El padre Herminio Negral Paniagua nació el 12 de marzo de 1917 en Fuentes de los Oteros, aunque los que tuvimos la suerte de ser alumnos suyos le oíamos referirse a su pueblo como La Perla de los Oteros. El menor de tres hermanos, asistió a la escuela del pueblo los primeros años, siendo, además, adiestrado en el latín y algunas otras materias por el párroco local, como era bastante común en aquellos tiempos en muchos pueblos leoneses. De hecho, muchos sacerdotes y frailes de la provincia y muchos laicos leoneses ilustres y no tan ilustres comenzaron sus andanzas por el mundo de las letras y las ciencias en lo que se conocía como preceptorías, normalmente dirigidas por el cura del lugar que preparaba a sus alumnos bien para su entrada en el seminario, bien para presentarse a exámenes en el instituto de la capital. En Fuentes no había tal institución oficialmente, pero el párroco de turno se encargaba de la preparación de algunos de sus más jóvenes feligreses que sobresalían académicamente y ‘prometían’.
A los 13 años el niño Herminio salió de su pueblo rumbo al seminario que los agustinos regentaban en Calahorra, entonces provincia de Logroño y hoy autonomía de La Rioja. Debido a la preparación extra que había recibido en el pueblo, se incorporó desde el primer momento no al primer año de latinidad, como entonces se decía, sino al segundo. Y allí estaría hasta 1937, haciendo un año de noviciado del 33 al 34, e iniciando los estudios de Filosofía y Teología.
En 1937 llega a León para finalizar sus estudios teológicos y ayudar en la supervisión de los numerosos alumnos internos que cursaban sus estudios en el colegio Madre del Buen Consejo que los agustinos habían abierto en la ciudad en 1901. Simultaneaba estas actividades con cursos en la Escuela de Magisterio, donde se graduó. Además, dado que España estaba en plena guerra civil, fue llamado a filas y asignado a servicios administrativos en la ciudad, concretamente a la censura de la correspondencia. Finalmente, acabada la guerra, pudo terminar sus estudios y fue ordenado sacerdote el 17 de agosto de 1941, siendo asignado como tal a la comunidad en la que ya vivía y comenzando inmediatamente una labor educativa y religiosa que se prolongaría por más de 40 años.
Con excepción de cuatro años que estuvo de educador en los seminarios menores agustinianos de Calahorra y Mayorga de Campos, donde la inmensa mayoría de los estudiantes era leoneses; tres que estuvo en el seminario mayor que la Orden tenía en Guernica; y trece que pasó en el colegio de santo Tomás de Villanueva de Valencia del Cid, la vida del padre Herminio ha transcurrido en la capital leonesa donde, sin duda alguna, se convirtió en un referente para cientos y cientos de jóvenes que pasaron por sus manos como profesor de Latín y, sobre todo, Matemáticas.
Durante los años en que ejerció la docencia León, pasaron por el colegio exactamente 24.242 alumnos. Dado que entonces la enseñanza se dividía en siete años y suponiendo que la gran mayoría los cursaba en el mismo colegio, esto quiere decir que unos 3.500 alumnos diferentes tuvieron contacto directo con el padre Herminio, la mayoría como alumnos, otros como encargado de estudios, supervisor, consejero… Naturalmente, el número de los que recibieron directamente sus enseñanzas fue muchísimo mayor, dado que los mismos alumnos permanecían en el centro varios cursos sucesivos. Sumamente popular como persona dedicada y muy apreciado como profesor, esto convirtió al padre Herminio en una especia de leyenda para cientos y cientos de leoneses, especialmente entre los exalumnos del colegio de cuya Asociación fue consiliario por muchos años.
Además, el número de alumnos internos asturianos era considerable, con lo que son muchos los que en el Principado aún recuerdan al que conocieron como fray Herminio antes de que, tras su ordenación sacerdotal, se convirtiera en padre Herminio.
En 1982, jubilado ya de su actividad docente, se dedicó por completo a su labor como coadjutor de la parroquia del Buen Consejo, regentada por los agustinos. Sin abandonar su puesto de asesor religioso de la Asociación de Exalumnos del colegio, se dedicó cuerpo y alma a la labor pastoral, siendo consiliario de las Marías de los Sagrarios y de la Legión de María, secretario de Justicia y Paz… compaginando estas actividades con la celebración de la eucaristía, horas y horas dedicadas al confesionario, catequesis, visitas a enfermos en casa o en los hospitales… La figura del padre Herminio yendo de un sitio u otro por las calles de León ha sido por años parte del ambiente de la ciudad. Acompañarlo se convertía muy a menudo en una especia de viacrucis, ya que cada poco le paraba algún viejo conocido para saludarlo.
A partir del año 2007 se consideró que tras tantos años de trabajo se merecía un bien ganado descanso, y se le asignó por eso a la comunidad del actual colegio del Buen Consejo donde todavía participa bastante activamente en la vida comunitaria y donde celebrará su centenario.
En nombre de cuantos hemos tenido la suerte de tenerlo como educador o como consejero o simplemente como amigo, muchas gracias, padre Herminio. Y aunque a los cien suene a exceso de optimismo, AD MULTOS ANNOS!
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13/04/2017
Actualizado a
19/09/2019

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