"El territorio está en riesgo de gran incendio. Las condiciones son muy extremas"

A dos años del incendio de la Tebaida, el cambio climático y la cultura del fuego siguen marcando la alerta en los territorios, a la espera de que el Plan de Montes cobre forma

Mar Iglesias
05/04/2019
 Actualizado a 14/09/2019
El fuego en la Tebaida movilizó a la sociedad en busca de los culpables. | ICAL
El fuego en la Tebaida movilizó a la sociedad en busca de los culpables. | ICAL
«El territorio está en riesgo de gran incendio. Las condiciones son muy extremas», reconoce el profesor en el Departamento de Ingeniería y Ciencias Agrarias en la Universidad de León, Alfonso Fernández-Manso a dos años de la gran tragedia de la Tebaida berciana, que asoló a algo menos de 1.800 hectáreas de un territorio muy especial, el valle del Oza, cerca de los dos pueblos emblemáticos, San Pedro de Montes de Valdueza y Peñalba de Santiago.

Aquella tragedia marcó un punto y aparte en la mirada al fuego. Desde entonces se desempolvó un Plan de desarrollo de Montes que había redactado la Universidad de León, con Manso a la cabeza y que dormía desde hacía una década sin que sus preceptos tomaran ritmo. Fue el gran incendio, que inquebrantable se mantenía en las montañas durante días desde el 19 de abril de 2017 y que llegaba a nivel 2 poniendo en jaque el escenario del Monasterio de Montes, un legado insustituible el que lo recordó.

Aunque ha habido incendios de mayores dimensiones en el Bierzo, este fue el que hizo saltar las alarmas y levantó a la sociedad que salió a la calle pidiendo que la ley dejara caer su peso sobre el posible autor del siniestro, el ganadero de Bouzas, presunto autor según los ecologistas, que le denunciaron ante los tribunales y cuya autoría aún no ha sido resuelta. Este mismo viernes sigue el juicio con las testificales de los responsables de los cotos de caza de la zona . Sí se perfiló también un segundo problema, la dificultad para ir contra el incendiario y un tercer problema también, el después del fuego. Los estériles caídos sobre las vías de comunicación a Peñalba de Santiago, que dejaron al pueblo, uno de los que cuenta con el marchamo de más bonitos de España, incomunicado por momentos.

Un arroyo se vino abajo y los estériles taponaron el vial al Oza, mientras que también la conexión entre San Cristóbal y Peñalba por una pista también caía en parte y quedaba inservible, al punto que se tuvo que acondicionar una tercera vertiente, por el Alto de la Cruz, tres kilómetros que han servido para salvar al pueblo de la incomunicación. Aunque se habló durante tiempo de que el incendio no había tenido que ver con ese arrastre, un estudio universitario certificó que era consecuencia directa del mismo «ha pasado también en otras zonas», dice Manso «y es algo de muy difícil solución».

Y el hoy no deja unas buenas expectativas según Manso, aunque reconoce que en la zona las cosas han comenzado a cambiar con el desarrollo de aquel Plan de ordenación y sobre todo porque lo que está quemado no volverá a arder. Pero en las cercanías, lo que no ha sido pasto de las llamas, mira al cielo. «Si el clima no acompaña el año será malo. Necesitamos lluvia». Si esta no llega «incendios que podrían ser pequeños podrán ser catástrofes» como pasó en la Tebaida «donde hubo mucha suerte de que se parara».

Al menos, en los últimos dos años se le ha puesto ruedas al Plan de Montes que él lideró«que ahora no es más que papel pero que en el futuro será una manera de atraer inversiones que puedan ayudar a hacer que sean menos peligrosos». Hubo que actualizarlo y retomarlo en este tiempo, tras el incendio y «está prácticamente acabado, pero el proceso administrativo lo ha alargado.

No ha sido fácil, pero es un tema a largo plazo». Se ha hecho un plan de autoprotección «pero hay que ejecutarlo», reconoce, aunque aplaude que ese sea el primer paso «está bien estudiar cada núcleo de población e intentar prevenir» y después trabajar a nivel de monte «aunque sea un tema complicado».

Tecnológicamente hoy hay más herramientas para simular incendios y conocerlos «tenemos conocimiento del planeta pero las acciones no cambian. Somos muy poco proactivos a la hora de solucionar esos problemas», lamenta, que van mucho más allá del propio fuego «es un tema socioeconómico de gran trascendencia. Es el síntoma de una enfermedad». Por eso, aunque Ponferrada haya comenzado a dar pasos, el noroeste no ha cambiado, y sigue manteniendo dos vectores de peligro muy activos, por un lado el cambio climático, que ya ha sido reconocido como real, y la cultura del fuego en el ámbito rural, que se está deshabitando. Ambos contribuyen a que este problema se encalle «y es bastante difícil de solucionar».

El síntoma de todo ello son los incendios. Estos territorios se gestionaban con campesinos y ganado «y lo que nos queda es una gestión subsidiada por parte dela administración pero ¿puede hacerlo? Es difícil», se responde el profesor. Incluso en Ponferrada, con el esfuerzo que se está haciendo con el plan, incluso económico, solo se pretende gestionar el 7% de las zonas en peligro en la comarca.

Así las cosas, con primaveras dilatadas y las sequía que cada vez tocan más el espacio climático tenemos situaciones de alarma «mucho combustible y situación muy seca, incluso sin viento, el fuego se convierte en una enorme tormenta de fuego».

Lo que queda por hacer frente a ello es «trabajar en atajar a los incendiarios y a los que tienen interés en quemar, fomentar la selvicultura preventiva y poco más». Pero mientras ya se han comenzado a escuchar los helicópteros canguro sobre los montes de Palacios o Benuza, un vuelo que se hace más pronto que otros años. A nivel Europeo se ha quemado más a estas alturas de año y el problema se extiende a todo el Norte de Europa, dice Manso.

El año pasado «fue relativamente tranquilo», pero se abre un año «complicado. Dependemos mucho de que nadie queme cuando se den condiciones extremas, pero cada vez se dan más». Y aunque el monte es sabio y sepa recuperarse, Manso advierte que todo el suelo de la Tebaida no será recuperable. Eso se lo queda el fuego.

Contra los incendios, la esperanza en el ecologismo


En Ponferrada el núcleo es asimétrico, reconoce el profesor Alfonso Fernández-Manso, con respecto a la prevalencia de los incendios. En la zona que determinan los Compludos no ha habido fuegos, tal vez porque hay una organización ecologista vigilante en la zona y se respete más el medio y sus posibilidades, considera. Esa es la clave para que en la zona del Oza ardan otras partes y esa no.

«La zona Este de Ponferrada ha sido muy defendida. Es importante que haya gente con sensibilidad, que se invierta un poco y aunque se den las condiciones contrarias no se den los incendios», reconoce como lección positiva del incendio.

Si hubiera personas con proyectos en los pueblos, interesados en volver a ellos, la sintonía incendiaria podría cambiar como ocurre en Labaniego, una población del Bierzo Alto donde se ha apostado por proyectos rurales innovadores «pequeñas actuaciones sobre el territorio dan lugar a que eso se pare».Hay que recuperar a la población y defender los pueblos, aunque reconoce que las administraciones, pese a llevarse a la boca siempre la despoblación como su mayor lucha, no hacen demasiado «el mundo rural está superburocratizado, se generan pocas ayudas para los pequeños proyectos, no para los grandes. Cualquier iniciativa pasa por tal burocracia que hace que los emprendedores se vuelvan atrás», lamenta.

El croowdfundig finalmente es lo que saca adelante algunos de esos pequeños proyectos interesantes que definen la vuelta al campo y, al tiempo, como beneficio colateral, que los bosques sigan vivos «es necesario microproyectos y esos no se atienden», reprocha aunque sí otros grandes como Forestalia.

Los ojos vuelven a buscar la Mirada Circular


Hace once años la Ciudad de la Energía dio sustento a un proyecto vertebrador del territorio berciano desde el que arropar la marca Bierzo como iniciadora de una idea turística y de puesta en valor del territorio, algo que tiene que ver con el cuidado de la tierra frente a los incendios. Manso estuvo detrás de aquel proyecto innovador que marcó un hito y que sacó la cabeza con una potencia enorme, aunque finalmente se vino abajo.

«Hubiera sido muy interesante desarrollarlo hace 12 años, que había tejido», dice ahora, aunque el nuevo director de la Fundación Ciuden, Arsenio Terrón está interesado en recuperar aquella base de desarrollo que inició José Ángel Azuara desde su mismo puesto. «Si se cree en la idea original, de integrar la periferia del Bierzo a partir de un proyecto con apoyo institucional, seguiría teniendo sentido», reconoce Manso.

El recorrido siempre existe. Siguen siendo las 15 etapas temáticas en las que se reparten 330 kilómetros con la diversidad y frescura de un Bierzo por conquistar, incluso por episodios. Cuando se presentó esa idea, hace 11 años, no se pensaba en que fuera una propuesta sustitutiva del carbón «porque no se sabía que el carbón se iba a acabar». Pero ahora se habla de vertebración territorial, de turismo como eje de futuro y tal vez pueda volverse a ver aquella Mirada que se quedó tan olvidada como perdida «pasa con todos los proyectos de la comarca, problemas de ruido, de protagonismo…pero es algo que se podría retomar».

Ahora es más difícil, porque se perdieron los dominios y la marca, que compró una empresa privada. La página web, muy innovadora, también se perdió «hace un año, cuando se cumplieron 10 caducaba la marca y la cogió la empresa local Binatur. Ciuden no quiso renovarlo. Ahora ni siquiera la marca pertenece a la Ciuden», explica Manso.

Pese a que «sería un punto de partida para unir muchas iniciativas, como el Camino Olvidado, que hace cuatro años no era nada y ahora comienza a atraer, a tener albergues nuevos», no se le ha permitido crecer. Y eso que su encaje fue apoteósico incluso con pasaportes que había que ir sellando por etapas que muchos caminantes cubrieron. Pero «cuando se buscaron apoyos locales, falló. A Ciuden se le fue de las manos, lo utilizó y no se consiguió el tejido territorial que necesitaba, con ayudas y llevando la gran marca que tuvo mucho potencial. Que se perdiera es algo irreal», lamenta el profesor.

Aún hoy la página es novedosa a nivel mundial con los traks que ahora son habituales pero que se iniciaban allí.«Se puede volver a hacer, pero se pierden etapas y fuerzas». Manso, aún así, espera que la nueva sensibilidad de la Ciuden la pueda retomar y también creerse que el carbón se muere, algo que hasta ahora no había supuesto una realidad «hay que pensar en que no se dan las condiciones para continuar con el carbón». Si se recupera espera que se genere economía en todas las zonas, con pruebas deportivas y nuevas propuestas. «No debería ser un problema de competir internamente sino para que vengan los turistas aquí», dice Manso.
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