Las formas para consagrar que antaño les proporcionaban ingresos suficientes hoy lo hacen de forma residual y a raíz de la crisis sanitaria han apostado por iniciar una actividad en la que ponen todo su cariño y buen hacer, además de la esperanza de que su economía mejore lo suficiente como para conseguir hacer crecer la comunidad que tiene 500 años de historia en la ciudad y en la que actualmente residen 12 monjas de clausura (cuatro colombianas, dos keniatas y seis leonesas) y una aspirante de Cuenca.


La repostería les abre nuevas posibilidades si, como los inicios parecen indicar, vecinos, turistas y peregrinos dan una buena acogida a una dulce oferta que abarca hasta 14 variedades. Pastas, magdalenas, yemas de santa Beatriz y galletas Bea (en honor a su fundadora, Beatriz de Silva), coquitos, pastas de mantequillas, de té, de almendra, almendrados y papones se pueden adquirir en la portería del convento, situado en la céntrica plaza a la que da nombre la Congregación, al final de la calle La Rúa, los miércoles, viernes, sábados y domingos de 10.30 a 14.30 y de 16.30 a 19.30 horas.

El maestro
La incipiente trayectoria repostera de las Concepcionistas de León tiene como valedor al repostero Alberto Pérez Prada, hijo de Santiago, el fundador de La Coyantina, y actual responsable del Centro Saper de Nuevas Técnicas en Pastelería, al que las religiosas acudieron aconsejadas por un benefactor. Él ha sido su maestro, a él recurren cuando tienen alguna duda y les animó a preparar la tarta bautizada como ‘Reino de León’, cuyos únicos ingredientes son avellanas, azúcar y huevo.
También aprenderán de él la preparación de mazapanes y algún otro dulce que la próxima Navidad puedan contribuir a que salden las deudas adquiridas por las imprescindibles inversiones para la nueva labor que llevan a cabo y mejore su calidad de vida, con un necesario empuje económico a un convento cargado de historia y al que no le faltan vocaciones.