A Roberto Larralde le mataron la noche del 13 de septiembre de 2014. Tardaron varios días en hallar el cadáver que confirmaba el crimen y puso fin a una intensa búsqueda por parte de su familia. Apareció en una gravera junto al Bernesga en la localidad de Santa Olaja de la Ribera con un disparo en la cabeza efectuado por la espalda.
Poco después detenían a su viuda, a su amante, a dos trabajadores de éste y a un detective privado amigo. Más tarde se acusaría también a las dos personas que habrían facilitado el arma del crimen. En total, siete acusados. Uno de los empleados del amante resultó absuelto, y a los dos ‘conseguidores’ del arma les condenaron sólo por la tenencia ilícita de armas. Los otros cuatro: la viuda, el amante, el presunto autor material del crimen y el detective, fueron condenados a penas de entre 15 y 21 años de prisión.
El juicio se prolongó durante un mes y se vivieron varios momentos de tensión en la sala. Los acusados negaron estar implicados en el crimen de Roberto, pero el jurado popular consideró probado que el asesinato lo había cometido José Ramón Vega pagado por el amante de la viuda, Julio López, que estuvo asesorado por el detective privado, Froilán Álvarez, e instigado por Miriam.
El pasado mes de octubre, el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de Castilla y León resolvía sobre los recursos y absolvía tanto a la viuda como al detective. La causa irá al Supremo.
Justicia para la norteamericana
Sólo unas semanas después del juicio por el crimen de Roberto Larralde, la Audiencia Provincial de León volvía a llenarse de prensa para trasmitir la vista por el asesinato de la peregrina norteamericana Denise Pikka Thiem. Otro juicio con jurado y de varias semanas de duración. Éste, además, vivido con expectación al otro lado del charco.La última noticia que su familia tuvo de Denise fue el 5 de abril de 2015. Ese día la peregrina tenía previsto cubrir la etapa entre Astorga y El Ganso, pero se desvió de la vía principal para conocer la localidad Castrillo de los Polvazares y fue muy cerca de este pueblo donde, cinco meses después, hallaron su cadáver. Al lugar donde apareció el cuerpo los agentes llegaron con las indicaciones del condenado por el asesinato, Miguel Ángel Muñoz Blas, el mismo día de su detención. Confesó, se retractó y llegó al juicio sin pronunciar palabra. Al final, el jurado, por mayoría, le consideró culpable, y el juez tradujo el veredicto en 23 años de prisión y destacaba en su sentencia la conducta del acusado tras cometer el asesinato, ya que desnudó a la víctima y la enterró cortándole previamente ambas manos, que escondió en lugar aparte y que a día de hoy no han aparecido, sin olvidar que meses más tarde la desenterró y trasladó a otro espacio solitario, donde abandonó al cadáver a la intemperie hasta que fue localizado en avanzado estado de descomposición, «causando con ello además un especial dolor y sufrimiento a la familia de la fallecida». La defensa sigue recurriendo la sentencia y también está pendiente del Supremo.
Muerte en el Húmedo
A Raúl López Fernández le mató intencionadamente José Ignacio Tellechea Larralde la madrugada del 28 de octubre de 2012 actuando de manera súbita, inesperada o repentina y sin dejar posibilidad de que la víctima se defendiera. Así lo consideró probado el jurado popular tras el juicio celebrado en junio en el Palacio de la Justicia. La sentencia le condenaba a 17 años de cárcel.La deliberación de los jurados fue breve, apenas duró un día, y según concluyeron el suceso se originó a raíz de una pelea entre la víctima y el primo del asesino en un pub del Húmedo y que continuó en la calle; así como que la coartada del acusado, que había basado el grueso de su defensa en que las horas de las cámaras de grabación del bar en el que se encontraba aquella noche le impedían estar a la hora del crimen en la calle, que según el jurado queda desmontada al entrar esa noche de 2012 el horario de invierno no habiendo sido actualizadas las videocámaras del bar.
Otro veredicto de culpabilidad; y habría de llegar aún un cuarto, el que acabó en siete años y medio de prisión para Darío S.G. por el homicidio que acabó con la vida de su sobrino, José Rodríguez Solís, en octubre de 2015, en un soto de castaños de San Juan de Paluezas (Borrenes) por cuya herencia discutieron.
El acusado sí se reconoció, en este caso, autor de los hechos y, entre sollozos, aseguró estar arrepentido de lo ocurrido, lo que fue tenido en cuenta por el magistrado a la hora de cuantificar su pena.
Cuatro juicios que pasan página a cuatro crímenes y cierran un año intenso en la Audiencia Judicial. Aunque la intensidad ha reinado en el sector de la Justicia en general, pues bien es sabida la enorme carga de trabajo que arrastran desde hace años que se ha visto complicada por la avalancha de demandas por las cláusulas suelo.