Un estudio elaborado por la Unión de Pequeños Agricultores (UPA) constata el abandono del cultivo de leguminosas en España en las últimas décadas con «datos preocupantes» entre los que la OPA destaca que sólo el 5 por ciento de los agricultores utiliza las leguminosas para mejorar la fertilidad de sus suelos, frente al 41 por ciento que utiliza estiércoles o purines, solos o combinados con fertilizantes minerales.
Y en cuanto a la asociación entre cereales y leguminosas, sólo el 14 por ciento de los agricultores encuestados por UPA asegura que la asociación de cereales y leguminosas suele formar parte de su rotación y que el 25 por ciento nunca ha oído hablar de esta posibilidad, «aunque el 32 por ciento cree que hay bastantes probabilidades de que pueda realizar esta práctica».
Así se desprende del trabajo de investigación desarrollado en los últimos meses en el marco del proyecto europeo ‘Leguminose’ en el que participan UPA y el CSIC para fomentar las posibilidades de desarrollo de la técnica conocida como ‘intercropping’, basada en mezclas de cereales y leguminosas.
Según ha explicado UPA, entre los motivos de la baja apuesta por implantar las asociaciones de cultivo cereal/leguminosas, el 32 por ciento de los encuestados cita la falta de maquinaria adecuada, el 39 por ciento la falta de ayudas específicas –algo que la nueva PAC trata de cambiar– y el 34 por ciento la incertidumbre sobre los rendimientos.
Y la falta de formación (23 por ciento), la dificultad de venta del producto obtenido (35 por ciento) y el control de las malas hierbas (24 por ciento) son los otros motivos por los que no se desarrollan más estos cultivos.
Desde UPA han reivindicado que el cultivo de leguminosas aporta «significativos beneficios al campo» al mejorar la estructura de los suelos y su materia orgánica, «algo muy importante en el contexto de crisis climática».
Estos aspectos también fueron consultados a los agricultores encuestados y un 78 por ciento aseguró haber sufrido episodios de sequía importantes; un 40 por ciento fenómenos de erosión y un 50 por ciento episodios de baja fertilidad de sus suelos. Así mismo, el 22,5 por ciento aseguró haber sufrido inundaciones y un 70 por ciento infestaciones de malas hierbas.
Respecto a las ventajas más destacadas que observan los encuestados ante la posibilidad de incorporar leguminosas están la reducción del uso de fertilizantes (señalado por un 47 por ciento), el aporte de nutrientes al cultivo siguiente (40 por ciento), la mejora de la estructura del suelo (39 por ciento) y la colaboración en el control de malas hierbas (35 por ciento) y plagas y enfermedades (34 por ciento).
«Precisamente estos dos últimos apartados son considerados como muy importantes y que exigen una monitorización continua por casi uno de cada dos agricultores», han precisado desde la OPA.
Ensayos a pie de campo
UPA ha informado de que está realizando ensayos en campo en hasta once localizaciones en cinco comunidades de España para analizar las posibilidades y los problemas del intercultivo de cereales y leguminosas, cuyos resultados se darán a conocer en los próximos meses.
«Esta información servirá para ayudar a los agricultores a planificar sus siembras, una tarea que cada vez requiere de un mayor asesoramiento», han aseverado desde la organización agraria.
España cuenta con casi 12 millones de hectáreas de cultivos extensivos de las que unos 6 millones se dedican a la producción de cereales y alrededor de un millón se dedican a producir cultivos leguminosos, principalmente guisantes, veza, alfalfa, yeros, lentejas y garbanzos.