Esta liturgia se fue perdiendo gradualmente en la década de los 60, en gran medida como consecuencia de los nuevos aires que soplaban para la sociedad española al comienzo de la segunda mitad del siglo pasado. Pero, más allá del cambio de costumbres, actualmente en la gran mayoría de los pueblos leoneses no hay quien golpee las maderas ni haga girar las ruedas, pues ya no queda ni siquiera suficientes vecinos para la procesión. Es otro de los efectos de la despoblación: se pierden ritos, se abandona un patrimonio inmaterial que en muchas ocasiones se considera aún más valioso que el material. El fenómeno demográfico se vuelve a hacer visible en estos días de liturgias y festividades. Algunas localidades, la afortunadas, reviven por unos días sus mejores épocas con la llegada de quienes están fuera, mientras que en otras se hace todavía más palpable la decadencia de un medio rural que ya no tiene quien mantenga viva las tradiciones, cualquiera que sea su origen.
Este año a la falta de gente en los pueblos se suma el hecho de que aquellos que hace años participaban activamente en las procesiones "se van haciendo mayores" Es el caso de Matallana de Torío, cuyo alcalde, José García, lamenta que este año no haya procesión por falta de fieles. El regidor explica que "otros años, por Viernes Santo, la procesión salía de Robles, allí se concentraba la gente, y se iba hasta la iglesia de Estación, y en Pascua se hacía el día del encuentro, desde la plaza del Ayuntamiento hasta la iglesia de Estación". Sin embargo, este año, como apunta el munícipe, a la falta de gente en los pueblos se suma el hecho de que aquellos que hace años participaban activamente en las procesiones "se van haciendo mayores".
Además, como era casi imposible mantener los actos que se venían haciendo en cada uno de los once pueblos de la zona, hará unos 16 años se decidió unificarlos en una sola parroquia, la de Estación de Matallana. Durante los primeros años se facilitaba a los vecinos transporte en autobús para que pudiesen asistir a los oficios, pero actualmente se desplazan en coches particulares. Es la fórmula para que han encontrado para seguir celebrando la Semana Santa, congregando los actos con un encuentro de todos los vecinos del municipio, como explica el párroco, Óscar Rodríguez.
Por orden alfabético
La misma situación tiene lugar en la comarca de La Sobarriba. Pese a ser casi limítrofe a la capital leonesa, esta zona rural también ha ido perdiendo fieles y, en consecuencia, sacerdotes. El párroco, Fermín Villada, recuerda que cuando él llegó en 1964 los pueblos que él de la zona se distribuían entre 14 sacerdotes, mientras que ahora son solo tres para las mismas iglesias.
La falta de tiempo para atender correctamente la totalidad de la parroquia llevó a Villada, previa consulta con el Obispado de la Diócesis de León, a reorganizar los oficios propios de la Semana Santa.
De este modo, reparte las celebraciones entre los distintos pueblos procurando hacerlo de la forma más equitativa posible, mientras que desde hace años la Vigilia Pascual se celebra en un único templo en el que se reúne todos los fieles de la zona "con mayor solemnidad", explica el párroco, que no duda en asegura que puede que "hasta con más fervor que antes".
La rotación para determinar el pueblo en el que se va a celebrar la Resurrección de Cristo se establece por orden alfabético. Son once pueblos y este año la liturgia tendrá lugar el sábado en Carbajosa desde las 20:30 horas. La parroquia recibirá allí el cirio que ofrece la Cofradía del Santísimo Cristo de Expiración y del Silencio de León y que posteriormente se utiliza en bautizos y comuniones.
Para organizar todas las celebraciones, durante todo el año, el párroco también reúne una vez al mes a los fieles en una localidad de la comarca. Una solución para seguir escuchando voces que se pierden en lugares cada vez más desierto, donde día a día el silencio se adueña del terreno hasta hacer callar el repiqueteo ronco de carracas y matracas. Un silencio que precede a la oscuridad absoluta que en la noche del Jueves Santos se sumen cientos de iglesias de la provincia, donde no hace tanto todavía se distinguían luces entre los ritos de las tinieblas.