Hacer negocio con la crisis sí es posible

Pese a la pérdida de empresas, tiendas de segunda mano o talleres de costura sobreviven a la economía en recesión junto a ideas novedosas como las lavanderías de autoservicio

D. Aldonza
27/12/2015
 Actualizado a 19/09/2019
Roberto Núñez y Susana Pérez, en la tienda de segunda mano 'Bierzo Ocasión', en Ponferrada. | L.N.C.
Roberto Núñez y Susana Pérez, en la tienda de segunda mano 'Bierzo Ocasión', en Ponferrada. | L.N.C.
La idea de emprender un negocio implica un riesgo, pero si se suma el factor crisis, puede convertirse en una odisea. Mientras las acciones de las grandes empresas caían en picado en el edificio de la Bolsa, algún atrevido se ha lanzado a la aventura con ideas novedosas que han demostrado que hay negocios capaces de sobrevivir a la economía de recesión e incluso de crecer con ella.

«Y como no sabía que era imposible, lo hice», dijo Albert Einstein a comienzos del siglo XX. Y lo repitió una pareja, Angi y Javi, los creadores de Mr Wonderful. Con la filosofía de poner al mal tiempo buena cara, las tazas, libretas y mochilas de la firma le han dicho al mundo: ‘Tu idea mola’, ‘No hay nada imposible’, así que ‘Sueña en grande y pasarán cosas gigantes’. Eslóganes anti crisis que se han convertido en negocio. Pero no son los únicos y en el Bierzo, tierra de emprendedores, hay buenos ejemplos.

El primero está en la avenida La Puebla, la más comercial de la ciudad en el siglo XX y una muestra en la actualidad de la decadencia. Más de una treintena de los 70 locales comerciales de esta calle están ahora vacíos. Pero mientras algunos de aquellos escaparates acumulan el polvo recordando las sombras de la crisis, han aparecido otros establecimientos. Así, la céntrica avenida ha pasado de los grandes almacenes de ropa y las tiendas de lujo, a negocios como los dedicados a la compraventa de oro y hasta una lavandería de autoservicio.

Es el caso de la franquicia KWL-Aqua que regentan en Ponferrada Nelson Ribeiro y su socio Marcos López desde hace cerca de dos años. Ribeiro explica que es la única de estas características en el Bierzo y reconoce que, una parte del éxito del negocio, está relacionado con la crisis económica.

El propietario, portugués de adopción y estadounidense de nacimiento, recuerda que las lavanderías de autoservicio llevan muchos años funcionando en Estados Unidos. Un país en el que la población suele cambiar varias veces de vivienda y de ciudad a lo largo de su vida a causa del trabajo. «Por el momento en el que vivimos, esto mismo está empezando a suceder ahora en España», explica Ribeiro al advertir un «cambio de mentalidad».

Y es que si no hace tanto tiempo, a los 30 años la mayor parte de personas tenían un trabajo estable y se compraban un piso ‘para toda la vida’; en pocos años ese camino ha variado de rumbo y son muchos los que han tenido que cambiar de lugar de residencia para poder encontrar un empleo.

Esta nueva realidad ha propiciado la apertura de esta lavandería en la capital berciana, según confiesa. «Tenemos muchos clientes que vienen por un periodo corto, unas semanas o unos meses, a trabajar a Ponferrada y vienen a hacer la colada», afirma Ribeiro al anotar que «alquilan una habitación y no tienen lavadora en casa».
El dueño del negocio reconoce que también hay otro perfil de cliente que «viene a lavar la ropa porque se le ha estropeado la lavadora y en ese momento no tiene dinero para ir a la tienda y comprar otra». En la lavandería de La Puebla se realizan entre 20 y 30 coladas cada día a un precio de cuatro euros en las máquinas de doce kilos y de seis euros en las de 18 kilos.El tiempo de lavado es de poco más de media hora y también cuentan con secadoras. Los periodos de mayor actividad son los cambios de estación, primavera y otoño, cuando se lavan mantas, edredones y otras piezas grandes que no se pueden lavar en casa fácilmente y que llevarlas al tinte supone un coste mayor.Pese a que el negocio está creciendo, Ribeiro se queja de la mayor traba para que su negocio funcione: «El coste de la luz es altísimo». Algo que, dice, no ocurre en Estados Unidos.Lo ‘vintage’ está de modaOtro de los negocios que sí funcionan con la crisis es la compraventa de artículos de segunda mano. Detrás del mostrador de Bierzo Ocasión están desde enero de 2013 Susana Pérez y Roberto Núñez. A su alrededor, estantes llenos de joyas. Guitarras eléctricas y altavoces que guardan en su interior las notas de algún loco rockero de los 80, aviones teledirigidos con horas de vuelo sobre los árboles de algún monte del Bierzo, una antigua Master System que logró abatir a todo un ejercito de marcianos y hasta una escultura de una diosa en bronce y 200 kilos de peso, de la que solo se conoce otra pieza igual en una galería de California.El placer de dar una segunda vida a las cosas y el morbo sobre la historia que guardan detrás ha revalorizado lo viejoo lo ‘vintage’, que dicen los modernos. Y es que el dicho de que las modas siempre vuelven ha cobrado en los últimos años más sentido que nunca, por gusto o por necesidad, y junto a los clientes de anticuario, también están las víctimas de estos años difíciles.Así, hay quien ha hecho del tirón de la compraventa la fórmula para llegar a fin de mes. Desde Bierzo Ocasión explican que hay dos tipos de compra: en depósito (con un 80% de beneficio para el propietario y un 20% para la tienda) y la oferta directa en efectivo. «Algunas personas traen, por ejemplo, una cafetera y con el dinero de venderla, según salen por la puerta cruzan al supermercado de enfrente a comprar comida», afirma Roberto Núñez, que expone la otra realidad de las tiendas de segunda mano.Otro perfil de cliente común es el que cambia de ciudad por motivos de trabajo y se acerca a la tienda a vender algunos muebles y objetos personales. «Se trasladan, no pueden llevarse todo a cuestas y además consiguen un dinero extra por las cosas», cuenta.Eso sí, entre los compradores hay clientes muy diversos. La estrella de las ventas es, sin duda, la tecnología. Desde móviles de última generación a ordenadores, tablets o equipos de música. Artículos que en las tiendas tienen un alto coste y que es posible comprar seminuevos a menos de la mitad de su precio antes de romper el precinto.Bucear en el fondo del armarioLa idea de estrenar ha cambiado. Si hay un negocio que ha reflotado con la crisis, son las tiendas de arreglos. Prácticamente en todos los barrios de Ponferrada, incluido el centro comercial, hay un taller de costura. Bucear en el armario para rescatar un viejo abrigo o un vestido catapultado durante años en el fondo del cajón es una práctica cada vez más habitual. La dueña de L’Atelier Vintage, Jacqueline Fernández, sostiene que desde que abrió el taller en septiembre de 2014 los encargos para arreglos textiles no han dejado de aumentar.
«Antes la gente no cosía ni un botón, iban directamente a la tienda y compraban otra camisa», apostilla.
Fernández calcula que en la tienda se hacen dos restauraciones de abrigos de media cada semana. «Son prendas con 20 o 30 años de antigüedad que limpiamos, restauramos y adaptamos a la persona», comenta la modista. En L'Atelier también ‘customizan’ cazadoras vaqueras, camisetas o complementos. Un ejemplo de que lo exclusivo ya no lo aporta una marca, sino el placer de llevar algo único, hecho a mano.

Sin embargo, aunque estos antiguos negocios están resurgiendo con la crisis, no ocurre lo mismo, por ejemplo, con los zapateros. Miguel Ángel Marqués, uno de los trabajadores de la Zapatería Don Minuto, ubicada en una de las calles aledañas al Mercado de Abastos, sostiene que la falta de recursos económicos ha propiciado que la gente no compre buen calzado. «Antes se compraba zapato bueno en piel y se gastaba dinero en cambiar una suela, ahora si unos zapatos cuestan 15 euros, nadie se gasta 14 en arreglarlos», dice.

Desde el año 1988 remendando el calzado de un buen número de ponferradinos, Marqués subraya que no recuerda «una época tan mala como esta». «Los únicos arreglos que hacemos ahora es para pegar alguna pieza rota y cosas similares, parchear», lamenta el zapatero.

Una realidad que ha sido la de muchos de los negocios locales que han tenido que echar el cierre y también la de las pequeñas tiendas de barrio que se resisten con mucha dificultad cuando llega la hora de hacer caja. Pero también ha sido la época de los que han buscado una salida donde parecía no haber hueco para nadie.
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