La descuartizadora que puso a León en el mapa del crimen, Covi

El caso de la descuartizadora del Portillo convulsionó a la ciudad de León que fue siguiendo día a día el caso de aquella mujer conocida pues regentaba el ‘Bar Ay!’

13/08/2023
 Actualizado a 13/08/2023

Estos días es imposible seguir las noticias nacionales sin que éstas le dediquen un amplio espacio al caso del descuartizador, ocurrido en Tailandia con un español como autor. Los casos de descuartizadores despiertan, sin duda, un interés que va mucho más allá del resto de los sucesos. Bien se sabe en León, ciudad que se puede decir que entró en el mapa del crimen ‘gracias’ al famoso y recordado ‘Crimen de la descuartizadora del Portillo’, ocurrido el 3 de mayo de 1975, cuando Covadonga Sobrino (Covi la llamaban los habituales del bar que regentaba en este paraje leonés, el bar Ay!) asesinó, descuartizó y esparció sus trozos por diferentes montes de la provincia al joven con el que mantenía relaciones sentimentales, Carlos, en presencia de un sobrino, de 17 años.  


Después de matarlo lo descuartizó y esparció los trozos del cuerpo por diversos montes. Y así  fue como Francisco Villar, un jubilado  que buscaba caracoles en la carretera de Caboalles realizó el macabro hallazgo de un trozo del cuerpo. Al día siguiente el Proa titulaba: «Encontró medio cadáver de un joven destrozado», lo que conmocionó a la ciudad y provincia. Tanto que cuando un par de días después otro jubilado, Victoriano Alonso, de Vegacervera, encontró otro de los trozos en la carretera de su pueblo a La Vid tan solo tituló, con enorme cuerpo de letra y sobre fondo negro: «Apareció la otra mitad». Y así tomó otro giro la investigación, que incluso barajó el carácter de ajuste de cuentas de la mafia por el hecho de que parecía que lo habían dejado casi a la vista.


Todos los clásicos del periodismo de sucesos —de Paco Pérez Abellán ‘padre’ a la legendaria Margarita Landi— se desplazaron a León para informar en El Caso y todos los periódicos y revistas de la época. Su florida literatura hablaba de sangre fría, mujer de hielo, mirada que congela... para describir aquel crimen en el que Covadonga Sobrino «le dio siete hachazos en la cabeza al hombre con el que mantenía relaciones. Al día siguiente del crimen, partió el cuerpo en dos partes, y los dejó en dos lugares distintos de la ciudad. Una parte de un brazo nunca fue hallada...»; sin embargo, la gran Landi vio algo más y remataba una de sus crónica: «Una vez más se podría pensar que el bueno no es el muerto». 


Con el paso del tiempo algunos de los que participaron en el mediático caso:procuradores o un policía que la trasladó se apuntan a los matices de Landi, a violencia, a una agresión al sobrino que ‘sacó de quicio’ a Covi, en la que no vieron tanta frialdad. Su comportamiento en la cárcel, su anonimato al salir cuando se fue de cocinera a un convento y el alejamiento de la ciudad colaboraron a su paulatino olvido, hasta que se publica algún libro de crónica negra en España en el que nunca falta la descuartizadora de León, Covadonga Sobrino. 


Contribuye a su leyenda el hecho de que mientras el Portillo se ha convertido en una especie de polígono industrial, lleno de nuevos edificios, y tan solo permanece de los viejos el Ay!, con su cartel difuminado por la intemperie, como si tuviera una maldición; aunque la explicación parece mucho menos poética y tiene que ver con la ‘ausencia’ de titularidad. 

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