"Conocí a Paco Morgado el año pasado por un amigo y le dije que ya no lo podía arreglar pero que me gustaría hacer la trashumancia con él. Le di mi teléfono y cuando empezaba a pensar que se había olvidado de mí... me llama para ver si seguía con la idea. Y aquí estoy, feliz de haberlo hecho".
Es Bárbara, una enfermera salmantina afincada en el País Vasco, buena horticultora "con su chico", que dice bien lo de estar feliz de "haberlo hecho", pues está a punto de llegar a su destino en la majada de La Uña, después de haber salido hace un mes y una semana de Los Llanos de Cáceres, con "la cuadrilla multicultural" de Paco Morgado. Caminan con ella el singular Jesús ‘El Torero’, todo un personaje; un vasco (Koldo), un catalán (Marc) y un peruano (Jose). "Y Paco, claro, que es un privilegio estar a su lado. He aprendido mucho, pero no solo de ganadería, que también, de todo, de la vida, de interpretar la naturaleza, del uso de la misma, las plantas, cómo entender a los careas y los mastines... ha sido, está siendo, una gran experiencia".
– ¿Y dura?
– A veces muy dura, es cierto.
– El calor, con unas temperaturas casi insoportables.
– Sí es verdad, algunos días de la semana pasada parecía que nos comían los mosquitos; pero para mí fue más duro cuando atravesamos por los sembrados de Castilla. Aquello se me hizo todavía más duro.
Recuerda Paco que otra chica abandonó, pero Bárbara asegura que nunca se le pasó por la cabeza, que siempre tuvo claro que llegaría a La Uña.
– ¿Tanto como para repetir?
– Por supuesto. Te diría más para que me creas: si pudiera cuadrar fechas en el trabajo, que no será fácil pues he gastado muchos días ahora, volvería en el otoño, cuando vaya a bajar Paco de nuevo a Extremadura para ir de nuevo con él.
Paco sonríe al escucharla: "Es dura, muy dura. Y lista, aprende muy rápido".
No faltan las bromas en la cuadrilla, con el hambre del torero, las paradas, las sentencias de Morgado, el sabio que sabe muchas cosas porque tiene mucho tiempo para reflexionar sobre ellas en la majada. Y un socarrón empedernido.
– Paco, ¿en el chozo tienes luz?
– Sí, claro, pero solo de día.
Él sonríe. Bárbara dice: "¿Lo ves?".
