La inolvidable gesta de aquellos borregueros

Felipe Fernández, el regreso de uno de aquellos pastores de Valdeón en Estados Unidos

24/09/2023
 Actualizado a 24/09/2023
Aunque no era un día frío a Felipe Fernández de Martino le trae muchos recuerdos agradables calentarse al calor de la chimenea. | F. FERNÁNDEZ
Aunque no era un día frío a Felipe Fernández de Martino le trae muchos recuerdos agradables calentarse al calor de la chimenea. | F. FERNÁNDEZ

Sonia, nacida en Estados Unidos y encargada ahora de la Oficina de Turismo en Caín, regresa a casa, en Los Llanos de Valdeón. Su padre, el valdeonés Felipe Fernández de Martino, le explica: "Aquí me tiene, contándole mi vida, que parece que tiene interés".
- ¿Y le has contado la verdad de todo lo que has pasado?
- Pues claro que se lo he contado. Trabajar siempre es un orgullo.


Y la también valdeonesa Araceli Baraes Alonso, madre de Sonia y mujer de Felipe, remata la conversación con una frase que ha repetido varias veces a lo largo de la conversación: "En Estados Unidos hay que trabajar. Es la tierra de las oportunidades pero también del trabajo".

 
Y es que Estados Unidos fue el destino de ambos. "Fui como borreguero; iríamos alrededor de 200 de este valle, por un convenio que había hecho Franco, era un trabajo muy duro pero se hacía dinero".

 

Con 10 años, pastor trashumante


Pero antes de recordar la aventura americana Felipe, con ascendencia de Prioro y su madre de Sajambre, quiere recordar que ya sabía bien lo que era trabajar, desde niño. "Con diez años ya hacía la trashumancia, desde el Valle Hormas hasta las dehesas de Badajoz, desembarcamos en Plasencia. Iba con mi padre y mi tío, con ovejas nuestras y otras que eran de uno de Las Salas, que le llamaban Tío Miguelete, y otro de Tejerina, que le decían Gangrena, que pagaban 16 duros y 14 duros, pero había que responder de las ovejas, si había una desgracia o una lobada... que no ocurrió.

- ¿No tenías miedo con 10 años?
- Nunca supe lo que era el miedo, ni aquí de niño en los montes, ni en Arizona, ni en ninguna parte.


Es curioso como todos los motriles que recuerdan sus trabajos con el rebaño, siendo unos niños, lo hacen con nostalgia y hasta un toque de romanticismo. Mientras Felipe recuerda sus trabajos de niño, con increíble precisión, Araceli le pide que nos cuente "lo del burro, que es una historia que a mí me impresiona". 


Sonríe Felipe. Mira a los paisajes de Picos que se asoman por su viaje a, y recuerda la historia que le pide Araceli: "Entonces era mucho más niño aún, tenía cinco años, y fui con mi hermano mayor, Sino (de Onésimo) a Cuénabres, y había que ir a por sal para el ganado. Entonces trajeron al burro, le dieron un palo y él solo echó a andar hasta Tejerina, que se detuvo donde tenia que coger la sal, en casa de Pancracio. La cargamos, le dieron otro palo  al burro, y viaje de vuelta ¿Cómo le llamarán burro a este animal? Es lo más inteligente que hay y el que mejor detecta al lobo, a kilómetros".

"Hice mucho dinero trabajando para un judío, en un matadero, descuartizábamos 300 canales al día; trabajaba 70 horas a la semana, no cogía vacaciones porque las pagaban doble"


El siguiente paso en los recuerdos de Felipe fue su viaje a los Estados Unidos, para ejercer un oficio que llevó hasta aquel país a decenas de vecinos del Valle de Valdeón: Borregueros. "Yo diría que fuimos alrededor de 200 jóvenes de Valdeón. Yo marché el 24 de abril de 1960, aún tenía 17 años, cumplía los 18 una semana después!.


Era un oficio duro y solitario. Con miles de ovejas y, a veces, vacas. !Mi primer trabajo, estuve tres años, fue con un americano de 80 años, tenía 5000 ovejas. Era duro!.


No es que Felipe solo aguantara tres años, es que les hacían contratos por tres años y debían regresar a España. "Vine en el 63, estuve un tiempo y volví a Estados Unidos con un hermano mío que tenía 15 años, aún no había cumplido los 16, y él se quedó con la partida mía y yo me fui a otra. Aquello funcionaba así, yo no me legalicé para quedar hasta 1967, en Utah, con un mormón que tenía 15.000 ovejas y 10.000 vacas. Había que trabajar muy duro". Y recuerda que estuvieron a punto de llevarle para Vietnam...
- ¿Tienes nacionalidad americana?
- No. Nunca la quise. Yo soy español, de León. Mi hermano sí se hizo ciudadano americano.  


Felipe repite con frecuencia que trabajó mucho. En 1967, después de legalizarse, dijo que se iba a Los Ángeles a visitar a tres sobrinos que tenía allí y "solo volví a recoger mis cosas, sobre todo una radio, que  tenía un componente sentimental muy fuerte. Esas cosas a mí me llegan".


Y empezó Felipe Fernández de Martino ("mi madre era de la familia de Félix de Martino, el indiano que hizo la escuela de Soto") un periplo de singulares y duros trabajos. "El emigrante siempre quiere mejorar y yo agarré un trabajo en un matadero industrial de Los Ángeles, donde ya estaba uno de Caldevilla, donde se mataban 5000 piezas al día. Pero con el que más dinero hice fue con un judío, descuartizando 300 canales al día (600 mitades) que venían de Iowa, trabajaba  setenta horas a la semana, no cogía vacaciones porque las pagaban doble, me apuntaba a todo... cuando la compañía se vendió a otra y me dijeron que cogiera vacaciones y trabajara menos... me fui, con otros del Valle, Pedro Sadia entre ellos, a una mina a cielo abierto de cobre y algo de plata...".


"Yo me quería casar"


Felipe fue haciendo dinero, invertía en España compró pisos en el Polígono X... "pero yo me quería casar y en Estados Unidos no era como aquí, las mujeres también tienen otra mentalidad, no sé". Así que en 1974 viene a España, a Valdeón y él, que recuerda las fechas con una gran precisión, tiene otra aún mucho más fresca. "Eran las fiestas de San Pedro, que es el patrón de Soto y Caldevilla, y en ellas conocí a Araceli, que también era de Valdeón pero estaba trabajando de Auxiliar de Enfermera en Santander... y en 1975, un año después, nos casamos".

Felipe en Estados Unidos con dos parientes, Gabino Ovalle y Casimiro Gonzalo.
Felipe en Estados Unidos con dos parientes, Gabino Ovalle y Casimiro Gonzalo.


Pero el 29 de julio Felipe debe irse para Estados Unidos nuevamente, mala época, la de la gran crisis, había muy poco trabajo. "No se veía ni una grúa, ni obras... pero me fui al Norte y agarré trabajo en una Autovía, en Arizona. Recuerdo que fui a pedir trabajo, me dijeron que cuándo quería empezar y les dije: ‘Ahora’ . Me fui al coche, me cambié y manos a la obra".


Araceli no fue para Estados Unidos hasta el 18 de septiembre de aquel 1975, ella sola. "Yo ya había estado trabajando en Santander, sabía moverme por el mundo y marché sin ningún miedo". Y en ese punto quiere incidir en el importante papel de las mujeres: "Lo estaba pensando antes, cuando te contaba Felipe lo de la trashumancia, que es cierto que es un trabajo duro pero ¿y las mujeres que se quedan en casa? ¿quién atiende a la familia?, muchas veces de muchos hijos, siete u ocho era muy normal. Y ordeñar, arar, de todo. Yo también trabajé duro en Estados Unidos, estuve 10 años, por ejemplo, en una compañía de cosméticos".


Y es, además, Araceli ‘el pegamento’ de la familia, convencida de la importancia de mantener el contacto con las tres familias que han creado sus tres hijos, americanos pero también españoles, con unos nietos que... ya se sabe lo que suponen unos nietos.


Hace unos años decidieron venir a hacer el Camino de Santiago con una de ellas, Sonia, y una amiga maestra. "Dice que le gusta España y decide quedarse; atiende los pisos que habíamos comprado en León y es trabajadora como todos en esta familia. Ha dado clases particulares de inglés, en academias, colegios privados... y ahora en la oficina de turismo de Caín, donde buscaban gente con idiomas. Se ha casado aquí, en fin tiene su vida y así tenemos más motivos para regresar, que siempre ha sido un placer venir a nuestro Valle, disfrutar de este lugar mágico".

 
Pero los nietos ya ‘van tirando para regresar a Arizona’. Bien merecen esa vida plácida que ahora disfrutan después que una operación a corazón abierto jubiló al infatigable Felipe.

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