Leoneses en bici por la ruta de la seda

El grupo Montaraces del Norte recreará el recorrido desde Azerbaiyán hasta Georgia

María Espinosa
29/07/2018
 Actualizado a 16/09/2019
Fotografía de los Montaraces del Norte en uno de sus viajes. | MONTARACES DEL NORTE (FLICKR)
Fotografía de los Montaraces del Norte en uno de sus viajes. | MONTARACES DEL NORTE (FLICKR)
Unos 1.600 kilómetros entre los paisajes de Azerbaiyán hasta Georgia, cruzando por caminos de tierra y montañas hasta el mar Caspio desde el mar Negro, en bicicleta y con lo necesario para subsistir. Así viajarán tres leoneses y un cántabro que recorrerán la antigua ruta de la seda que se dejó de usar tras la caída del Imperio Bizantino.

Fernando Lanero, César Villanueva, José Ramón Martínez y Benito Martínez pedalearán este recorrido con las alforjas de las bicicletas llenas y la ilusión de un reto para que el que se llevan preparando desde el pasado diciembre. Estos cuatro amigos que ya han surcado tierras escocesas y lugares de Transilvania con sus bicis comenzaron a planear este viaje en navidades, junto al aventurero leonés Jesús Calleja: «Estábamos en casa de Calleja y le comentamos la idea ir a Moldovia, pero él nos propuso que mejor optásemos por la ruta por el Cáucaso, que era más bonita. A raíz de esto investigamos la ruta de la seda y decidimos recrearla», explica Fernando Lanero.

Estos viajes en bicicleta suponen un reto no solo físico sino también de supervivencia, deben saber cómo administrarse la comida que llevan, la ropa y hasta el agua, ya que hay puntos en los que no encontrarán agua potable. «Viajamos a modo de supervivencia, por eso llevamos todo lo que necesitamos en las alforjas, normalmente para tener autonomía absoluta durante cuatro días, por si no encontrásemos donde alojarnos», este problema que describe Lanero lo encontraron en su ruta por Rumanía, donde el idioma fue un bache que tuvieron que superar.

Nos enfrentaremos a temperaturas extremas, de 40 grados por la mañana a los 5 de por la nocheEn sus viajes, este grupo de aventureros se ha enfrentado a multitud de paisajes y momentos diferentes que suponían un reto, pero siempre intentan evitar los mayores problemas haciendo una planificación intensa de sus viajes. En este caso, las fronteras pueden suponer el mayor inconveniente: «Hemos hablado con el embajador en Azerbaiyán y nos ha recomendado evitar ciertas zonas», afirma Fernando y relata que otra dificultad que tendrán que superar en este país será el desierto: «Nos vamos a enfrentar a temperaturas extremas, de 38 y 40 grados por el día, cuando viajaremos durante unos 100 o 120 kilómetros, y de 5 grados por la noche, por lo que tenemos que llevar ropa muy específica», cuenta Lanero, y puntualiza que en todo el espacio de Azerbaiyán «no hay red de agua potable, así que llevaremos filtros para poder beber todo lo que necesitemos, sobre todo durante la etapa del desierto».

Sin duda, cuando se prepara un viaje de estas características se piensa en todo y los aventureros leoneses han indagado sobre qué pasaría si necesitaran asistencia médica, «en este sentido nos ha ayudado mucho Calleja, que nos comentó que si enfermamos en Azerbaiyán tendríamos que pedir el traslado a Turquía para recibir atención médica», cuenta el leonés.

Para enfrentarse a esta ruta, los integrantes leoneses y cántabro se han preparado desde diciembre para adquirir el fondo físico necesario que les ayude a superar los kilómetros. «El problema de entrenar solo con la bici es que te saturas, por eso yo lo combino con correr, que te aporta resistencia y fondo», explica Fernando Lanero y añade que «en los últimos meses ya entrenamos con la bici por la montaña, por ejemplo en las últimas dos semanas he hecho 1.000 kilómetros», cuenta. Además del entrenamiento, también deben poner a punto las bicicletas que les llevarán por los caminos de Azerbaiyán y Georgia, «tenemos que agradecer mucho a bicicletas Robles, que siempre nos han ayudado con el material para los viajes», declara Lanero.

Para llenar las alforjas que les permitirán superar los días de ruta, deben conocer y medir exactamente todo lo que quieren transportar: «Hay que llevar lo imprescindible, pero tenemos que tener en cuenta su peso, no nos podemos pasar de 40 kilos. Medimos todo y procuramos llevar cosas ligeras, tienda de campaña de 800 gramos, más sacos de 400... sumamos y si nos pasamos hay que sacar algo», relata Fernando sobre la preparación que se debe hacer para estos viajes.

Los Montaraces del Norte, nombre que se puso el grupo de aventureros, salían de la capital de Azerbaiyán, Bakú, el pasado viernes 28 de julio y recorrerán la ruta de la seda hasta llegar a Batumi en Georgia. En el trayecto pasarán del mar Caspio hasta los 3.000 metros de altitud a los que se encuentran los pasos de montaña que cruzarán para alcanzar su meta.

Para tener la certeza de llegar a las paradas que se han propuesto, llevan todo lo necesario, que comienza por «preparar la ruta en casa» y que continúa «asegurándose de tener GPS de sobra, llevamos uno cada uno, y cartografía en papel», cuenta Lanero y, no se pueden olvidar de «la brújula de toda la vida que nunca falla», comenta el aventurero y profesor leonés. Además, se puede seguir la ruta de los intrépidos norteños en su web: montaracesdelnorte.com.

Historia de la ruta de la seda

La ruta de la seda que los Montaraces del Norte pedalearán será la que recorrían las caravanas de productos que viajaban desde aquella tierra tan lejana, China, hasta Europa. Esta ruta llevaba desde China hasta el mar Negro y el mar Mediterráneo pasando por Persia e India. El recorrido guiaba a los comerciantes desde Azerbaiyán pasando por Georgia y seguía por el río Rioni hasta llegar al mar Negro. Una vez allí su camino subía hasta Roma y Bizancio. Tras la caída del Imperio Bizantino el mar Negro quedó bajo control de los otomanos y se cerró la puerta que conectaba Europa y el Cáucaso. 565 años después de este cierre, los Montaraces del Norte recrean la ruta de la seda a pedales.

Sus experiencias previas recorriendo en ocho días los Highlands escoceses o los doce días en Transilvania les han dado fuerza y más ganas de aventura para emprender este épico viaje.

Montados en sus fieles bicicletas de montaña se preparan para surcar las tierras que separan el mar Caspio del mar Negro, en los que «esperamos poder bañarnos», comentaba entre risas Fernando. Una ruta por caminos y pistas de tierra que cruzaron los comerciantes de la ruta de la seda y que repiten, más de 500 años después los amigos y aventureros, Montaraces del Norte.
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