
La tradicional cabalgata salió, como en cada edición, de Papalaguinda, aunque este año varió un poco su recorrido y pasó de Guzmán a La Condesa, San Marcos y Gran Vía.
Bailando y riendo, con mucho cachondeo, carrozas, comparsas y charangas se divirtieron de lo lindo durante el recorrido.
Aunque había muchos disfraces logradísimos para elegir, se llevaron la palma Heidi y compañía, las gallinas de un gallinero muy loco, con gallo incluido, y también el barco pirata, un puñado de setas o un grupo de bomberos que andaban buscando la manguera.
La mala noticia es que a partir de la plaza de la Inmaculada la lluvia logró aguar esta jornada festiva, pero aunque quedó algo deslucida, la fiesta se prolongó hasta el final del recorrido, en la plaza Mayor, donde caía lluvias a cántaros.