El Cabildo Isidoriano y el Ayuntamiento, como el agua y el vino

"Los cielos se abrieron y cayó una lluvia que ríanse del Diluvio Universal". La síndico municipal Margarita Torres no se refería con ello a las lluvias de estos días pasados sino al milagro con el que San Isidoro libró al pueblo hace más de 800 años de una fuerte sequía. El milagro vuelve a suscitar el debate en las tradicionales cabezadas, que enfrentan al cabildo isidoriano y al Ayuntamiento por la condición de foro u oferta del cirio de arroba bien cumplida y dos hachones que el pueblo entrega al clero.

Por su puesto para el clero, aquella lluvia fue divina. "Estaban empapados de la sabiduría de San Isidoro", argumenta el síndico el cabildo isidoriano, Manuel García González. Sin embargo no está muy claro el origen de esa mojadura de la que habla el canónigo porque "puestos a mirar en sus fuentes allí no aparece nada, nada", critica Torres. Claro, que Manuel García, defiende que con Torres no es tanto cuestión de fuentes como de drenaje. "Me acuerdo de ese refrán que dice 'predicar en el desierto es sermón perdido'. 

Por esos derroteros iba el debate hasta que como en Canaan el agua se convirtió en vino, cuando Torres acusó al cabildo de tener un "arma de destrucción masiva", el famoso vino de San Isidoro. Precisamente, sobre la condición del vino sí estuvieron de acuerdo ambos ponentes. "Un vino que yo me atrevería a decir que es muy católico porque lo bebes y caes de rodilla", concedió García.

En esa fuerza del vino fue en lo único que estuvieron de acuerdo los síndicos, el resto de autoridades y el pueblo, que un año más firmaron las tablas y se fueron a casa, como en la canción de Alejandro Sanz que recordó el síndico del cabildo, la del 'Corazón partío'.

Y así, con el corazón partido y la razón dividida quedan las partes citadas 'de aquí en un año'.