Los embalses de la
Confederación Hidrográfica del Duero (CHD) en la provincia han sumado más de 75 hectómetros cúbicos en la última semana gracias a las copiosas precipitaciones registradas desde el miércoles de la pasada semana. De acuerdo con los datos de los
pluviometros de CHD, en la cola del embalse de Riaño, en Casuertes, se registraban el miércoles 20 casi 18 litros por metro cuadrado; 10,7 en la de
Cofiñal, por encima del
embalse del Porma; cinco litros el miércoles y más de seis durante el fin de semana en
Torrestío, en la cabecera del
Río Luna que da nombre al embalse que abastece el Páramo Alto. A esas cifras han seguido menores precipitaciones en los días sucesivos, pero suficientes para que los principales
embalses leoneses cuenten con volúmenes superiores a la media de la última década y a los del año pasado.

De este modo, Riaño se encuentra al 50,5% de ocupación, con 329 hectómetros cúbicos frente a los 256 del año anterior y los 241 de media de los últimos diez años. Desde el día 20 ha sumado 48,4 hectómetros de los 651 que puede llegar a albergar. En el caso de
Barrios de Luna, cuenta con 106,3 hectómetros cúbicos (34%) frente a los 80 del 2019 y los 70,8 de la media de la década. En los últimos ochos días ha ganado 15 hectómetros cúbicos, una cifra importante dada su capacidad de 308 hectómetros cúbicos. Situación similar se registra en el embalse del Porma, con una ocupación de 154 hectómetros cúbicos (48,7%) frente a los 117 del año anterior y 101 de la media de los últimos diez años. La ganancia es de otros 13 hectómetros cúbicos. En total, 76,4 hectómetros más en una semana, que sitúan las reservas en una condiciones muy favorables para la próxima campaña de riego, teniendo en cuenta que queda por delante mes y medio de otoño y todo el invierno y la primavera.
No obstante, situaciones similares se registraron en diciembre del pasado año,
cuando Riaño se llenó en una semana con 90 hectómetros cúbicos procedentes del deshielo. Con menor intensidad, después de la grave
sequía del 2017, en la que apenas quedaron reservas, la situación era crítica y los regantes miraban con atención la ocupación durante la primavera. Las
lluvias y el
deshielo facilitaron una campaña sin mayores problemas, gracias también a las lecciones aprendidas del año anterior en el que los regantes hicieron un uso todavía más eficiente del agua.