calero en terrenos de Armada. En los años 50 este pueblo contaba con 74 censados y su patrón era San Blas, pero las fiestas más concurridas las celebraban los días 7 y 8 de octubre en honor a la Virgen del Rosario.
En terrenos de Utrero también se encontraba la famosa y trágica mina de ‘Teresita’. Allí, en diciembre de 1955, una explosión de grisú arrebató la vida a diez mineros, casi todos naturales de Boñar y Palazuelo.
Utrero, gracias a Luis y a su madre Leonor, ha comenzado a tomar vida otra vez pues sus calles gracias a la Asociación Amigos de Utrero y también al Ayuntamiento de Boñar, que fue el que se hizo el acceso con sus máquinas de un camino desde Rucayo, ya que lo que había era más parecido a un sendero y actualmente se puede llegar con un vehículo.
Sin duda otra de las figuras más vinculadas con esta recuperación está reflejada en la persona de Gregorio Iturregui, al que todos llaman Goio, que desde el inicio asesoró, trabajó y apoyó todo el proyecto de recuperar Utrero, porque es algo que les pertenece.
«En nombre de todos los descendientes de Utrero, de quienes un día fueron arrancados de aquí y de quienes hemos heredado su nostalgia y su orgullo, damos las gracias a Luis. Se las damos también a Leonor, la madre que le parió y sembró en él esa semilla de amor por esta tierra», expresó Goio durante la romería del sábado en honor a Luis y su madre por promover la recuperación.