"Amenazar con que la inteligencia artificial traerá la extinción es una cortina de humo"

Entrevista a Carmen Torrijos, responsable de inteligencia artificial en la consultora Prodigioso Volcán

David Rubio / Alfonso Martínez
03/03/2024
 Actualizado a 03/03/2024
Carmen Torrijos, responsable de IA en la consultora Prodigioso Volcán. | Samuel de Román
Carmen Torrijos, responsable de IA en la consultora Prodigioso Volcán. | Samuel de Román

Es sin duda alguna una de las mayores expertas de nuestro país en la aplicación de la inteligencia artificial (IA) en el mundo de la comunicación y participará el jueves 7 de marzo en las Jornadas de Dinamización Económica que organiza el Ildefe, la agencia de desarrollo local del Ayuntamiento de León. Es autora del libro ‘La primavera de la inteligencia artificial’ y se ocupa de este campo en Prodigioso Volcán, una consultora tecnológica que puso en marcha en Madrid el periodista berciano Mario Tascón, que falleció e septiembre. ‘Inteligencia artificial, un viaje del análisis a la creación’ es el título de la ponencia que protagonizará Carmen Torrijos para explicar una de las grandes revoluciones tecnológicas a las que se enfrenta la sociedad con sus aspectos positivos y sus peligros.

– Trabaja usted en Prodigioso Volcán, consultora que ayuda a las empresas en su transformación digital y que fue fundada por el recordado periodista berciano Mario Tascón. ¿Cómo definiría su legado?

– Prodigioso Volcán ha heredado de Mario unas dinámicas de trabajo muy especiales, porque él era una persona con un pensamiento profesional muy especial también. Mantenía a lo largo de los años dos actitudes que para mí lo cambian todo: la primera es la confianza suficiente en el ser humano como para no tener miedo a los grandes cambios, ni a internet, ni a la inteligencia artificial, ni tampoco a las pandemias o las guerras. Y la segunda es esa capacidad que siempre se le atribuye de ver el futuro, que en realidad tiene que ver con estar siempre pensando en qué será lo próximo. Esto es lo que intentamos llevar adelante los que hemos tenido la suerte de aprender con él.

– Su ponencia en las Jornadas de Dinamización Económica del Ildefe lleva por título ‘Inteligencia artificial, un viaje del análisis a la creación’. ¿Cuál es el mensaje principal que quiere transmitir?

– La IA existe desde hace muchos años, pero la gran revolución que nos tiene a todos hablando de ella desde 2020 viene porque ha pasado de ser un conjunto de técnicas para analizar datos a incluir también técnicas para crear o simular estos datos. Por eso decimos que escribe, que pinta o que compone música. En realidad lo que está haciendo es imitar de alguna manera nuestros contenidos y formatos, nuestra cultura. Y esto tiene luces y sombras.

– El lenguaje de los medios se ha vuelto ciertamente apocalíptico en general y en particular con los peligros que nos trae la inteligencia artificial. ¿Debemos preocuparnos?

– Más que preocuparnos, deberíamos ocuparnos, informarnos y leer sobre ella más allá de los titulares rápidos. La preocupación que nos viene desde algunos medios viene también marcada por la necesidad de que hagamos click en las noticias, y puede ser exagerada, imprecisa, desproporcionada o simplemente no poner el foco en lo importante. Captar la atención de la gente con que la IA puede tomar el control y llevarnos a la extinción, como una especie de robot maligno, es una estupenda cortina de humo para que no pensemos por ejemplo en la privacidad o en quién se está enriqueciendo con nuestros datos.

– ¿Su libro ‘La primavera de la inteligencia artificial’ pretende que perdamos el miedo a la IA o lo contrario?

– A perder el miedo, sin duda. Y no solo a perderlo, sino a convertirlo en una curiosidad sana y razonable que nos permita entender que un avance tan importante como la IA no puede reducirse a algo positivo o negativo, sino que maneja mucha complejidad de los dos lados. Dentro de la IA tenemos desde sistemas que crean imágenes solo con instrucciones hasta voces clonadas, herramientas para escribir mejor o asistencias al diagnóstico del cáncer de pulmón. El ser humano tiene que tener la madurez suficiente para identificar los casos de uso correctos.

– ¿Y los periodistas? ¿Debemos preocuparnos aún más porque podemos ser sustituidos por la IA?

– La preocupación no debe ser sobre la sustitución sino sobre el cambio que se va a producir en los perfiles profesionales. La mochila de habilidades que lleva un periodista está cambiando, y desde hace años es importante saber algo de datos, de programación, de tratamiento estadístico. Ahora también estos perfiles, igual que muchos otros, van a necesitar aprender a manejar la IA y sobre todo a comprenderla. Pero la IA reemplaza tareas, no personas. Si tu trabajo consiste en una sola tarea, por ejemplo, pasar datos de un texto a un Excel, seguro que la IA te reemplazará pronto. Si tu trabajo es mucho más complejo, y supone hablar con personas, tomar decisiones o analizar situaciones concretas de la vida real, entonces no es probable que una IA pueda reemplazarte. Se convertirá más bien en tu asistente personal y tu trabajo será más valioso.

– Parece que, una vez más, no hay término medio, y según a quién uno lea puede creer que la IA va a ser muy buena y va a solucionar el cambio climático o muy mala y a acabar con millones de puestos de trabajo. ¿Se está creando una burbuja en torno a la IA como la hubo en torno al desarrollo de internet?

– Es normal que esto ocurra con los grandes avances, pero hay que situarse en un optimismo informado. Es decir, hay que ser optimista y confiar en que la IA llegará al mismo punto en el que ahora tenemos internet, que hemos conseguido usarlo para lo bueno y perseguir los malos usos. Sigue habiendo problemas de muchos tipos, como la brecha digital, pero la tecnología nos ha permitido progresar como sociedad. Tendremos que estar muy atentos a la legislación y al recorrido jurídico de los casos de uso, y poco a poco con los años aprenderemos para qué podemos usarla y para qué no.

– ¿Cómo podría explicar a alguien que no está familiarizado con las nuevas tecnologías lo que es la minería de texto, la materia que usted imparte en la Universidad Carlos III?

– La minería de texto consiste en ser capaces de extraer información valiosa de un texto sin necesidad de leerlo, solo con procesamiento informático. Podemos calcular cuántas veces aparece una palabra en un texto o un conjunto de textos, de qué otras palabras suele rodearse o cuál es su contexto inmediato. O simplemente de qué habla el texto y cuáles son sus características. Esto es muy útil cuando tenemos una gran cantidad de datos almacenados en texto, como suele ocurrir en las empresas o en los organismos públicos.

– ¿Qué desafíos considera más importantes en la necesaria convivencia entre tecnología, narrativa y lenguaje?

– Es muy importante cómo nos contamos la tecnología, porque al final todo es una historia que las personas nos contamos las unas a las otras. No podemos dejarnos llevar por lo que se ha escrito o reflejado en la ciencia ficción, porque los mecanismos que necesita la ficción para despertar el interés no tienen por qué corresponderse con un futuro real. Esto tiene mucho que ver con cómo hablamos de la IA, por ejemplo. Cuando decimos que un sistema informático es capaz de leer o es capaz de escribir, estamos hablando metafóricamente, porque las máquinas no tratan con palabras o con imágenes, solo tratan con números y estadística. Cuando decimos que la IA «opina» o «señala», también son verbos que nos hacen pensar que es un ente con vida propia, cuando en realidad los verbos que deberíamos usar son otros, como «generar» o «producir». Es muy importante cuidar el lenguaje y la historia que estamos contando.

– Díganos un truco para diferenciar un texto creado con IA de un texto escrito por una persona...

– No es posible diferenciarlo con una seguridad del 100%, ni a simple vista ni con ningún procedimiento. Pero es verdad que, si estamos acostumbrados a leer textos creados con IA, podemos identificar una serie de patrones: son excesivamente estructurados con enumeraciones y párrafos, mucho más que los textos naturales de las personas. Y muchas veces caen en la emocionalidad excesiva o incluso en la cursilería. Y nunca cometen errores de teclado, porque el lenguaje se genera sin un teclado de por medio.

– ¿En qué ha cambiado su vida, o su trabajo, desde que Forbes la seleccionó como una de las 100 personas más creativas en el mundo de los negocios?

– Sobre todo lo sentí como un reconocimiento inesperado a mucho trabajo que yo en realidad no consideraba especialmente creativo, pero que hacía posible proyectos originales y diferentes con inteligencia artificial: hemos hecho podcasts, festivales de cine, concursos de microrrelatos, talleres, exposiciones… Es la prueba de que en las empresas creativas son muy importantes también los trabajos de gestión y organización. Me dio un montón de energía para seguir adelante.

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