"Damos clase a niños que tenían escondidos en casa"

La leonesa Lucía Álvarez Cepeda conoció el trabajo de la Asociación J’Aime Rever en Senegal y no dudó en sumarse a él pasando gran parte de sus vacaciones de verano en una escuela de niños de necesidades especiales. "Volveré"

03/09/2023
 Actualizado a 03/09/2023
Lucía Álvarez Cepeda. | L.N.C.
Lucía Álvarez Cepeda. | L.N.C.

Todo empezó con una joven gallega que fue llamando puerta por puerta de un poblado de Senegal para colaborar en la educación de niños con "necesidades especiales". Así nació la Asociación J’Aime Rever. La joven leonesa Lucía Álvarez Cepeda, universitaria en Salamanca, judoka, conoció el proyecto y no dudó en sumarse al mismo. Soñadora y solidaria, era el perfil idóneo. Ha regresado hace unos días después de pasar buena parte de sus vacaciones de verano en el poblado de Palmarín Facao y lo primero que dice, convencida, es que "volveré a ir. Es emocionante comprobar que haces algo por gente que lo necesita, que tiene sentido, que ves los resultados".

- ¿Qué quiere decir necesidades especiales en Senegal?
- Pues imagínatelo. Es otra cultura, otra forma de entender la vida, en familias con muchos hijos que no le pueden prestar una atención especial a uno de ellos, por más que lo necesite. Ten en cuenta, que comen una vez al día, o dos como mucho, que si llueve no mandan a los niños a la escuela pues no se pueden permitir el lujo de que enfermen. Te diré que alguno de los niños ‘diferentes’ lo tenían en casa prácticamente escondido, hasta que esta chica gallega fue a sus casas, les habló de la  escuela, les invitó a que fueran a ella y comenzaron a acudir poco a poco".


 Hace dos años que esta asociación abrió la escuela —anexa a la escuela tradicional del poblado— y allí estuvo Lucía este verano, con 8 ó 9 alumnos habitualmente. "Las mañanas se las dedicábamos a los niños, a las clases, y por las tardes hacíamos ‘vida social’ en el poblado, hacíamos la compra, deporte y, sobre todo, estar con la gente".
—¿Cómo os han recibido?
— Genial. Es tal vez la parte más emocionante, cuando vas por el poblado y la gente te pregunta si eres de las de la escuela y te dan las gracias.


Las ganas de trabajar y de entenderse les ayudaron a superar las trabas que, por ejemplo, debería haber supuesto el idioma y que, finalmente, no lo fue. "Los nativos hablan sobre todo el wolof y algunos el francés. Yo el francés tengo que mejorarlo, me arreglo mejor en inglés. Con lo cual yo lo decía en inglés, se lo pasaban al francés... pero fue mucho más sencillo de lo que parece; además, como la mayoría de los ejercicios de la escuela eran juegos nos entendíamos por señas...".
— Y para el año que viene voy a mejorar el francés; dice convencida Lucía, que quiere poner mucho de su parte por seguir participando en este proyecto solidario, educativo y de inclusión social.


Lucía, que además de judoka es hija de un recordado luchador —Nacho El de Matadeón— vivió una curiosa situación en aquel poblado de Senegal. "Un día fuimos a la playa y había un grupo, de hombres, practicando su lucha. Les dije si me dejaban participar, se extrañaron, y cuando me agarré alucinaban, hablaban entre ellos. Allí las mujeres no luchan, aunque me hablaron de una que sí lo había hecho, aunque era la excepción".
- ¿Se parece a la leonesa o al judo?
- Un poco de todo, pero es diferente. Se agarran al calzón cuando luchan pero no inician el combate agarrados. Es diferente, pero los encuentros de lucha son una gran fiesta, pasan horas y, a la vez que luchan, cantan, bailan, empiezan con danzas dos horas antes de agarrarse para luchar.


Y allí se vio Lucía en medio de aquellos luchadores que querían hacerse fotos con ella. Un motivo más para volver a Palmarín Facao.


"Pon una cosa... Fui a enseñar y lo que más hice fue aprender.

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