Hace apenas unos semanas la compañía confirmó la finalización de los acabados interiores de la mayor parte de los edificios, así como de todos los saneamientos de la planta, “preparados ya para su enganche a la red pública”. Avances a los que se han sumado en las última semanas el acabado del pavimento industrial y buena parte del panelado, así como el cierre del edificio 3 y del espacio de control de accesos.

En la jornada de ayer se culminaron los trabajos en una fachada en la que prima el “rojo” de la compañía y en la que se leen las letras de la famosa cárnica. Una realidad a la que se ha sumado la instalación de las líneas en la zona de cocidos y de empaquetado donde ya se realizan las pruebas industriales previas a las labores de comienzo de la producción, previstas para comienzos del año 2017.
24 meses de trabajo
El pasado 16 de noviembre, se cumplieron dos años del incendio que calcinó la planta burgalesa de La Bureba. De toda la producción de Campofrío en España, el 80 por ciento dependía de la planta inaugurada en el polígono de Gamonal-Villayuda en 1993 por el Rey Juan Carlos. De ahí que una de las primeras decisiones de los responsables de la cárnica fuera estudiar “el traslado” de la línea de cocidos a puntos cercanos como Soria, Valencia o Extremadura.
De este modo, comenzaron a producirse las primeras recolocaciones de más de un centenar de empleados de Burgos en distintos puntos de España al tiempo que desde la dirección se aseguró el “mantenimiento de todos los puestos de trabajo”. De forma paralela se gestionó un Expediente de Regulación Temporal de Empleo para asegurar la supervivencia de la “familia Campofrío” en Burgos.
En total, de los 891 puestos directos de La Bureba, apenas tres días después de la tragedia se había conseguido recolocar al 13 por ciento, 118 trabajadores. Hoy en día hay 159 empleados distribuidos en las plantas de Madrid, Torrente (Valencia), Ólvega (Soria) y Torrijos (Toledo), además de en el matadero de Carnes Selectas de la capital burgalesa.
Máxima seguridad
La nueva fábrica de Campofrío dispone de 20.000 rociadores instalados alrededor de 70 kilómetros de tuberías para evitar que pueda producirse un incendio como el que calcinó la fábrica hace dos años. Así lo aseguraron fuentes de la compañía, que indicaron que además se han construido calles de 10 metros para separar cada uno de los cinco edificios y evitar que el fuego pueda propagarse si llegase el caso.
De este modo, la Nueva Bureba cuenta con todos los estándares de seguridad y con un nivel “muy superior” de protección al exigido en aras a evitar una catástrofe como la que en noviembre de 2014 redujo a cenizas la planta más moderna de Campofrío.