Aquí hemos hecho de todo menos rescatar a personas vivas Allí estuvieron durante 10 días y desarrollaron diferentes trabajos, junto a seis perros especializados y diverso material técnico como pértigas y drones. En las primeras horas después de los temblores la clave es la búsqueda y rescate de personas que aún se puedan encontrar con vida. Aunque todavía hay 'milagros' y en las últimas jornadas han aparecido personas con vida entre los escombros, los efectivos de la UME no consiguieron rescatar a nadie con vida. Sí cadáveres, que también hay que sacarlos de entre los escombros antes de que la maquinaria pesada acceda para derribar más ruinosos.
En un primer momento, su destino fue Canoa, una localidad costera y muy turística a la que llegaron los primeros. "Solo encontramos fallecidos", reconoce el comandante Iván Herreras, jefe del contingente español en Ecuador. La segunda jornada se trasladaron a Manta, otra localidad con las mismas características. En concreto al barrio de Tarqui, cercano al océano Pacífico y muy comercial, que estaba "completamente arrasado" y donde tampoco fue posible encontrar a personas con vida entre los escombros. Una vez pasadas las primeras 72 horas tras el seísmo más devastador (aunque hubo más de 500 réplicas) baja la posibilidad de encontrar a personas con vida, aunque hay que asegurar que no existen tampoco cadáveres entre los escombros antes de derribar el edificio. Los últimos días, su trabajo se centró en dar apoyo técnico: apuntalar estructuras o rescatar bienes de interés cultural. Uno de los apoyos más destacados fue el de rescatar material de un hospital que había quedado completamente inservible. Pacientes y personal sanitario trabajaba a las puertas en tiendas de campaña y era "muy triste", reconoce. "El personal sanitario lloraba cuando sacábamos el material"., por lo que la misión fue "muy emocionante".
"Aquí hemos hecho de todo excepto rescatar a personas vivas", lamenta el brigada Rodríguez, jefe del equipo de rescate que también participó en el terremoto de Haití, "mucho más devastador", reconoce. El pueblo ecuatoriano, que está preparado para catástrofes naturales, "no se esperaba esto". Hacía 40 años, según les contaban en la zona, que no sufrían un terremoto de semejante magnitud.

"Nos damos cuenta de lo duro que es al llegar aquí"
Esta es, sin duda, una misión dura para la que nunca se está lo suficientemente preparado. "Es muy difícil entrenar el punto de vista emocional", reconoce Herreras, aunque cuando estás allí "la adrenalina hace milagros" porque es para lo que llevas "toda la vida preparándote". Por eso cree que se ha dado cuenta de la dureza de lo que allí ha vivido a su regreso a casa. "Los primeros días es impactante", explica, aunque hay que ser fuerte. "Eres consciente de que tienes que ser una solución, no un problema más". Eso sí, "es el lado personal lo que al final te queda", porque, además de aprender "lo que acumulas son las emociones".
Tampoco es comparable al desastre de Haití, en el que también participaron algunos de los que en esta misión colaboraron con el pueblo ecuatoriano. "Haití quedó devastado, Ecuador no, sólo algunas partes", reconoció el brigada Rodríguez. "El país sigue funcionando y va a salir adelante sin lugar a dudas", confía. También en esta ocasión contaron con más medios técnicos que entonces.
Los cuatro efectivos de la UME que este jueves transmitieron a los medios de comunicación los entresijos de la misión de la que fueron parte durante diez días, estuvieron acompañados por el general de Brigada del Mando de Artillería de Campaña (MACA) y máximo responsable de la Base Conde de Gazola, Luis Manuel Martínez Meijide, quien mostró su "honor" por acoger a la UME.