La centenaria lectora... y trabajadora

Este domingo cumple cien años, en Canales, Inés García López, cuya mayor pasión es la lectura

20/04/2025
 Actualizado a 20/04/2025
La centenaria Inés le da a su biznieto Alex una galleta, a cambio de un beso que el niño nunca le niega; al lado los últimos libros que ha leído. | F. FERNÁNDEZ
La centenaria Inés le da a su biznieto Alex una galleta, a cambio de un beso que el niño nunca le niega; al lado los últimos libros que ha leído. | F. FERNÁNDEZ

Inés, que este Domingo de Pascua está cumpliendo un siglo de vida, está en la cocina de su casa en Canales rodeada de sus dos hijos, cuatro nietos, un biznieto que no para quieto pero cuando le da una galleta le regala un beso… y es el centro de la conversación, que sigue con fluidez y participa: "Yo es que estoy muy bien de todo, del oído, de la vista, de cabeza… menos de las piernas, esas me fallan y me da mucha pena porque me tienen que ayudar para todo y ya me gustaría salir sola a dar un paseo ahora que vendrá el buen tiempo".
 
Inés García López está rodeada de libros. En la trébede tres que ya ha leído para ser devueltos a la Biblioteca Pública: 'Malena es nombre de tango', de Almudena Grandes, 'La monja alferez', de Ricard Ibáñez y 'Ramiro II de León. Un rey inesperado (900-950)', de Arturo García Aragón. Novela, historia… todo le gusta a esta lúcida centenaria.

Y sobre la mesa otros dos libros, con los que anda ahora enfrascada. 'En el amor y en la guerra', de Ildefonso Falcones, "que me lo regaló la nieta porque me había gustado 'La catedral del mar'. Este también me está gustando, pero me está costando un poco más de trabajo porque que tiene la letra algo pequeña y hay más enredo en la trama… pero ya voy casi por la mitad".

Y de la última de sus lecturas tiene especial interés en hablar de ella. Es el volumen coordinado por Mercedes G. Rojo sobre Faustina Álvarez: 'Una pionera feminista entre el magisterio y la inspección educativa’. "Es sobre una mujer muy importante de nuestro pueblo, de Canales, doña Faustina, que fue maestra e inspectora y muchas cosas más. Lo estoy leyendo, dicen cosas muy interesantes de ella, una gran mujer".
- ¿La conoció?
- No. Yo era muy niña cuando murió (Faustina Álvarez falleció en 1927 e Inés había nacido el 20 de abril de 1925) pero sí conocí a sus hijos, que venían mucho por el pueblo. Todavía viene parte de la familia. Recuerdo a Luis y Alejandro, que les gustaba mucho pescar, y a Matutina… a todos. Pero cuando la guerra, ya se sabe.
- ¿Se fueron a Asturias?
- Algunos; Alejandro (Casona) el hombre se tuvo que ir a Argentina.
- ¿Ha leído sus libros?
- Claro. Yo leo todo. Mira, eso que dicen de los de la droga, que tienen el mono, pues yo también lo tengo, pero de la lectura. A mí lo de ir al baile y eso no me daba más, pero pasar sin leer no puedo.
- ¿Tenía biblioteca en casa?
- No hombre. Pero leía todo lo que caía en mis manos y cuando tenía que bajar a León llevaba de aquellas novelas de Corín Tellado y las cambiaba en un quiosco; me cobraban creo que 25 céntimos por cada una. Y después, cuando me casé, con 33 años, me dejaba libros la familia de mi marido. Nunca dejé de leer.
- ¿Y de trabajar?
- Pues no me faltó, que ya se sabe cómo era aquella vida.

Recuerda Inés que su marido había tenido que ir a la guerra, al frente, estuvo bastante tiempo. "Contaba que en la guerra no lo pasó muy mal, que les daban de comer, pero que la posguerra fue lo peor. Él trajo de allí una enfermedad pulmonar, cosa mala, que le dijeron los médicos que nada de encerrarse en sitios sin aire limpio, que era muy malo. Le ofrecieron ir a las oficinas de una mina que había aquí y dijo que no, que nada cerrado. Y se quedó con el rebaño de su familia y al monte con las ovejas, allí pasaba el día".
- ¿Y le fue bien?
- Mucho. Como que vivió 97 años y eso que le habían tenido que extirpar un trozo de pulmón.
- Él 97 años, tú 100 y los que vengan… los hijos serán casi eternos.

Ella ríe. Los hijos (Inés y Toño) dicen que ya les gustaría pero… "ya no queda gente de aquella pasta, que mi madre también trabajó duro".

Asiente la centenaria. El marido estaba en el monte y ella tenía que llevar la casa y el resto de las faenas, del ganado, la hierba, la trilla… "Me ayudaban vecinos, pero había que hacerlo. Hasta que llegó primero la segadora y después la empacadora, menudos adelantos que fueron. Ya no necesitaba a los vecinos, aunque si me hacía falta ahí estaban". 
- ¿Y para celebrar el siglo habrá fiesta a lo grande?
- Hay movimiento desde hace días, ya lo veo, de los nietos…
-  Una tarta y cien velas...
- Y lo que sea, que yo como de todo, me gusta todo; bueno, las lentejas me gustan algo menos pero me las hacen en puré y para allá van.
- ¿Y hace matanza?
- En esta casa siempre se hizo matanza, y seguimos. El chorizo me gusta por el vivir; dice Inés aunque no desdeña la tarta del centenario.

No tanto como leer. O como darle una galleta a su biznieto Alex, de tan solo 21 meses, y pedirle un beso a cambio, que el inquieto niño no duda en darle. Uno y otro de regalo. 

Que bien lo merece la abuela lectora. Y trabajadora. 

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