La justicia que siempre esperó Chora... llega pero sin Chora

Urbano González y Marcelino Quintano, dos de los seis coyantinos asesinados por el franquismo en 1936 y exhumados de la fosa de Villadangos, reciben este domingo sepultura en su pueblo en presencia de sus familiares

24/09/2023
 Actualizado a 24/09/2023
Los restos de Urbano González y Marcelino Quintano se entregan este domingo a los familiares en Valencia de Don Juan.
Los restos de Urbano González y Marcelino Quintano se entregan este domingo a los familiares en Valencia de Don Juan.

"Lamentablemente Chora, hermana de Urbano, murió con 96 años sin saber que uno de los exhumados era su hermano; al igual que Nines (Marcelino, llamado igual que su tío) que fue concejal con Alberto Pérez Ruiz en 1979 y por tanto heredero directo en lo político. Ambos murieron sabiendo de la exhumación pero sin conocer que eran los suyos con certeza".


Estas palabras las escribía hace tan solo unos días en La Nueva Crónica el historiador, vecino de Valencia de Don Juan y exconcejal del PSOE en el municipio Javier Revilla, quien este domingo hablará en el acto de recepción de los restos y posterior entierro de Urbano González Soto y Marcelino Quintano, los dos primeros identificados en la exhumación llevada a cabo en Villadangos del Páramo. Será a las 13:00 horas cuando la ARMH hará entrega de los restos y se colocará una placa, en un acto presidido por el alcalde, con asistencia de familiares y también de otros familiares de las víctimas de aquella «gran fosa» de Villadangos, cuya exhumación resultó complicada por las trabas de algunas autoridades locales.


También acudirá al acto la persiodista leonesa Olga Rodríguez, con su abuelo en una fosa, quien ha mostrado un evidente compromiso con la causa de la exhumación, con su presencia y en numerosos reportajes. Uno de ellos fue una entrevista con la citada Chora (en Diario.es), meses antes de fallecer y en la que se puede entender la crueldad añadida a la desaparición y asesinato en muchos familiares. Esta mujer siempre añoró recuperar a su hermano y falleció tan solo unos meses antes. "Yo tenía diez años en 1936, era la más pequeña de la familia. Unos días antes de su asesinato unos falangistas le llamaron a él y a otros cinco de aquí del pueblo para que fueran a declarar al cuartel de la Guardia Civil. Y como mi hermano no tenía un pecado ni nada, fue", recordaba Melchora González, quien jamás olvidó aquellos tres días que le llevaba el desayuno a su hermano detenido o cómo su madre salió corriendo detrás del camión en el que creía que le llevaban a la cárcel de San Marcos pero le asesinaron. "No olvido cuánto padeció mi pobre madre", que era la matrona y había ayudado a nacer a los hijos del falangista que le señaló.


Sólo hay un punto de cierto consuelo en la historia. "Pensábamos que nunca íbamos a poder encontrar sus restos... A ver, estamos a la espera", le decía a Olga Rodríguez.


La espera, en su caso, llega este domingo a su fin, pero sin ella, soin Chora, que, a buen seguro, estará muy presente en el recuerdo de todos.


Otros muchos siguen esperando.  

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