Cuando León fue plató y protagonista

Rodado en León es el título del ciclo de cine al aire libre que hoy comienza en el MSM de Sabero, y lo hace con una recordada película del berciano Chema Sarmiento, 'El filandón'

Fulgencio Fernández
12/07/2016
 Actualizado a 12/09/2019
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Es una de las palabras de moda desde hace unos años:El filandón. Se han celebrado filandones por toda la provincia, los hay de muchos tipos, incluso literarios con la participación de escritores tan reconocidos como José María Merino, Luis Mateo Diez o Juan Pedro Aparicio, que recorrieron el mundo con este espectáculo leonés de la palabra. Incluso se le han buscado figuras de protección...

Buena parte de esta realidad actual arranca con una vieja película leonesa, del año 1985 y de la que es autor el berciano Chema Sarmiento. Tuvo gran repercusión, por muchos factores, y puso en el centro de la realidad cultural la palabra y lo que celebra, la reunión de gente para contar historias. Precisamente esta película es la que ha elegido el Museo de la Siderurgia y la Minería de Castilla y León con sede en Sabero (MSM) para inaugura su ciclo de cine al aire libre que se realiza junto a los restos de los hornos altos de la Ferrería de San Blas (a las 22.30 horas), con entrada libre hasta completar aforo.

Una película que responde plenamente a la filosofía del ciclo pues en ella se podrán ver localizaciones como La vega del Esla, Omaña, El bajo Bierzo, la Cabrera y la Catedral.

La película de Chema Sarmiento cuenta la historia de una reunión para hacer un filandón que se debe celebrar, siguiendo una antigua leyenda del Rey Bermudo de León, en Fasgar, en una ermita ubicada en el nacimiento del río Boeza donde antaño acaeció un suceso legendario.

La leyenda de Bermudo
cuenta que mandó al joven Pelayo a distraer durante unos días al moro Almanzor para así poder escapar. El inteligente Pelayo lo entretuvo durante cinco días, pero cuando Almanzor se enteró de la treta, lo mató. Desde ese momento se convirtió en mártir y santo. Una vez al año cincopersonas de tierras leonesas se reúnen en una ermita para honrarle por lo que hizo, recitando cada una de ellas una historia; de esta manera San Pelayo les avisará de posibles desastres naturales. Esta tradición del filandón se viene practicando desde hace generaciones, con la particular característica de que es el propio santo quien decide el momento en que los contadores de historias deben acudir a su llamada. 

Y gran parte del éxito de aquella película de Chema Sarmiento fue la elección de las cinco personas que debían contar la historia, pues seleccionó a cinco reconocidos escritores leoneses que escribieron una historia para esta singular cita.

Los contadores de historias elegidos fueron el lacianiego Luis Mateo Diez, que narra Los grajos del sochantre, una historia que nos lleva hasta la Catedral leonesa;el también periodistaPedro Trapiello con su inquietante Láncara, en el que detrás de una aparente inocencia se intuye mucho más;el villafranquino Antonio Pereira con Las peras de dios, que se convirtió en uno de sus cuentos más celebrados y recordado cada año en su tierra en la época de la recolección de la fruta;el capitalino José María Merino con El desertor y Julio Llamazares, que cambió sobre la marcha su relato pues cuando se iba a rodar la película desembalsaron el pantano que había anegado su pueblo, Vegamián, y prefirió hacer un viaje a aquellas ruinas al aire libre que tituló Retrato de bañista.

La participación de los cinco escritores, además de unos cuantos actores conocidos en la ciudad, fue uno de los grandes aciertos de la película, también la interacción que los escritores proponen en diversos momentos de la película con los espectadores, el más evidente es uno en el que los participantes parecen escuchar ruidos en el exterior.Se asoman.

—¿Ves algo? —pregunta Pedro Trapiello.
—No se ve absolutamente nada. Está oscurísimo; le responde José María Merino.
—Yo os digo una cosa —apunta Luis Mateo Díez mientras se asoma por un lateral—, aquí hemos venido a contarle historias al santo, pero estoy completamente seguro de que hay alguien ahí fuera escuchándonos.
Se trata de un claro guiño a los espectadores.

Además de los actores escritores participaron otros como Magín Mayo, habitual en las películas de temática leonesa, Félix Canal, Carolina Sarmiento, Roberto Merino, Mercedes Calvete…

El último relato es el del escritor ausente en la ermita, Julio Llamazares, Retrato de bañista, el regreso a la casa familiar que habían anegado las aguas y había emergido por un desembalse:«Es muy extraña la sensación de volver al lugar donde nací y verlo lleno de lodo; entrar en tu casa, en las habitaciones que todavía están allí, llenas de barro y de truchas muertas… es una sensación muy difícil de describir. Yo creo que es de las experiencias que marcan a uno».

Al final de El filandón se van los escritores de la ermita, miran a la campana, la que los congregó allí para revivir la leyenda y se preguntan cuándo volverá a sonar nuevamente.

No es exactamente lo mismo, pero esta noche, a las diez y media, vuelve a sonar la campana a la sombra de la ferrería de San Blas y se vuelve a repetir ese viejo rito de escuchar historias, esta ven en película, El filandón.
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