Marín: "Con conexión a Internet la cosa funciona, sin ella ya no"

Huesca presenta un estudio con 31 casos de repoblación exitosos

D.L. Mirantes
04/03/2018
 Actualizado a 17/09/2019
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Las provincias de Huesca y de León presentan algunas similitudes. La superficie que ocupa el territorio leonés es de 15.581 kilómetros cuadrados, mientras que el territorio oscense 15.626 kilómetros cuadrados. Aunque León y Ponferrada cuentan con más población que la capital la provincia aragonesa (52.200 habitantes, en números redondos), el modelo de población del medio rural es similar. Ambas provincias cuentan con territorios montañosos, que suponen un desafío para la Administración, y ambas sufren problemas de despoblación, más acusados en el caso de Huesca que en León, con densidades de población medias de 14,06 habitantes por kilómetros cuadrado en el primer caso y de 32 en el segundo. Que el diagnóstico sea más grave en la provincia pirenaica puede haber influido para que las Administraciones aragonesa y oscense se hayan puesto ya manos a la obra, mientras que en León el debate ha llegado recientemente a la agenda oficial. El mayor gesto fue la presencia de los presidentes autonómicos de Aragón, Asturias, Galicia y Castilla y León en la capital para clamar contra la despoblación y reclamar una financiación autonómica más acorde a sus estructuras. En Huesca, el pasado año se celebró el I Congreso de Despoblación y recientemente se ha presentado un estudio con 31 experiencias exitosas contra el invierno demográfico. El autor del estudio —que se publicará como un libro— es el arquitecto y profesor universitario Sixto Marín, que apunta alguna de las claves para hacer frente a la nueva realidad del campo.

Hay chavales que han ido a las fiestas de sus pueblos, pero puede que los hijos de esos chavales ya no vayan«Este estudio es un ejemplo de cómo hay acciones que hacen posible la recuperación de pueblos deshabitados en la provincia», explican desde la Diputación de Huesca. El propio Marín reconoce que ahora «se habla mucho de despoblación, pero de lo que no se habla tanto es de la gente que ha logrado revertir ese proceso y darle la vuelta». Para ello el profesor considera que hacen falta tres agentes: Los arquitectos —o expertos en ordenación del territorio—; las administraciones, generales y locales; y «la persona o el grupo de personas que son los que realmente hacen el esfuerzo y tienen el mérito». Sin embargo, esas personas clave «son los más invisible de este proceso», pese a ser «los que participan activamente y dan lugar a rehabilitación y luego se quedan a vivir allí, van los fines de semana o explotan aquello como centro vacacional».

El debate de las segundas residencias es uno de los temas habituales a los que se enfrenta Marín, defensor también de estas estancias. «Es gente que va al territorio, que lo mantiene, que arregla su casa y hace uso de ella el fin de semana y es tan válido como el que vive allí toda la semana, no me parece que tenga menos mérito. Al territorio le viene estupendamente y eso permite crear y fomentar arraigo en la gente que es algo que se está perdiendo».

Sin conectar a la gente entre sí y con el entorno la desertización demográfica avanzará. «En dos generaciones el drama puede ser tremendo. Hay chavales que todavía han ido a las fiestas de sus pueblos pero probablemente los hijos de esos chavales ya no vayan», afirma el experto aragonés.

Hay que cambiar la mirada y dejarse ya de esta cosa de la nostalgia, del fíjate estos pobrecicos qué mal estánLos esfuerzos se deben centrar ahora en parar la hemorragia. «Es que cuando entras al detalle que supone repoblar, devolver a la gente allí, garantizarles servicios, etcétera, se entienden los reparos de la Administración porque la inversión es tremenda», reconoce Marín. La apuesta se debe centrar en «consolidar» las poblaciones en las que todavía hay ‘vida’. Una consolidación que debe ser verde y digital: «Igual que históricamente muchos pueblos han sido autosuficientes, si se consiguiera un nivel de autosuficiencia importante, prácticamente dependerían exclusivamente de tener Internet, que para eso que seguirían dependiendo de la Administración o de una empresa que les garantizara el suministro». Conexiones por encima de Educación o Sanidad. «Estoy convencido de que dentro de 5 años habrán inventado algo —un satélite o algo así— y todo este debate de ahora de tener que llegar con un cable, que es una cosa como antidiluviana, quedará resuelto, es cuestión de tiempo, van mejorando los sistemas», vaticina Marín.

A esas poblaciones verdes y conectadas hay que sumar la verdadera piedra angular del éxito. «Es gente que tiene hijos y los quiere juntar con otros niños de su edad, en la ciudad es relativamente sencillo, pero en un pueblo en el que solo hay tres niños esos niños van a estar siempre juntos». Marín afirma que «hay mucha diferencia entre los pueblos en los que hay dinamizadores culturales y sociales —una persona que decide que hace el esfuerzo por hacer eso— frente a los que sí tienen consultorio o escuela pero luego están mortecinos».

Entiendo el estudio como un homenaje a los que han hecho el esfuerzo por recuperar todo estoEntre las recetas para hacer más apetecible vivir en el medio rural, Marín, en base a su amplia experiencia, propone abrir la puerta a nuevas experiencias educativas y culturales. Hay gente dispuesta a ello. «En las ciudades hay mucha gente cualificada y muy buena queriendo hacer cosas que no tiene la oportunidad y sí la tienen en los pueblos». Además, Marín recuerda que desde el Gobierno de Aragón (DGA) se están fomentando proyectos educativos nuevos, diferentes y alternativos en pueblos con problemas de despoblación y hay gente de Madrid, Valencia o Barcelona que se va a vivir allí para que sus hijos estudien de esta manera.

Entre ellos se encuentra Caneto, pueblo perteneciente al municipio de La Fueva, cedido por la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) a la Asociación La Senda a finales de los 80. Comenzaron siendo sólo cuatro personas y ahora suman 25, la mitad, resalta, niños.

En el libro que dará cuenta del estudio se recoge detalladamente el ejemplo anterior, junto con otros 30 caso, que, además del éxito, tienen un punto en común: una mirada diferente de quienes han decidido vivir en ellos. «Hay que cambiar la mirada y dejarse ya de esta cosa de la nostalgia, del fíjate estos pobrecicos qué mal están». Una nueva visión que para la que Marín reclama «un marketing tremendo de las Diputaciones» para «venderlo de otra manera».

Pero si nadie ‘lo compra’, concluye el autor, «no debe verse como algo dramático o triste, simplemente tenemos una comunidad donde vive poca gente».
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