Cuando hace unos días el mar devolvió un cuerpo en Galicia pensamos que podría ser LorenaEl invierno, y ahora la primavera, han traído un sinfín de temporales que hacen pensar que la peor amenaza para Lorena haya sido el mar. Durante días un enorme despliegue de medios por aire, agua y tierra buscó incansable a esta mujer de 40 años de edad, pero encontrar el cuerpo de Concepción, otra de las asturianas desaparecidas en esos días, en la costa vasca, fue una sacudida que interrumpió estos esfuerzos; aunque la investigación sigue activa.

Lorena es hija de minero, sobrina de un exconsejero de Industria del Principado (Graciano Torre) y antigua vecina de Cistierna. Su padre trabajó en Sabero y cuando Lorena empezó el colegio se trasladaron a vivir a Cistierna. Sus padres todavía frecuentan el piso que tienen en la avenida de La Constitución. Lorena no viene tan a menudo, «la fiesta y algún fin de semana, pero sus padres sí, la última vez que los vi por aquí fue en el puente de Diciembre»».
Se marchó de allí hace ya muchos años, aunque antes lo hicieron sus padres. Ella había terminado el instituto y trabajaba en el Eroski. Pero al final también se fue a Gijón. Trabaja en una gran superficie comercial aunque el último día que se supo de ella al parecer ya no fue a trabajar.
Lorena fue al colegio y al instituto en Cistierna, trabajó en el Eroski y tuvo un novio de Crémenes «Lorena es muy simpática, muy maja», dice Gelines, cuyo rostro olvida por un momento el disgusto al hablar de cómo es Lorena. Lleva muchos años fuera de Cistierna, pero quien más quien menos, todos la recuerdan o la conocen. Allí dejó amigos, expareja (tuvo un novio de Crémenes, comentan), vecinos y compañeros. Cistierna, como su familia, sigue esperando a Lorena.
Algunas informaciones sugieren que quizá la desaparición fue voluntaria, pero los más cercanos no lo creen así, no habían notado nada extraño en ella. Por esas fechas desaparecieron tres mujeres en Asturias más o menos de la misma edad, todas cerca de la costa y con otra serie de coincidencias en los casos que hicieron pensar que podían estar conectados. Parece que han concluido que no hay más conexión que la mala fortuna, y las otras dos han sido enterradas. La diferencia es que Lorena todavía podría aparecer sana y salva, ojalá, pero en todo caso, anhelan que aparezca. En su pueblo leonés, el que la vio crecer, el de sus años de instituto, así lo esperan.