Busnadiego recupera el potro de herrar

La Asociación Cultural El Escriño comenzó a reconstruirlo antes de la pandemia del covid

27/09/2023
 Actualizado a 27/09/2023
El potro de herrar colocado en Busnadiego. | L.N.C.
El potro de herrar colocado en Busnadiego. | L.N.C.

La Asociación Cultural El Escriño ha recuperado el potro de herrar que se utilizaba antiguamente en La Maragatería y lo ha colocado en la localidad de Busnadiego. La entidad acordó recuperarlo antes de la pandemia y el pasado 26 de agosto finalmente fue instalado en el mismo lugar en el que se encontraba. Los artesanos han dejado secar la madera de roble durante cuatro años y lo han recostruido con la ayuda del hijo de Jesús Callejo Lorden, quien hizo el potro original a mediados del siglo XX.

El potro de herrar comenzó a utilizarse en el siglo XIX, pero Busnadiego no tuvo su potro comunal hasta mediados del siglo pasado. Por desgracia, unos años más tarde, más o menos en la década de 1970, cayó en desuso por la fuerte emigración que sufrió la localidad y por la disminución de la cabaña bovina, coincidiendo con la mecanización de las tareas agrícolas allí donde era posible.

El potro, tal cual se ha reconstruido en Busnadiego, es una estructura de madera de forma rectangular compuesta por cuatro troncos verticales o “pies derechos”, apuntalados con dos filas de travesaños horizontales alineados en los laterales más largos. Para inmovilizar al animal, en la parte frontal estaba el cabezal en forma de yugo (en este caso, personalizado con una pequeña talla en bajorrelieve, realizada por Antonio Alonso Abajo, de Filiel), donde se sujetaba la cabeza mientras que el cuerpo se ceñía a los travesaños con unas correas que le sujetaban de lado a lado. Por si fueran pocas medidas de seguridad, y, dado que “los animales no están confesados”, como dice el refrán para aludir a su carácter imprevisible, el perímetro se cerraba en la parte posterior con un madero para evitar que retrocediera. De los postes verticales, a poca altura, sobresalen los caballetes que en algunos lugares se llamaban apoya manos, en los que de forma alternativa se ataban las patas para facilitar el trabajo del herrador.

El potro de herrar de Busnadiego, gracias a todos los que colaboraron en su recuperación y los que han apoyado esta iniciativa, es ya, cuan “ave Fénix”, un homenaje al pasado de las tierras del Teleno, una lección de historia para los más jóvenes y un agridulce recuerdo para los nostálgicos.

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