
La razón de ser de la raza es el pastoreo extensivo, por cuya extinción hay que seguir trabajando ahora Y uno de los ‘padres’ del carea es –sin duda– el criador leonés Amadeo Alejandre, emocionado y satisfecho tras haber logrado el reconocimiento de una raza que, junto a los mastines, es su vida. «No podría elegir entre unos y otros, con los mastines llevo medio siglo...».
Alejandre cría perros en Vilecha. Muchos mastines, muchos careas. En el día de la visita de este periódico, el criador canino nos muestra orgulloso las últimas camadas de carea, de apenas tres mesines. Por allí corren Josefina, Manzana, Nejo del Pinotar, Zamora, Pierrot, Plata... «Me gusta que los nombres signifiquen algo», cuenta Amadeo mientras muestra el tocho de ‘carnets’ de sus pequeños careas: Negus, Endrina, Trasgu, Graja, Circe, Cipión, Negrón, Nube, Ciruela, Claudia, Chunga, Bobo,pelayo, Ruda, Sevilla, Mirla... «Y falta alguna identificación aquí», dice.
Otro de los serios peligros que pueden amenazar la supervivencia de la raza carea es el mestizaje Contento con el reconocimiento de la raza carea, cuenta Alejandre que el siguiente paso es obtener el libro genealógico, que lo da la Junta de Castilla y León. «Ahí hay que escribir a todos los perros, pero con ADN, con genes, no por morfología, hay que tener un carnet de cada perro». En su finca hay hoy 34 careas adultos y 12 cachorros.
«A estos perros hay que enseñarles, si quieres que sea ganadero tiene que aprender a estar con las ovejas pronto», explica, «pero el ovino y las cabras van a menos en la provincia, así que hay que buscar otra cosa».
De los careas destaca Alejandre que se educan muy bien, son nobles y muy listos. «Y ahora ya han ido adquiriendo la belleza que antes no tenían, a fuerza de cruces y de cuidar la raza», presume. A lo largo de su vida calcula haber criado más de 2.000 mastines y medio millar de careas, «pero ya no regalo ni uno a ganaderos, eh, ¡ni uno más!».