El sicario al que contrató para que matara a su mujer era un confidente de la Policía

El acusado sostiene que fue víctima de una extorsión y que se había olvidado de que tenía 10.000 euros en el coche

I. Herrera
16/11/2015
 Actualizado a 16/09/2019
La Audiencia Provincial juzga a un hombre de Villadangos del Páramo (León) por contratar presuntamente a un sicario para asesinar a su mujer. | CARLOS S. CAMPILLO (ICAL)
La Audiencia Provincial juzga a un hombre de Villadangos del Páramo (León) por contratar presuntamente a un sicario para asesinar a su mujer. | CARLOS S. CAMPILLO (ICAL)
El acusado de intentar acabar con la vida de su esposa por medio de un sicario defiende su inocencia y asegura que fue víctima de una extorsión. José María C.R., que tras salir en libertad provisional volvió al domicilio familiar donde convive con la mujer a la que supuestamente quiso matar, negó haber tenido esta intención en momento alguno y dijo haber sido objeto de un chantaje por parte del presunto sicario «para que le pagara un dinero a cambio de que no le contara a mi mujer mi otra relación». Una relación extramatrimonial «de un sábado o dos al mes» que reconoció se había prolongado durante casi cinco años y que concluyó a raíz de los hechos que ahora se juzgan en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de León.

Esa era la versión del procesado. Sin embargo, la acusación del Ministerio Público –no hay acusación particular ya que su esposa ha renunciado a emprender acciones contra él–, entiende que lo que existió fue un delito de asesinato en grado de tentativa por el que solicita para José María C.R. una pena de prisión de 13 años. Su tesis se vio refrendada por las pruebas testificales que se practicaron ayer, la de tres agentes de policía y cuatro testigos protegidos y supuestos sicarios a los que contrató para que mataran a su esposa a cambio de 20.000 euros.

Tal y como se exponía ayer en la sala, la primera persona a la que le fue encargado el cometido entró el prisión antes de ejecutar el crimen, por lo que un tercero, conocido de los otros dos –contratante y contratado– por ser compañeros de partidas de dominó y de billar y frecuentar los mismos bares, recibió el encargo. Casualmente, éste era confidente de la Policía Nacional, a la que puso en conocimiento de lo que el acusado pretendía dando pie a que se iniciara la investigación.
El acusado explicaba durante su interrogatorio que tanto uno como otro conocían su relación con la amante y que la extorsión empezó con el primero, al que habría pagado 3.000 euros a cambio de su silencio pensando que «ahí acabaría todo». Una vez que éste entró en prisión el chantaje continuó, explicaba, con el segundo de los presuntos sicarios (al que ayudarían otras dos personas, también testigos protegidos), según él extorsionador, que le pidió primero 5.000 euros y luego 8.000.

Según José María C.R., él se negó a pagarlos y fue entonces amenazado de que las cosas no iban a quedar así. No obstante, la fiscal quiso saber entonces por qué en el momento de su detención localizaron en su coche 10.000 euros en fajos de billetes: «Estaban en mi coche porque se me había olvidado que lo tenía allí», fue la respuesta del acusado.

El Ministerio Público entiende que el dinero estaba destinado a pagar al sicario que tenía que matar a su mujer el 14 de agosto de 2014 –en segundo intento, porque la primera fecha fijada era el día 13 pero no se cumplió–. Según se escuchó en la sala de voz de los testigos, el resto del dinero le sería abonado cuando el acusado recibiera una foto de su esposa muerta.

El propio procesado, explicaban, les había llevado tanto al domicilio familiar en Villaquilambre como a la vivienda en la que pasaban los meses de verano en Villadangos facilitándoles todos los detalles sobre las rutinas de su esposa: por dónde salía con el coche, sus horarios, dónde colocaba el bolso cuando iba en el coche, dónde tomaba café antes de ir al trabajo, el fallo que tenía el vehículo en la palanca de cambios... Este último detalle fue considerado de importancia para el Ministerio Público al entender que se trata de un aspecto que no hubiera procedido comentar de no ser porque el plan indicaba que tenía que parecer un robo y que una vez que acabaran con la vida de la mujer la llevarían lejos en su propio coche dejándola abandonada.

La vista continúa este martes con los testimonios de la esposa y la examante, y está previsto que la causa quede vista para sentencia. José María C.R. acusaba a los testigos protegidos de mentir y sostenía que, como le había dicho su propia mujer tras aceptar su peticiones de perdón, «si la hubiera querido matar la podía haber tirado al Canal» junto al que paseaban cada tarde.
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