La montaña de los 'tesoros' de Disney

Con 57 años de historia, la emblemática editorial Everest, está al borde del cuarto ERE y lejos quedan ya los tiempos en que la fábrica producía más de un millón de libros al mes

D. L. Mirantes
08/02/2015
 Actualizado a 05/09/2019
El silo de almacenaje del Grupo Everest, en el Polígono de Trobajo del Camino, se puede divisar desde muchos puntos de la ciudad.
El silo de almacenaje del Grupo Everest, en el Polígono de Trobajo del Camino, se puede divisar desde muchos puntos de la ciudad.
Si uno baja por la Calle Ancha al final de la tarde puede ver como el sol se va escondiendo por detrás de la montaña que más historias guarda de toda la provincia. Everest, el gigante que se alza sobre la ciudad en el alto del Polígono Industrial de Trobajo del Camino tiene en su silo, un joya robotizada del almacenaje, cientos de miles de copias de las más de 5.000 referencias del fondo editorial que ha ido conformando en los 57 años de historia del grupo editorial.

Everest es la editorial con más solera de la comunidad y una de las diez más importantes de España, con delegaciones permanentes en Portugal y en Méjico y exportaciones a todo el mundo. Una de las pocas cimas empresariales de la provincia, que se ha ido erosionando en los últimos años y su planta cada vez se parece más a un glaciar, falto del calor de los 200 trabajadores que ha ido perdiendo gota a gota.

El diccionario ‘Cumbres’, la ‘Tómbola Mágica’, las guías de Viñayo, el manual de mecanografía, ‘Manual de cocina básica’... Una situación que se ha acelerado desde que abandonara la dirección del grupo, a los 78 años, José Antonio López Martínez, el fundador del conglomerado, que lleva el libro en la sangre. Su madre regentaba una librería y, siguiendo el negocio familiar, comenzó a fabricar material escolar. Los primeros libros que editó fueron diccionarios. El ‘Diccionario Básico de la Lengua Española’ (1961) se convirtió en ‘Cumbre de la lengua española’ y en poco tiempo pasó a ser volumen obligado en los colegios de toda España. Le siguió la edición del francés-español y la versión anglosajona. Después vinieron los diccionarios ilustrados de geología, biología, botánica, de las ciencias, el diccionario ‘Cúspide’, ‘Cima’, ‘Vértice’, ‘Corona’ y un largo etcétera. Y para muestra un botón, en la concentración de apoyo a la plantilla que se celebró en la plaza de Botines se pudieron ver varios diccionarios de latín de 1977.

Animado por el gran éxito, el grupo entró con fuerza por la venta del libro académico. Su manual de mecanografía tuvo repercusión mundial y muchos de los libros de Formación Profesional de todo el país salían de la planta leonesa.

La filosofía del grupo era ‘libros para todos’ y bajo esa premisa abrieron nuevas vías de negocio.  El ‘Manual de Cocina Básica’ fue otro de los ‘boom’ tempranos de la editorial que «era como una mina de diamantes», explica uno de los trabajadores, con más de 40 años en la empresa, que entró con 15 años, y ahora ve como el empleo de toda su vida está en la cuerda floja.

Por entonces, José Antonio López Martínez, no veía diamantes, veía «tesoros». «Cada libro es un tesoro», repetía, y sus empleados cuentan que le dolía ver como un cúter cortaba el lomo de un volumen casi tanto como si le cortaran a él. De hecho, hasta la centralización del almacenaje con la construcción del silo (2002) la empresa mantuvo almacenes distribuidos por toda España que aumentaban los costes de la editorial. En muchas ocasiones, hubiera sido más barato destruir esos libros que mantenerlos en locales privados. Un sacrilegio para el empresario, que siempre se negó en rotundo.

El libro tenía que ser para todos, pero perfecto. Por eso se le podía ver en las ferias de todo el mundo, empapándose de lo último. «Los editores son un casino, pero él acertaba mucho, muchísimo», cuentan en la planta.

Eran los tiempos en que se cambiaban los ‘cuentos’ en el quiosco, cuando la popularidad de los cuadernos de vacaciones de preescolar ‘Tómbola Mágica’ alcanzó cotas altísimas que sirvieron para abrir la puerta a las grandes colecciones infantiles.

Pero antes, las guías de Viñayo, los libros monumentales y turísticos, de parques naturales... Auténticas joyas de muchísima calidad. «Las primeras guías de servicio  estaban en todas las estaciones de servicio», cuentan quienes distribuían los libros, que explican que por entonces la editorial ya era «una vaca con las tetas bien gordas».

Y llegó el contrato con Disney. Desde 1993, la edición oficial de los grandes clásicos mundiales se realiza en La Virgen del Camino. Más de un mes, tres turnos, 24 horas de producción, imprimiendo el Rey León. Más de un millón de copias al mes.

La editorial ya estaba totalmente modernizada con máquinas únicas en el mundo. La inversión no ha parado en ningún momento explican los trabajadores para quienes el paso de analógico a digital fue crucial. La ‘Mitsubishi’ que imprime por dos caras supuso doblar la producción en una fábrica con capacidad para producir cualquier libro íntegramente. En resumen, «todo se hace aquí».

José Antonio López pasaba el día en la fábrica, «era su Scalextric». La producción nunca ha parado, «ni en la época de parón», pero los beneficios se fueron reduciendo y el 2008, según la empresa, fue el último de ganancias.

La crisis del sector editorial ha rebajado un 40% las ventas y ha segado 180.000 empleos. En Everest, llegó a haber picos de 520 trabajadores, lejos de los 320 actuales. A día de hoy, el ERE propuesto por el nuevo director, Miguel López Varela, es  el cuarto que presenta la empresa en menos de 3 años. En junio de 2012 hizo un ERE de reducción parcial de jornada del 20% para unos y del 25% para otros y que no afectó al staff directivo ni al 100% completo de los trabajadores. Ese ERE duró 9 meses y finalizó en marzo de 2013; y le sucedió otro en las mismas condiciones de un año de duración, hasta marzo de 2014. Antes de que se finalizase este segundo ERE, la Empresa decretó un ERE de extinción de empleo en octubre de 2014, con el anuncio de despido de 100 trabajadores, el 25% aproximadamente de la plantilla.

Después de las negociaciones se redujo el número de despidos a 65, una reducción de sueldos para los que se quedaron y otras pérdidas sociales. Todos los despedidos denunciaron a la empresa, pero en ningún caso se llegó al juicio.

La empresa adeuda varias nóminas a los trabajadores, que empiezan a vivir escenas dramáticas, ya que hay matrimonios surgidos en la planta, que siguen siendo empleados y que ahora no tienen ingresos. Por el medio, el silencio de la dirección, los conflictos con la Junta, el proceso de venta y los datos de la Agencia del ISBN revelando que las ventas del libro de texto e infantil, el nicho de mercado de la empresa, creció un 20% en 2014. Los trabajadores mantienen que la empresa es viable y que si hubiera  papel se estarían imprimiendo los libros del Real Madrid, el Athletic de Bilbao, o el millón de libros que ha pedido un estado latinoamericano.

El suspense se ha apoderado de la planta, cada vez más fría, y muchos se temen que el final de la historia no sea feliz. Hartos de cuentos, los trabajadores han alzado la voz, para que a la montaña de los «tesoros» de Disney tarde en llegar el colorín colorado.
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