Doro, mucho más que un gran carpintero

Fallece Teodoro Cimadevilla, una institución que deja obra en las tres iglesias de la comarca y hasta hizo la plaza de toros de Riaño

08/08/2023
 Actualizado a 08/08/2023
Teodoro Cimadevilla fue un apasionado de la naturaleza. | FAMILIA CIMADEVILLA
Teodoro Cimadevilla fue un apasionado de la naturaleza. | FAMILIA CIMADEVILLA

El pasado viernes fue enterrado en la iglesia de Lario, su pueblo, Teodoro Cimadevilla, que falleció a los 97 años de edad. Doro Cimadevilla, como le llamaban en su tierra, fue un excelente artesano de la madera pero su figura trascendía al que fue su oficio y era una institución en la montaña, por las múltiples facetas de su biografía y una bonhomía reconocida y valorada por sus vecinos.

Precisamente en la iglesia de Lario, donde le hicieron el funeral, fue en una de las que dejó obra y constancia de su buen hacer Doro Cimadevilla, que también trabajó en otras dos de los pueblos cercanos, como son Acebedo y Liegos.

Además de ellas entre las obras de este artesano siempre se recuerda en Lario que fue el creador, en los años sesenta, de una recordada plaza de toros en Riaño pues en ella mostraría sus cualidades el torero local Gonzalo Largo, Gonzalillo, y los toreros por él contratados para que los toros estuvieran presentes en esta comarca, en aquella época de auge de la fiesta taurina.

Pero, seguramente, la obra más importante en la que participó, en sus inicios en el oficio, fue en la espectacular Universidad Laboral de Gijón, una institución académica hoy dedicada a fines culturales. Curiosamente, recuerdan sus vecinos, tuvo palabras de elogió para aquella excepcional obra arquitectónica cuando le llevaban camino del hospital de Cabueñes en Gijón, unos minutos antes de que un ictus general le causase la muerte.

Al margen de su maestría en el oficio, de la que deja numerosas muestras que le recordarán para siempre, también fue un gran aficionado, y un gran experto, en deportes propios de esta montaña, como la caza, la pesca  o recorrer aquellos paisajes por los que sentía pasión y recorría con frecuencia. 

Doro Cimadevilla se había ganado el aprecio de sus vecinos, como se pudo comprobar en su funeral en Lario, que fue una gran manifestación de duelo para despedir a este buen paisano. 
 

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