
Desde la iglesia de San Francisco salió a las 19:45 horas el Dainos, organizado por la Cofradía del Santísimo Cristo de la Expiración y del Silencio, con su canto de la ‘buena muerte’ en un recorrido que lo llevó acompañado de la Banda de Música de las Siete Palabras hasta la Catedral y Santa Nonia, donde tuvo lugar el encuentro con la Madre, en colaboración con la Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias y Soledad.
Ya pasadas las 20:45 horas salía la última procesión del día, la organizada por la Cofradía Nuestro Padre Jesús de la Redención. Tres toques a la puerta de las Carbajalas llamaban a los hermanos a la procesión y salía el Cristo de la Misericordia con su manto de claveles rojos. Sonaba Jesús del Prendimiento a los sones de la Agrupación Musical del Dulce Nombre y la plaza del Grano enmudecía. Los de rojo y negro, horqueta en mano, volvía a las calles del barrio de San Martín, demostrando tradición, silencio y una puja lenta, suave, sobria y exacta. Al Cristo titular lo acompañaba la AM de la Bienaventuranza y a la Divina Gracia, como siempre, la AM de Angustias y Soledad.
Hubo un pequeño percance en la salida, cuando los hermanos colocan en el trono al Cristo titular en el exterior del templo. La gente agolpada en la plaza contuvo la respiración cuando el Cristo cayó unos centímetros, pero los encargados de sostenerlo pudieron frenarlo a tiempo y todo quedó en un pequeño susto. La Redención siguió su camino con normalidad ante una multitud fiel a la cita en una de las procesiones más multitudinarias de la capital.