"Está demostrado que la caza no sustituye a la depredación que realizan los lobos"

Entrevista a Andrés Ordiz Fernández, profesor en el área de Zoolgía de la Universidad de León

21/01/2024
 Actualizado a 21/01/2024
Andrés Ordiz. | MAURICIO PEÑA
Andrés Ordiz. | MAURICIO PEÑA

El lobo, su estatus y nivel de protección y su conflicto con la ganadería ha sido y continúa siendo el centro de muchos debates políticos y sociales con diversidad de opiniones. Una postura, de protección del cánido, que defiende en esta entrevista para La Nueva Crónica el profesor en el Área de Zoología, del Departamento de Biodiversidad y Gestión Ambiental de la Facultad de Ciencias Biológicas y Ambientales de la Universidad de León, Andrés Ordiz Fernández, autor también de un artículo en el que se explican los motivos de la inclusión de este animal en el Listado de Especies en Régimen de Protección Especial (Lespre). Sus respuestas, las ofrece aferrándose a datos científicos. 

– ¿Cuál es el estado actual de las poblaciones de lobo ibérico y su estado histórico?
– En España se han hecho únicamente dos estimas a nivel nacional de la población de lobo, una a finales de los años 80 y otra hace aproximadamente una década. En la primera se estimó la presencia de 294 manadas o grupos y en la reciente, 297. Es decir, 300 en números redondos en ambos casos, una estima extremadamente similar y que de ninguna manera sustenta que la población haya aumentado. El aumento se produjo, tras haber alcanzado mínimos históricos, en los 70-80, pero desde entonces esos números muestran estabilidad. A una escala más fina si ha habido algunos cambios: por ejemplo, se habla mucho de que hayan llegado lobos a la comunidad de Madrid, pero al mismo tiempo se han extinguido completamente en Sierra Morena. 

– ¿Y en la provincia de León?
– En la estima de hace aproximadamente diez años se estimó que en Castilla y León había 179 grupos, de los cuales 54 se atribuyeron a León. Actualmente se está, al parecer, haciendo un nuevo censo, y veremos qué sale, pero mientras no haya algo publicado y que pueda ser revisado, no se puede concluir nada. Será, además, muy importante ver cuál es el ‘esfuerzo de muestreo’, un parámetro fundamental para saber si los datos de una estima poblacional o censo son comparables en el tiempo. Si, por ejemplo, ahora se pusiera un esfuerzo superior al de hace diez años, habría que tenerlo muy en cuenta a la hora de hacer comparaciones con los datos de entonces. Otra cosa importante es evitar dobles conteos de grupos, que a menudo se localizan en las montañas que sirven como límites provinciales o regionales y pueden ser contados en ambos lados, por ejemplo.

– Según los datos de la Junta de Castilla y León, de las 179 manadas del último censo de 2014 se ha pasado a las más de 200 de la actualidad en la comunidad. ¿Tiene explicación la extinción del lobo en la zona sur y prácticamente en la totalidad de la península y sin embargo que en el norte de España se diga que sigue creciendo? 
– Al hilo de mi respuesta anterior, lo que hubo en el norte hace unos años fue una pequeña recuperación de parte del rango histórico de distribución, pero lo fundamental es que, como te comento, el número de grupos apenas ha variado entre las dos estimas realizadas. Los lobos del sur, que ya sólo quedaban en Sierra Morena, han estado aislados mucho tiempo y finalmente se dan –oficialmente– por extinguidos. Por tanto, no afirmaría que en el norte sigan creciendo. De hecho, un dictamen a nivel europeo estableció que la población ibérica de lobos no muestra un ‘estado de conservación favorable’, así se llama formalmente, mientras que otras poblaciones europeas han mostrado un avance muchísimo más rápido, tanto en número de grupos como en área ocupada, en las dos últimas décadas. Por ejemplo, recolonizando toda Alemania, tras la llegada de lobos del este de Europa (Polonia o Bielorrusia) y llegando, tras establecerse y dispersar por Alemania, a criar en Dinamarca, donde no lo hacían desde hace 200 años, incluso a Holanda y Bélgica, donde hacía también al menos un siglo que no había lobos. En Francia también hubo una recuperación con lobos de origen italiano, una vez que la población italiana se recuperó y expandió hacia el norte. Los cambios recientes en el área de distribución del lobo ibérico son mínimos comparado con todo eso, con muy escasa expansión hacia el este y el sur del área de distribución habitual en las últimas décadas, y que está restringida al noroeste ibérico. El 90% de los lobos están en Galicia, Castilla y León y Asturias, y eso no ha cambiado.

– En base a esas cifras, ¿cree usted que se puede considerar que es una especie en posible peligro de extinción en estas zonas del norte de España?
– No se ha valorado que el lobo pueda ser considerado como especie en peligro de extinción, pero sí como especie ‘vulnerable’, que es el siguiente nivel de protección, por debajo del de peligro de extinción. El área de distribución del lobo en España en la Península Ibérica en las últimas décadas está muy probablemente por debajo del 50% de su área de distribución histórica. Ese umbral es importante, porque determina cuando una especie podría ser considerada como ‘vulnerable’, con las implicaciones de gestión que eso conlleva, incluso si la especie está mostrando síntomas de mejoría. Ese es un criterio de la IUCN transpuesto a la normativa española. Por ello se solicitó que el lobo fuera catalogado (’protegido’) como vulnerable, pero en septiembre de 2021 el Ministerio resolvió incluirlo en el tercer nivel de protección, por debajo de ‘vulnerable’, y que es el Listado de Especies en Régimen de Protección Especial (Lespre). Una implicación directa es que la especie no puede ser considerada como cinegética, como algunas comunidades autónomas al norte del Duero venían haciendo.

– Según también datos de la Junta, León registró en la primera mitad del 2023 un total de 123 ataques de lobo que dejaron 173 cabezas de ganado muertas. Además, Castilla y León en su conjunto contabilizó un crecimiento del 29 por ciento, en el primer semestre del año (con 9 ataques y 15 cabezas muertas al día), de los ataques del lobo a la ganadería en relación al periodo anterior a la inclusión de este cánido en el Lespre. ¿Son motivos suficientes para permitir y justificar la caza controlada del animal en favor de la pervivencia de la ganadería?
– La mortalidad de ganado atribuida al lobo es bastante menor del 1% de la cabaña ganadera. Lo demuestran los datos incluidos en la llamada Estrategia de conservación de la especie, que sienta las bases para su gestión y que tuvo que ser revisada al incluir a la especie en el Lespre. En artículos científicos tanto de España como de otros países se ha mostrado que cazar lobos no es la solución, a no ser que se mate un porcentaje de la población inasumible, claro está. De hecho, matar lobos puede generar un aumento de los daños, tal vez porque se desestructuran los grupos familiares. Ahora mismo no puede haber mortalidad legal de lobos, salvo por los llamados ‘controles’ de individuos, que pueden darse si se cumplen una serie de requisitos, pero no hay duda ninguna de que sigue habiendo mortalidad ilegal. Casos recientes han aparecido en la prensa tanto de León como de Asturias a este respecto, donde los furtivos han hecho además alarde de sus actos, dejando lobos degollados y decapitados en diferentes puntos.

– A tenor de lo anterior, la ganadería extensiva podría tener futuro sin realizar un control de este mamífero...
– Los datos oficiales de cabaña ganadera de vacuno muestran que, de hecho, en los últimos años hay más vacas que en tiempos anteriores. Patrón similar en Asturias y en Castilla y León. Menos ganaderos (menos población en general en el mundo rural) pero más vacas… Tal vez tenga que ver con subvenciones europeas, cambios en tipos de ganado, pero el caso es que la ganadería extensiva de vacuno no va en absoluto a menos, con los datos en la mano e independientemente de la población de lobo.

– ¿Existe algún argumento científico que justifique la caza de este animal?
– Una misma especie puede gestionarse de maneras muy diferentes en distintos lugares, en función de que, por ejemplo, se desee que su población aumente, disminuya o se mantenga más o menos constante. Normalmente se protegen especies con tamaños de población pequeñas, amenazadas, mientras que se cazan de manera teóricamente sostenible en el tiempo las que se ven como un recurso (cinegético, piscícola), y se intenta disminuir o incluso erradicar las que se consideran especies invasoras y/o productoras de plagas. Las especies de grandes carnívoros, como lobos, osos, o grandes felinos, son ‘especies clave’, así las llamamos en Biología, que tienen tamaños de población pequeños, que viven en bajas densidades comparados con las especies de presas de las que se alimentan, y que, sin embargo, a pesar de esos pequeños tamaños de población o baja densidad, pueden jugar un papel regulador en el ecosistema mucho mayor de lo que su escasa abundancia haría suponer. Las especies de grandes carnívoros nunca pueden mostrar una ‘superpoblación’, como a veces se lee, porque están sujetas a mecanismos de control de su densidad tanto intrínsecos (especies territoriales, con bajas tasas de reproducción, etc.) y extrínsecos (disponibilidad de presas, disponibilidad de territorio, altas tasas de mortalidad humana…). El papel que pueden jugar estas especies, como los lobos, en los ecosistemas es precisamente una razón muy importante para su conservación, para haber dejado de verlos como una ‘alimaña’, y en este sentido lo ideal es que no sean cazados, para que puedan jugar ese papel regulador en los ecosistemas, con poblaciones reguladas por lo que llamamos ‘capacidad de carga’ –es decir, dependientes de la cantidad de ‘comida’ (presas), hábitat…– con la menor intervención humana posible.

– ¿Hay alguna solución para evitar los daños que provoca este cánido?
– Desde luego la prevención, la aplicación de medidas preventivas de daños, mediante cercados, perros (los mastines de León son el gran ejemplo), etc., son la mejor medida. Más difícil ciertamente de aplicar en extensivo que en intensivo, pero está muy bien documentando que la prevención es la clave. En sitios donde no ha dejado de haber lobos y no se han abandonado los métodos tradicionales de prevención hay mucho menos conflicto, o prácticamente ninguno, que en bordes del área de distribución, donde la llegada de lobos a zonas con ganado desprotegido supone una fuente de conflicto.

– ¿Tiene sentido que desde la Unión Europea se plantee ahora el cambio de la protección del lobo de ‘estrictamente protegido’ a ‘protegido’? 
– Habría que valorar las distintas situaciones en distintos países, porque como comenté antes el proceso en las últimas décadas es muy diferente según países. 

– La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, aseguró para argumentar su postura que «la concentración de manadas de lobos en algunas regiones europeas se ha convertido en un peligro real para el ganado y potencialmente también para los humanos». ¿Realmente existe un peligro de que este animal ataque a personas?
– No, la verdad es que sorprenden y cansan mucho esas declaraciones. Hace muchas décadas que no se constatan ataques a personas en Europa, e incluso los últimos sucedidos y atribuidos a la especie están en entredicho. Sinceramente, la gestión de los grandes carnívoros, lobos incluidos, debería basarse en datos científicos, que para eso investigamos y para eso hay datos, generados con dinero público, en vez de utilizar a la especie como un arma arrojadiza entre políticos que, ciertamente, deberían informarse bien antes de hablar. A menudo, da vergüenza ajena escuchar muchas cosas.

– En España, actualmente la gestión de esta especie está en manos del Gobierno, pero Castilla y León y otras comunidades están demando que les devuelvan las competencias. ¿Cuál sería la mejor fórmula para su gestión?
– La inclusión del lobo en el Lespre ha sido una muy buena noticia porque no tiene sentido gestionar una población como la del lobo ibérico a nivel de comunidades autónomas. Hasta la inclusión de la especie en el Lespre, un mismo grupo de lobos en la Cordillera Cantábrica, por ejemplo, tendría la consideración de especie cinegética al sur de la Cordillera, y de no cazable al norte… O protegido al sur del Duero pero cazable al norte. O cazable en el lado español pero no el portugués, donde la especie está protegida hace décadas. Es una única población ibérica única, que se extiende por varias comunidades, entre dos países, y tiene sentido que se gestione con criterios comunes. Confío en que la especie no salga del Lespre y que, en todo caso y a la luz de los últimos trabajos científicos, se reevalúe incluso un aumento de su protección (a ‘vulnerable’), dado que el área de distribución actual no aumenta de manera tangible y la pérdida de los lobos del sur de España ha conllevado además una reducción de su diversidad genética, que es hoy día incluso menor a la que tenía la población en los años 70 del siglo pasado. Teniendo en cuenta aspectos genéticos, y no solo puros números de tamaño poblacional actual, el área de expansión y el tamaño de población deberían aumentar para asegurar la viabilidad de la población a largo plazo (80-100 años), que es el verdadero asunto que valoramos en Biología. Estas aseveraciones se basan en trabajos científicos publicados, no son opiniones mías sin más.

– ¿Qué consecuencias tendría para el ser humano como para el medio ambiente el descenso poblacional de este depredador?
– Perder grandes carnívoros, o que sus poblaciones no sean funcionales, es decir, que no sean lo suficientemente grandes y distribuidas en grandes áreas, limita lógicamente su papel en los ecosistemas. Difícilmente van a poder regular las poblaciones de ciervos o jabalíes, por ejemplo. Está demostrado que la caza no sustituye a la depredación que realizan los grandes carnívoros, porque estos afectan a todas las clases de edad, jóvenes y adultos de presas, mientras que la caza por parte del ser humano se centra en otros grupos de edad y no limita, habitualmente, la dinámica de la población de los ungulados como lo hace la depredación natural.

– ¿Es posible lograr un equilibrio para la conservación del lobo y del ganado?
– Sí. Algunas zonas con densidad alta de lobos tienen poco o ningún conflicto, como comenté antes. He hablado con pastores que no tienen daños en muchos años, algunos nunca, incluso con rebaños de ovejas compartiendo el territorio con grupos reproductores de lobos. Pero siempre se trataba de rebaños con un buen grupo de perros, pastoreados de día y guardados de noche. 

– Y personalmente, ¿qué opina de los casos de furtivismo?
– A mi entender, que es necesario un esfuerzo muy importante para perseguir esa lacra y que la protección de la especie sea efectiva. Uno lee o escucha a veces declaraciones poco concluyentes por parte de políticos cuando suceden actos así, que requieren una condena expresa, como delito grave que son.

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