Descubren en León que hay plantas que se mueven más rápido que nuestros párpados

Dos científicos de la ULE analizan los movimientos más rápidos de las especies vegetales y revelan que algunos superan a muchos animales

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28/12/2025
 Actualizado a 28/12/2025
José Luis Acebes Arranz y Carlos Frey Domínguez son los autores del artículo. | L.N.C.
José Luis Acebes Arranz y Carlos Frey Domínguez son los autores del artículo. | L.N.C.

Polen que viaja a más de 500 kilómetros por hora, hojas que se pliegan en un segundo o trampas atrapamoscas que se disparan en poco más de unas décimas de segundo. Aunque parezcan inmóviles, las plantas se mueven y algunas lo hacen tan rápido que escapan al ojo humano. Los investigadores del área de Fisiología Vegetal de la Universidad de León, el catedrático José Luis Acebes Arranz y el investigador post doctoral Carlos Frey Domínguez dan respuesta a estas preguntas en un artículo en el que analizan la sorprendente velocidad de los movimientos de algunas plantas desafiando la idea tradicional de que el mundo vegetal es estático y carente de acción. 

Los investigadores muestran que ciertas especies pueden ejecutar movimientos tan rápidos que escapan a la percepción humana e incluso superan en velocidad a muchos animales, es el caso del lanzamiento de polen en especies como la morera (Morus alba) en 25 microsegundos, casi 560 kilómetros por hora. 

El estudio publicado por la plataforma The Conversation  también repasa otros llamativos ejemplos como la rapidez con la que algunas plantas carnívoras capturan a sus presas mediante movimientos que se producen en milésimas o incluso en microsegundos, así como el violento impulso con el que determinadas flores expulsan polen o dispersan semillas.

Entre los más veloces, los investigadores de la ULE también destacan la rapidez de las trampas acuáticas de la Utricularia que se cierran casi instantáneamente (entre 0,3 y 0,7 milisegundos), el cierre de la trampa de la atrapamoscas (Dionaea muscipula), que se dispara entre 0,1 y 0,3 segundos, o las estructuras defensivas de los tomates que, ante el contacto de un insecto que intenta alimentarse de ellos, responden a través de los tricomas glandulares (pelos finos que se ven a contraluz) y liberan en menos de un milisegundo un fluido pegajoso que se adhiere al cuerpo del insecto y lo inmoviliza hasta provocar su muerte, que ha sido descrito recientemente por investigadores de la Universidad de Ámsterdam. 

El equipo de investigación de la ULE subraya que comprender estos movimientos abre la puerta a innovaciones agrícolas, biomiméticas y tecnológicas que se inspiran en la asombrosa ingeniería del mundo vegetal, y demuestran que, bajo su aparente quietud, las plantas esconden un mundo de estrategias rápidas y sorprendentes que cambian nuestra forma de entender la vida de estos organismos fascinantes.

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