«Puede parecer una casualidad enorme que entre 22.500 personas nos hayan elegido a Sara y a mí –dos leoneses–, pero las casualidades no existen», remarcó Álvarez. «No habría existido esta casualidad si no hubiéramos tenido los cimientos adecuados que nos proporcionaron aquí en la universidad. De hecho, desde que Sara y yo nos conocimos durante el proceso de selección, desde el primer día, yo estaba convencido de que ella lo iba a lograr y yo y creo que ella estaba convencida de que yo lo iba a lograr, y algo tendrá que ver lo que ha hecho la universidad, nuestros institutos, el carácter que tenemos aquí en León... y creo que es muy importante que compartamos esta experiencia única con toda la ciudad y haceros partícipes a todos todo lo posible», afirmó.
Álvarez –que forma parte del equipo de los cinco astronautas titulares– agradeció haber podido cursar sus estudios de Ingeniería Aeronáutica en León, su ciudad. Recordó que esta formación se implantó apenas dos años antes de que él iniciara la carrera y que, de no haberla tenido a mano, lo más probable es que hubiera acabado matriculado en algo muy diferente. «Habría sido informático, abogado o cualquier otra cosa. De verdad que es importante tener este tipo de oportunidades en ciudades más pequeñas para que todo el mundo pueda estudiar lo que quiera y seguir su vocación», dijo.
Sin límites
Ambos rechazaron, de esta manera, que estudiar en una universidad «modesta» o venir de una ciudad pequeña suponga algún tipo de freno a nivel profesional. «Para conseguir grandes cosas existe la falsa creencia de que tienes que venir de una universidad de élite o de una gran ciudad y no es necesario en absoluto. Yo estoy tremendamente orgullosa de la formación que he recibido en la Universidad de León», remarcó García, quien lamentó que «los límites muchas veces son los que nosotros mismos nos autoimponemos». En este sentido, recordó que el largo proceso al que tuvieron que hacer frente para su selección por parte de la ESA y la propia estadística, las posibilidades de ser elegidos, eran en sí mismos «bastante disuasorios», pero consideró que solo el aprendizaje que podía extraer de esa experiencia ya hacía que mereciera la pena presentarse, probar.Así, aseguró que «hay que perseguir lo que nos interesa y luchar por ello» y, cuando tienes la mirada puesta en una meta concreta, valoró que «no tiene sentido compararte con nadie porque cada uno va llenado su mochila con diferentes experiencias. Yo no hice lo que hice para ser astronauta, pero todo lo que hice antes fue lo que me ayudó a serlo», advirtió durante un encuentro con los estudiantes en el campus, haciendo hincapié en que desde la ESA buscan cada vez perfiles más diferentes. «Distintas perspectivas, distintas personalidades que ante algo inesperado aporten diferentes soluciones», afirmó. Álvarez también fue tajante en este sentido: «Con esfuerzo y ganas puedes llegar donde te propongas», subrayó.
Sus nombres, ligados a la ULE
La Universidad de León, que este jueves les abrió sus puertas, quiso también rendirles un pequeño homenaje y reconocer a sus antiguos alumnos dando sus sombres a dos de sus espacios. Así, el de Pablo Álvarez figura ya en una placa que da acceso a un hangar de la Escuela de Ingenierías y el de Sara García en uno de los laboratorios de la Facultad de Biológicas. Frente al hangar, Álvarez prometió llevar el nombre de León allí donde él vaya. También allí fue donde le hicieron entrega de la insignia de la Escuela, que aseguró que «se vendrá al espacio conmigo».Antes de visitar el campus, donde recorrieron los edificios en los que cursaron sus estudios y mantuvieron un encuentro con estudiantes, Álvarez y García habían sido recibidos por el rector de la Universidad de León, Juan Francisco García Marín, en el edificio del Rectorado, donde pudieron firmar en el ‘libro de honor’ del centro. En él grabaron sus nombres, mostraron su gratitud y lanzaron promesas similares: «Es un gran honor haber podido estudiar en la universidad de mi tierra y estaré siempre agradecido por la excelencia de la formación recibida. Me siento privilegiado de poder llevar a León al espacio. ¡Gracias!», escribió Álvarez, mientras que García expuso que «después del gran honor de haberme formado en la Universidad de León, ahora tengo el enorme privilegio de dejar mi recuerdo aquí, igual que mi alma máter siempre quedará grabada en mi corazón. Espero poder llevar ese recuerdo y ese cariño más allá de este planeta. ¡Muchas gracias por tanto!».