Biberones contra la despoblación

Las guarderías rurales son una inyección de vida en 32 municipios

Víctor S. Vélez
21/10/2018
 Actualizado a 17/09/2019
Las guarderías públicas de los pueblos de León ayudan a asentar población en el medio rural y hacen posible la conciliación familiar y laboral. | L.N.C.
Las guarderías públicas de los pueblos de León ayudan a asentar población en el medio rural y hacen posible la conciliación familiar y laboral. | L.N.C.
Aunque cada vez son menos los niños y niñas que nacen en los pueblos de León, todavía se siguen celebrando algún que otro nacimiento para combatir el desaliento de la despoblación. Conciliar la vida laboral y familiar se antoja, si cabe, todavía más complicado en un medio rural tan frecuentemente desplazado en el apartado servicios.

Las guarderías infantiles en los pueblos de León sirven para hacer posible esa conciliación y, de paso, para generar un buen número de empleos para profesores y educadores infantiles. El programa ‘Crecemos’ es quien se encuentra detrás de estos centros en los que se cuida y se empieza a gestar la educación de los más pequeños. Los menores atendidos en el último año en las guarderías públicas del medio rural leonés han sido 271, de los cuales 141 son niños y 130 niñas.

‘Crecemos’ comenzó su andadura en 2004 con las guarderías de Cabañas Raras y Molinaseca Durante el año 2018 participan en la iniciativa 32 municipios leoneses: Almanza, Benavides de Órbigo, Cabañas Raras, Carracedelo, Cistierna, Chozas de Abajo, Cuadros, Cubillos del Sil, Encinedo, Folgoso de la Ribera, Garrafe de Torío, Gordaliza del Pino, Hospital de Órbigo, La Pola de Gordón, Llamas de la Ribera, Mansilla de las Mulas, Molinaseca, Palacios del Sil, Páramo del Sil, Prioro, Riaño, San Emiliano, Santa Marina del Rey, Soto y Amio, Toral de los Vados, Valderrueda, Val de San Lorenzo, Vegas del Condado, Vega de Espinareda, Villafranca del Bierzo, Villagatón y Villaquejida.

El programa comenzó en el año 2004 con tan solo dos guarderías en los municipios bercianos de Cabañas Raras y Molinaseca. Desde entonces, el número de centros no ha parado de crecer y, a excepción de 2011, 2014 y 2015, todos los cursos se han ido sumando más ayuntamientos. En 2018 se han adherido tres nuevos municipios.

Abriendo guarderías rurales se persigue favorecer la conciliación, fomentar la natalidad, colaborar con la incorporación de la mujer al mercado laboral y buscar fijar población en los núcleos rurales. En la sociedad actual, en la que los pueblos también participan, la conciliación es el nuevo pilar del estado del bienestar debido a un modelo de familia predominante en el que los dos progenitores suelen trabajar y no pueden hacerse cargo de sus hijos a tiempo completo. La financiación de ‘Crecemos’ corresponde a la Junta de Castilla y León, que aporta dos tercios de los recursos económicos y a la Diputación de León que se encarga del tercio restante. Esta cantidad se destina a la contratación de un técnico por cada ayuntamiento y al abono del seguro de responsabilidad civil correspondiente.

Al programa ‘Crecemos’ pueden acogerse municipios con menos de 5.000 habitantes en los que no exista ningún otro recurso público o privado que preste este tipo de servicio. El número mínimo de plazas ocupadas para mantener abierta la guardería es de cuatro, con un máximo de 15 niños y niñas de entre cero y tres años.

Este cupo máximo lo cumplen, por ejemplo, en Cubillos del Sil donde incluso hay cuatro niños menores de tres años en la lista de reserva. Mientras tanto, en otros puntos de la provincia todavía quedan vacantes varias plazas, como es el caso de Almanza que reúne en su aula de guardería a ocho menores de tres años.

Junta y Diputación costean los gastos de personal y el ayuntamiento pone el local y los medios materiales Por otra parte, para participar en el programa ‘Crecemos’, el municipio deberá contar con un local que presente los recursos materiales necesarios para realizar distintas actividades de juego, descanso y desarrollo de afectividad o relación. Las guarderías también tienen que disponer de un patio al aire libre y de un baño adaptado, visible desde el interior de las aulas.

Los cambiadores, troneras, cunas y material didáctico para la formación, como libros o tablets interactivas, son facilitados por el ayuntamiento correspondiente, al igual que los objetos necesarios para el aseo. Muchas guarderías además ofrecen pequeños desayunos a media mañana para los menores o les dan biberones que guardan en frigoríficos y calientan en microondas a disposición de las encargadas del centro. «Normalmente, todo son facilidades desde la Administración para adquirir los materiales», comentan varias profesoras del jardín de infancia.

Una oportunidad para ‘profes’

El docente a cargo de los bebés deberá tener la titulación de maestro con la especialización de Educación Infantil, el diploma de grado equivalente o un título de Técnico Superior en Educación Infantil. En total, se ha contratado a 45 profesionales en los 32 ayuntamientos que prestan el servicio durante 2018.

Por ejemplo, Cubillos del Sil es una de las localidades veteranas en ‘Crecemos’ y cumplirá una década de servicio el próximo 4 de noviembre. En estos diez años, la guardería ha estado a cargo de Adriana Antuña quien considera que estos proyectos ayudan a crear empleo en su sector. «Yo estudié en Oviedo y mis compañeros de Asturias encontraron trabajo con facilidad, pero aquí es más complicado porque o te contratan en un centro privado o es difícil. Las guarderías rurales son una oportunidad laboral, llevo trabajando diez años gracias al programa», apunta la profesora de la guardería de la localidad berciana.

Mónica González, profesora zamorana en el jardín de infancia de Almanza, también lo considera una oportunidad laboral para la generación de recién graduados pero, sobre todo, para los pueblos de la provincia y su supervivencia. «Los niños y niñas crecen felices y rodeados de un entorno que quiere verles crecer en su pueblo. Ojalá por mucho tiempo se ofrezca esta posibilidad y la gente joven no tengamos que abandonar los pueblos e irnos a la ciudad», manifiesta.

Las guarderías rurales ayudan al desarrollo afectivo y a las relaciones de los niños y niñas, en una etapa trascendental para su crecimiento. Además, ayuda a que el pequeño se acostumbre a acudir a un centro educativo y «no hagan tanto drama» cuando tenga que empezar a ir al colegio. «El niño se relaciona con otros niños y niñas y se adaptan mejor al colegio», señala Patricia Fernández una madre que hace uso del servicio de guardería rural en Cubillos del Sil.

En la misma línea se expresa la profesora de guardería en Almanza quien considera que el beneficio de acudir a clase para los más pequeños «es inmenso». «Siempre es muy conveniente que los niños asistan a una guardería y sin duda tener este servicio en un pueblo así de pequeño es magnífico», explica la docente.

Crecimiento día a día

Para la responsable de esta guardería el progreso de los bebés «se ve día a día». «La socialización, la autonomía que adquieren, hacerse amigos de sus compañeros, comer por sí solitos, rutinas, juegos y trabajo educativo… Todo es una satisfacción y casi cada día puedes ver resultados», asegura Mónica.

Las relaciones entre los padres y los encargados de las guarderías tienden, por regla general, a la colaboración y «suelen volcarse» en que sus hijos tengan una correcta atención. «Los padres, más o menos, aprueban todos. Aquí somos como una gran familia, en la que los niños y niñas mayores cuidan de los más pequeños», cuenta la profesora Adriana.

También hay padres que optan por llevar solamente algunas horas a su hijo a la guardería, precisamente para que vayan adaptándose a los ritmos escolares. De hecho, en muchas ocasiones, estos espacios educativos públicos del medio rural se ubican en el mismo complejo que el colegio municipal o se destina un aula inutilizada para cubrir la necesidad. «Yo si no trabajara, no llevaría a mi hijo toda la mañana pero unas horas seguro que sí», comenta una de las madres que hace uso de la guardería de Prioro.

A vueltas con los horarios

Por lo general, existe un alto grado de satisfacción entre los padres y madres que utilizan las guarderías públicas de los pueblos de León, quienes valoran positivamente los medios materiales y humanos, la atención prestada y un apoyo que de no existir podría provocar que alguno de los progenitores tuvieran que dejar su empleo para cuidar al niño o niña. No obstante, hay quien considera que el programa sigue contando con carencias para quienes trabajan a turno completo. «El servicio está bien pero se queda un poco corto. Yo trabajo de 8:00 a 15:00 y hay algunas horas que quedan al descubierto y tengo que buscarme la vida para que mi hijo esté atendido», reivindica una madre de la guardería de Cubillos del Sil.

El horario mínimo de atención diaria es de cinco horas, pero la mayoría de ayuntamientos lo amplían normalmente una hora más, entre las ocho de la mañana y las dos del mediodía. El período de vacaciones de estas guarderías suele ser de uno o dos meses en verano.

La cuota mensual de estas guarderías públicas rurales nunca supera los 180 euros. No obstante, son muchos los Ayuntamientos que optan por establecer cantidades simbólicas, incluso de un solo euro al mes como nos cuenta la maestra de preescolar en Almanza, debido a que los gastos de contratación de personal los cubre la subvención. El servicio anual supone una inversión de 11.571 euros, de los cuales la Junta aporta 7.714 euros y la Diputación 3.857 euros.

Por ejemplo, en la guardería de Cubillos del Sil durante los cinco primeros años se mantuvo una de estas cuotas simbólicas, pero después se subió a 50 euros al mes. «Evidentemente el precio sigue estando muy bien, es un lujo comparado con lo que se paga por una matrícula en las ciudades», valora Patricia, madre beneficiaria del programa ‘Crecemos’.

Estas 32 guarderías públicas son un esperanzador espacio de aprendizaje y crecimiento en los pueblos de la provincia de León. Una manera de hacer frente a las cada vez más desalentadoras cifras del éxodo rural con el biberón y el chupete como único armamento.
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