El Camino de Santiago por Otero de Curueño

Muchos de los peregrinos, una vez en Boñar, seguían hasta Asturias a través del Puerto de San Isidro

Gregorio Fernández Castañón
17/07/2023
 Actualizado a 17/07/2023
Otero de Curueño y su casa/palacio de los Álvarez-Acevedo (Siglo XV) | L.N.C.
Otero de Curueño y su casa/palacio de los Álvarez-Acevedo (Siglo XV) | L.N.C.
Pudiera parecer una broma, pero no lo es: por Otero de Curueño también se llega a Santiago de Compostela. Y se hace a través de una ruta olvidada, pero llena de historia. Una ruta con un paisaje extremadamente bello, como pocos, donde las rocas, en determinados lugares, parecen tocar el cielo y donde el sobrecogedor murmullo de la naturaleza te trasforma y te acompaña.
Todo comenzó con una amena charla, delante del fuego, similar a aquellas otras que se hacían en los filandones de invierno: «todavía me acuerdo de cuando los peregrinos se cobijaban bajo el techo de vuestra ermita». Fue como un rayo fugaz y duró el tiempo justo para poder asimilarlo. Después...
Removí ‘Roma con Santiago’. Abrí libros. Pregunté a muchas personas. Y, poco a poco, fui descubriendo una pequeña madeja de enrevesados hilos que me pedían con urgencia ser desenredados. Un buen día, por casualidad, buscando otra serie de datos para uno de mis artículos, descubrí una larga autopista en el libro Historia de la Montaña de Boñar, escrita por Don Pedro Alba, párroco de Valdesaz de los Oteros, en 1863. Esta:

Barillos de la Arrimadas

«En la iglesia parroquial de este pueblo y de la Acisa, en el primer tramo de la torre, que tiene indicios de ser obra muy antigua, hay una cruz que por su forma parece semejante á las que usaban los Caballeros de Santiago. En dos fitos ó mojones que hay el uno al Oriente y el otro a Poniente, á cierta distancia de dicha Iglesia, hay en cada uno de ellos otra cruz de forma diferente de la de la torre y con cierta semejanza á la que usaban los Caballeros Templarios.

«La tradición de los pueblos es que allí hubo convento ó mas bien priorato de Templarios. Pudo muy bien haber pertenecido dicho edificio en primer lugar á los caballeros de la espada de Santiago y despues haber recaido, como otros muchos, en poder de los Templarios y de ahí la diferencia de las cruces.

«Unos y otros caballeros estaban destinados á la custodia del camino de los peregrinos que iban en romería á Santiago de Galicia; y aunque desde principios del siglo décimo el camino principal de aquellos iba desde Carrion á Leon por hácia Mansilla, segun la direccion que le dió el conde D. Diego de Porcelos, venia otro camino menos principal, pero tal vez mas usado en tiempo de calores, al par de la Guzpeña, cortando desde el Puente del Muey á Mercadillo, Arrimadas, Boñar, Valdepiélago, etc., cuya direccion hemos visto llevar aun en nuestros dias á los peregrinos…».

Tras este gran ‘descubrimiento’, todo resultó más sencillo, aunque –he de decirlo– fue el prestigioso historiador y escritor Julio de Prado Reyero (1924-2011) quien, en una entrevista que me concedió en su momento, me aseguró que «Otero de Curueño es un paso obligado para los peregrinos que, dirigiéndose a Santiago de Compostela, pasan por esta zona».

Se da la circunstancia de que, preparando mi libro Sangre de Roble, un joven aventurero/peregrino coincidió conmigo al final del Cardadal de Llamera con Otero (camino rural de Llamera a Otero). Mi sorpresa, como es evidente, fue mayúscula, y así lo narro (en parte) en uno de los capítulos:

«Aquel peregrino procedía de Tarazona (Aragón) y seguía –según me indicó– la misma ruta que hizo su paisano el presbítero Atilano –San Atilano (850-915)–, para encontrarse con Froilán –San Froilán (833-905)–, en los arrabales del arroyo Valdecésar, en Valdorria. Días atrás había cruzado el río Esla por el Puente del Mercadillo en Sorriba; se detuvo en las estribaciones de las ruinas del castillo de Aquilare o Aguilar, en Sabero; continuó por el Camino Real hasta Saelices; pasó por Sotillos, Veneros, y pernoctó en Boñar, donde disfrutó de sus aguas termales de la misma forma que, durante siglos, lo hicieron miles y miles de peregrinos y enfermos. Desde La Mata de la Riba llegó hasta Otero de Curueño y disfrutó durante horas de nuestra humilde hospitalidad…».

Luis Alberto –así se llamaba– traía la ruta tan estudiada como bien definida: Otero, Valdepiélago, Montuerto («donde tengo que visitar las ruinas del Castillo de Arbolio») –otro punto clave en esta ruta, que nadie lo dude–, Nocedo, Valdorría Correcillas y Vegacervera. Atravesaría (después) Coladilla para llegar hasta La Vid, donde enlazaría con la ruta León-La Robla-Asturias, pasando por Villamanín y por Arbas del Puerto, un pueblo con una hermosa colegiata románica, antiguo albergue de peregrinos. Por el Puerto de Pajares caminaría con una idea fija y establecida: visitar la Catedral de San Salvador de Oviedo, porque –según me dijo y bien se sabe–: «Quien va a Santiago y no al Salvador visita al criado y no al Señor». Desde Oviedo seguiría la Ruta de la Costa hasta llegar a Santiago de Compostela. Con esta narración se puede comprobar el itinerario de una de las rutas, pero como es evidente había otras que, por curiosidad, paso a detallar.

Muchos de los peregrinos, una vez en Boñar, seguían hasta Asturias a través del Puerto de San Isidro. Otros, por el contrario, se dirigían a Lugán para llegar, después, al Puente Villarente y continuar, así, hasta Santiago de Compostela por el conocido Camino Francés. Algunos de ellos, al llegar a Nocedo, preferían seguir a la vera del río Curueño hasta el Puerto de Vegarada, para, desde allí, dirigirse a Oviedo y adentrarse, más tarde, por la Ruta de la Costa hacia Santiago.

¿Existen vestigios del Camino de Santiago por estas tierras en la actualidad?


«En Una de mis máximas preocupaciones a la hora de dar fiabilidad a este artículo fue buscar algún documento o resto arquitectónico que determinara la existencia de peregrinos por esta zona. A través de las distintas informaciones recibidas, y totalmente contrastadas, fui encontrando lo que buscaba. Así, por ejemplo, en Boñar existe todavía una piedra –incrustada en una fachada en la calle Corredera– donde se puede apreciar con total claridad la concha del peregrino. En el mismo pueblo de Otero de Curueño, dos de los siete escudos nobiliarios existentes en la casa/palacio de los Álvarez-Acevedo (siglo XV) están directamente relacionados con el Camino de Santiago: el de la Orden de Santiago y el de la Orden de San Juan, también conocida con el nombre de La Soberana y Militar Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta. Y, por si fueran pocos estos testimonios pétreos, todavía hay uno más: en el espectacular escudo central, justo por encima de la línea divisoria de los cuarteles, podemos ver una concha de vieira. Escudos y adorno, en cualquier caso, que vienen a rubricar –sin duda alguna– la importancia de este pueblo en el ‘Camino’, y añado: hace años, también en Otero de Curueño, se encontró una cruz de la Orden de Santiago realizada en forja que, asimismo, incluye la famosa concha de vieira. No parece muy antigua, pero ¿por qué ese símbolo, tan peculiar, en este pueblo? ¿Cómo llegó hasta allí? ¿Quién la hizo?

Siguiendo la ruta, Otero de Curueño, Valdepiélago, Montuerto, Nocedo, Valdorria, Correcillas, Matallana, Vegacervera y Coladilla, me detuve en este último pueblo por un motivo: en el arco de medio punto, existente en la portada de su iglesia (s. XII), una cenefa compuesta por trece conchas en relieve demuestra que estamos ante un importante paso jacobeo. Por otra parte, en el libro Crónica de Val de Lugueros, de Ángel Fierro, se puede leer lo siguiente, refiriéndose al Puerto de Vegarada:

«Vegarada (ruta menos frecuentada por su dureza), que proseguía en Asturias por Nuestra Señora de la Brañuela (Aller), Santa Ana y Moreda...».
Lo que es evidente es que en Vegarada existió un hospital de peregrinos, junto a «chozos y majadas de pastores, refugio, lugar de posta de las caballerías, venta ( ), y una ermita, bajo la advocación de la Virgen del Carmen», escribe Ángel Fierro.

En el Libro de los Apeos (s. XVII) –archivo parroquial de Lugueros– se confirma y se destaca la existencia de una ermita y de un hospital en el alto del Puerto de Vegarada, donde los miembros de una Cofradía se encargaban de atender las necesidades físicas y espirituales de los peregrinos. Una prueba documental importante sobre el paso de los peregrinos a la orilla del río Curueño.

Leyendas del camino

Como es fácilmente comprensible todo camino posee sus propias leyendas y este no iba a ser menos. La más difundida, y por ello la más conocida de todas, se refiere a san Froilán y a aquel lobo que fue condenado, por el santo, a cargar con las alforjas del borriquillo que mató, y así poder continuar con la realización de una ermita en lo más alto de una montaña. Ahora bien, a lo largo del recorrido que realicé personalmente, tuve la ocasión de recoger alguna otra.

En el pueblo de Correcillas, en concreto, una mujer me indicó que, en las inmediaciones del cementerio, existía una piedra –hoy desaparecida o enterrada por la maleza– con la huella del caballo de Santiago. Similar versión me ofreció otra señora de mayor edad en este mismo pueblo. Según sus propias palabras, aseguraba que, de moza, «pude comprobar personalmente la existencia de una huella de la pezuña y de la rodilla del caballo de Santiago, a su paso por Correcillas, cuando se detuvo a beber agua en una de las fuentes existentes bajo el Peñón de Polvadera, a la izquierda de la zona denominada Del Marqués». Lo más sorprendente de estas leyendas es la forma de contarlas: «Yo vi esas huellas con mis propios ojos». «Mis abuelos me dijeron que...». «No vaya usted a pensar que es una trola».

Otro ejemplo, recogido en el año 1863 por don Pedro Alba en su libro Historia de la Montaña de Boñar, es el siguiente: «En el camino que va de Vozmediano á Boñar por el término de Colle hay un sitio que llaman Patada de la Mula por que se hallan marcadas en un banco de piedra sobre la que pasa el camino, unas cuantas pisadas que parecen de mula ó de caballo. Los naturales de los pueblos inmediatos dicen que son pisadas del caballo de Santiago cuando andaba peleando contra los moros, á cuya tradición dará cada uno el crédito que quiera. Lo que sí parece estraño (sic) es que en tantos siglos como hará ya que pasa el camino por cima de dichas pisadas no se hayan éstas borrado y se conserven en el estado en que se encuentran como si no pasara por allí el camino». Una narración realmente interesante..

Resumen de las diversas rutas por Otero de Curueño


Con los datos recogidos, puedo asegurar que los peregrinos que pasaban por Otero de Curueño se dirigían unos a Valdepiélago y otros a La Vecilla. Lo más curioso es que algunos de ellos, al llegar a La Vecilla, por no sé qué causas, redirigían sus pasos a Valdepiélago. Y así, en el libro Boñar (Recopilación de datos para una historia), de Manuel García Ripado, aparece documentado: «Está perfectamente constatado un camino de peregrinación, distinto al tradicional ‘francés’, que entraba por Puente Almuey y seguía por el Valle de Las Casas, las Arrimadas, Boñar, La Vecilla, Valdepiélago, ermita de San Froilán en la Valdorria, Matallana, Vegacervera, ermita de San Lorenzo de la Vid, desde donde partía hacia el norte por la vía del Bernesga o hacia el oeste a través del Luna y del Omaña».
Por su interés, termino este artículo diciendo que –tal y como quedó reflejado en el párrafo anterior– no todos los peregrinos transitaban por el mismo lugar. Así, encontré otras rutas alternativas, como la siguiente: de Otero a Correcillas (pasando por los pueblos ya mencionados con anterioridad), Valle Santiago, Valle Abadía, Felmín, Getino, Cármenes, Canseco, Valle de Aller y Ujo. Esta ruta se dirigía a Asturias, pero hallé otra que llegaba hasta el Bierzo: Otero de Curueño, Valdepiélago, Montuerto, Nocedo, Valdorria, Correcillas, Vegacervera, Buiza, Barrios de Gordón, Canales, Riello, Fasgar, Fuseros, Congosto, Cacabelos y Burbia (hoy Villafranca del Bierzo).
En fin, que, partiendo de Otero de Curueño, paso a paso y pese a quien pese, todos los caminos llegan a… Santiago de Compostela.
Interesante, ¿verdad?
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