Cierra La Puentecilla y ‘llora’ el barrio

Era un clásico del barrio de Santa Ana y de la hostelería leonesa, el bar del fútbol cuando el campo de la Cultural del mismo nombre estaba allí, del cercano mercado y también de las partidas que en la tarde de este sábado ocuparon sus mesas por última vez pues Luis y Teodoro González bajaron la trapa por última vez: "Nos vemos por ahí, seguimos en León"

Fulgencio Fernández
26/03/2023
 Actualizado a 26/03/2023
Los hermanos Luis y Teodoro González Fernández en su último día atendiendo la barra del bar La Puentecilla, en la que han estado 48 años. | SAÚL ARÉN
Los hermanos Luis y Teodoro González Fernández en su último día atendiendo la barra del bar La Puentecilla, en la que han estado 48 años. | SAÚL ARÉN
A las ocho y cuarto de la tarde se repite la tradicional actividad de todos los días en el Bar La Puentecilla. Tres partidas mixtas de brisca, de 8 jugadores,cultivan los ritos del juego, se pasan señas, se dan consejos, "echa una fea que tengo yo triunfo", algunos clientes habituales pasan a despedirse, Luis repite como quien ya lo dijo muchas veces un "nos vemos por ahí que no nos vamos de León. Gracias"...

A las ocho y media, como si hubiera sonado una sirena de fin de la jornada laboral los más de veinte jugadores de la partida comienzan a levantarse, ponerse las chaquetas y van pasando por la barra. Los hombres le dan la mano. Las mujeres repiten frases como "a disfrutarlo que os lo habéis ganado", "que tengáis suerte, que bien la merecéis"...
Hablan en plural pues aunque quien pasa el mal trago de cerrar es Luis los clientes también lo extienden a su hermano Teodoro, oriundos de Cerulleda, al frente del bar desde 1975. "Ya son 48 años, ya está bien, como decían las mujeres, nos lo hemos ganado".

Jose se aparta un poco del grupo, del corrillo que se ha formado: "Es que están discutiendo a ver dónde vamos ahora a jugar la partida. Yo hace 30 años que la juego aquí, no sé dónde iremos".
- ¿Y tú no opinas?
- Es que mañana me voy para el pueblo, la urbanización Montesol. Cuando vuelva ya me dirán dónde acampamos y habrá que ir.

Fernando se acerca al mostrador, es el más veterano del grupo,96 años, y con un simple gesto es suficiente para que Luis le sirva un chupito de hierbas que se lleva al gañote de dos tragos. También es parco en el adiós el viejo pellejero del barrio, le cuesta trabajo irse y a Luis también se le nota el nudo en la garganta, tiene ganas de que pase el trago, de cerrar. "Es que tengo que hacer algunas cosas y se me hace tarde". Extiende la mano, da las gracias y baja la trapa.

Fin. Se acabó la historia. Se apagó la luz del Bar La Puentecilla...
- ¿Desde cuándo Luis detrás de este viejo mostrador?
- Desdeel año 1975, pero llevaba abierto desde 1955. Se lo cogimos a Ezequiel González, que le llamaban El Tranvía, buen paisano, fue cliente nuestro después de cerrar.
- Se quejan de que bajáis la trapa casi sin avisar, ¿no querías despedidas largas?
- Bueno, de todo un poco. En realidad íbamos a aguantar hasta el verano, pero se dieron algunas circunstancias personales y cerramos.

Va colocando las sillas por última vez, apagando las luces, dejando en penumbra las mesas de un bar clásico de partidas, el alto mostrador de los de siempre, los cuadros de alineaciones de equipos de la Cultural o cuadros futboleros de Cristalerías Rodríguez, firmados por J. Diéguez con frases como "Salen goles de mi bota y la cosa es muy sencilla, porque tomo café y copa en el bar La Puentecilla".
- Cuando el campo era La Puentecilla el bar tenía que ser futbolero.
- Claro, pero no soloera el bar del fútbol. Es cierto que los domingos, camino del campo, era un aluvión de gente, y el resto de la semana pues los entrenamientos y demás, porque cuando empezamos de aquí para abajo sólo estábamos nosotros y el bar Valladolid, que después fue La Somoza. Pero también estaba cerca el mercado y era un trasiego enorme, paraban aquí los autobuses, en los que venían la gentede los pueblos y todos entraban; también los trabajadores del matadero y los que venían a él… No te imaginas el trasiego que había en esta esquina.
- ¿Dabais comidas?
- Comidas como tal, tipo restaurante, nunca fuimos, pero bocadillos y raciones ni te imaginas en esos años de los que hablamos, de la gente que venía de los pueblos, los que iban al mercado, los obreros...



Por ello no ha cerrado un bar o no solamente se ha cerrado un bar; se va al baúl de los recuerdos la memoria de unos años y una forma de vivir en aquel León. Nació el bar el año del ascenso de la Cultural a primeradivisión, acogió durante otros muchos aquellas oleadas de culturalistas camino del campo que tomaban allí la copa y compraban una faria que parecía el complemento perfecto para una tarde de fútbol siguiendo los resultados por el marcador simultáneo, se apagan las conversaciones de precios que mantenían los compradores y vendedores en el mercado, se queda el barrio sin un faro histórico al que acudir... Y los jugadores de la partida —de tute, mus y dominó después de comer, de brisca por las tardes— han perdido un referente y ayer se quedaban a la puerta discutiendo un posible nuevo destino repitiendo que "nada será igual". Luis se va en silencio.
- Qué tengas suerte, la mereces.Pero, ¿ahora a dónde vamos?
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