En el caso de Lácteas San Vicente, el presidente, Fernando Diez, recuerda los inicios en 1957, cuando problemas en la recogida de leche llevaron a la familia a elaborar mantequilla con la producción de la pequeña ganadería que tenían en Garrafe de Torío. Fernando Diez había pasado diez años en Barcelona, con una estancia de tres meses en París, que le permitió formarse en el mundo de las importaciones agroalimentarias y adquirir una experiencia que posteriormente resultó crucial para su actividad en León.
«Yo la leche la conocía del desayuno», reconoce con humor Diez, que durante toda su vida ha suplido la carencia de conocimientos específicos de forma «autodidacta». «Lo llevé por el libro», afirma. Concretamente, por el del doctor Arroyo, un manual para la instalación de una fábrica de 5.000 litros de leche. De este modo, con «vueltas por el mundo», con un pequeña desnatadora que probaron por primera vez su padre, el cura y el propio Fernando, con viajes a ferias de Europa y siempre buscando la calidad, la industria fue creciendo y el emplazamiento de Garrafe de Torío se quedó pequeño. «No era el ideal porque no había medios y resultaba muy complicada la actividad». Así, en 1980 se trasladaron a Navatejera siguiendo un crecimiento «progresivo».
Aunque Lácteas San Vicente había hecho sus «pinitos» en las exportaciones, su vocación internacional todavía no había no eclosionado. «Todo era muy difícil, te pedían mucha documentación, pero íbamos bien, porque buscábamos calidad y así nos asentábamos para entrar en Europa».
Por las mismas fechas, en otra localidad ribereña, pero en el Porma, en Villanueva del Condado, se abría un almacén para la menta piperita, un cultivo que resultó fundamental para la modernización de la zona. Este «oro verde» llegó a contar con 1.400 hectáreas cultivadas y una producción de unas 2.800 toneladas. La menta se exportaba mayoritariamente a Alemania y situó a León en el mapa mundial de las plantas medicinales. Faltaban todavía 20 años para que España ingresara en la UE y la menta aportaba ingresos extra a los agricultores al margen de cultivos convencionales de remolacha o patatas.
Y en 1986 Lácteas San Vicente y Plantafarm ensanchan sus horizontes.
Los nuevos horizontes
«La entrada de España en la UE supuso una variación absoluta del mundo agrario. Entramos en la PAC y se inició la subvención a otros cultivos como el maíz, que ahora es casi monocultivo. En ese momento Plantafarm modifica su objeto inicial e inicia un desarrollo en el mundo de las infusiones pensando en el mercado global», explica el director general José Luis Redondo. «El mundo te da una oportunidad, hay millones de personas y tienes que acceder a ellos», afirma.Sin embargo, «no se tiene éxito de hoy para mañana, hay que dotarse de recursos y de tiempo». Con esta filosofía, la fábrica de Villanueva del Condado se desarrolló «al unísono con la industria de las infusiones».
En Lácteas San Vicente, la apertura de fronteras tuvo un mayor impacto porque «nada más que entramos ya íbamos adelantados» gracias a aquellos «pinitos» en las ventas al exterior. «Las exportaciones son lentas», reconoce Díez, pero ese ritmo encaja perfectamente en el modelo empresarial que han seguidodurante décadas.
Todo era muy difícil, pedían mucha documentación, pero íbamos bien, porque buscábamos calidad «Picando de un sitio y picando de otro, pero siempre con sentido común, porque hay que llegar hasta donde se quiere llegar, no crecer y crecer, sino crecer con calidad como hemos hecho, progresivamente». Prueba de que así les ha ido bien son los premios que reciben cada año en certámenes como el World Cheese Award; al último presentaron seis quesos y los seis tuvieron reconocimiento. Gracias a estos principios, en Lácteas San Vicente nunca han sentido vértigo porque «nunca hemos dado el salto mortal».
Esas mismas ideas, con sus particularidades son las que se han aplicado en Plantafarm. Redondo asegura que hansido «muy conservadores» porque «nunca nos hemos tirado a la piscina, se han ido haciendo las cosas poquito a poquito porque se marca un camino y se sigue ese camino, no hay cambios de dirección».
Siguiendo esta trayectoria, las dos empresas continuaron su desarrollo sostenido en las décadas finales del pasado siglo. En el caso de la agroalimentaria de Navatejera, se fue realizando una automatización adaptada a las necesidades de su negocio y buscando reducir los costes. «No teníamos medios económicos para hacerlo todo de una vez, pero la experiencia que yo tenía de haber visto fábricas de todo el mundo me permitió tener nuestra desarrollo particular, sobre a la automatización aplicábamos nuestro estilo de trabajo y hoy tenemos una fábrica muy práctica», explica el presidente. De forma paralela, dieron los pasos para conseguir importantes certificados como el IFS (Global Food Safety Initiative), el FDA (para exportar a Estados Unidos) o el de alimentos Khoser (para la comunidad judía). Además, apuntalaron su presencia en el sector con la participación regular en las ferias de alimentación más importante como Anuga (Colonia, Alemania), Sial (París, Francia), Alimentaria (Barcelona) o ‘Fancy Food’ (Nueva York, EEUU).
Somos nosotros los que nos tenemos que adaptar a las necesidades de cada país que nos demanda algo En el caso de Plantafarm, que también cuenta con todos los certificados, en la década de lo 80, ya en Europa y con la PAC, continúa su crecimiento ligado a la industria, lo que le otorgará un valioso conocimiento de un negocio que sigue en expansión (Coca-cola acaba de comprar importantes productores de infusiones en Brasil y Turquía) y en el que están posicionados para aprovechar las oportunidades que surjan. El «espaldarazo» definitivo llegó en 1998, después de la ampliación de 1996, cuando entra a formar parte del grupo líder en el suministro de materias primas, Martin Bauer (Alemania). «Esto nos ha permitido acceder a tecnologías punteras como la desinfectación con autoclave con CO2 o sistemas de reducción de carga microbiológica que prácticamente no los hay ni en Europa». Sin embargo, el «más fuerte» ha respetado la ideosincrasia de la fábrica leonesa hasta el punto de que es la única dentro del grupo que conserva su denominación original. «Nuestro nombre ya tenía mucha tradición en los mercados de Norteamérica y Sudamérica y no han querido quitarnos ese patrimonio que habíamoslogrado». Posteriormente, en el 2005 se realizó otra importante ampliación, y entre 2016 y 2018 se han acometido nuevas mejoras con una inversión de más de tres millones de euros. Gracias a todo ello, Plantafarm continúa creciendo a dos dígitos, «en un momento dulce».
Mirando hacia el futuro
En Lácteas San Vicente, Estela Diez Alaejos relevará a su padre al frente de la empresa con «ambición en la parte que corresponde en la parte a progresar, pero no en querer comerse el mundo, porque en el negocio hay que disfrutar», reconoce Diez, que asegura que «el negocio tiene un fin, que es ganar dinero, pero que ese no sea el fin único». Así, además de conseguir beneficios, otro de los objetivos es «atender a tus empleados y que haya un ambiente como el de esta fábrica que es estupendo, con empleados ‘de toda la vida’».Esta atención de los recursos humanos se repite en Plantafarm, donde en este año se han jubilado cinco trabajador que prácticamente han desarrollado su carrera profesional íntegramente en la fábrica de Villanueva del Condado, como el propio Redondo. «Hay un grupo humano que se ha entregado, una plantilla magnífica que está absolutamente integrada en la forma de la empresa».
Diez y Redondo señalan a sus trabajadores como una de las claves del éxito de sus empresas. Aseguran que serán fundamentales también para adaptarse a los retos futuros a los que ya plantan cara.
«Hace 15 días nos han dado en París un premio muy importante a la innovación, en la feria Sial, una de los más importantes, por nuestros nuevos quesos frescos de sabores de chocolate, miel, dulce de leche...», explica el presidente de Lácteas San Vicente.
Para Plantafarm, el reto está tanto en los canales de distribución, con la expansión del comercio on-line como en las nuevas demandas del mercado, que exige una mayor variedad de productos. El espacio dedicado a las infusiones en los lineales de los supermercados ha crecido, las bebidas azucaradas están muy cuestionadas, también los productos con la sal, mientras la ingesta de líquidos ha de aumentar, enumera Redondo, testigo de la evolución de esta industria durante cuatro décadas. Desde esta posición asegura que «podemos asistir a un cambio radical de marcas y canales de comercialización, pero no en esto nuestro, sino en todo». Ante ello, la fábrica de Villanueva del Condado ya ha tomado posiciones con, por ejemplo, nuevos socios en Portugal especializados en productos para deportistas.
La fórmula
En cualquier caso, ambas empresas, de las más fiables de León, lo tienen claro, y más allá de lo que depare el futuro, la fórmula para mantenerse en sus respectivos negocios, pegados al territorio pese a completa internacionalización, sigue siendo la misma.En este sentido, José Luis Redondo concluye que la capacidad de adaptación es fundamental y afirma que «cuando un país nos demanda algo, inmediatamente nos ponemos a trabajar para darlo porque somos nosotros los que nos tenemos que adaptar a las necesidades de ese país».
Por su parte, después de más de 50 años de carrera directiva al frente de Lácteas San Vicente, Fernando Diez, lo expone de forma clara: «Si hay equipo humano, sentido común e innovaciones, tenemos que ser muy malos si no progresamos».